El rey de los demonios

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Narra ____

Esperé con impaciencia a que me quitaran el grillete para bajar rápido al campo. Me acerqué a Edgar preocupada.

-¡Edgar! ¿Estás bien? ¿No te habrás lesionado la pierna verdad?

-No, he cumplido mi promesa mi lady, –respondió y sonreí agradecida.

Nathan llegó a mi lado y salté a sus brazos reteniendo mis lágrimas.

-Lo siento, lo siento, –repetí mientras me abrazaba para calmarme.

-Hemos conseguido salvarte y estás bien, –me separó un poco para colocar una mano en mi mejilla–, eso es lo único que me importa.

En sus ojos podía ver el amor que tiene hacia mí. Le habría dado un beso intenso, pero todos nos estaban mirando y solo asentí sonriendo.

-Hemos perdido, –habló Sael–. ¿Por qué? Nuestro poder es tan superior que no deberían haber tenido ni una oportunidad.

-¿Por qué? Pero si está clarísimo, –dije–. ¡No habéis aprendido nada! El fútbol es algo más que un simple método para ver quién es el más fuerte. ¡Es pura pasión! El choque de unas almas con otras y, ¿qué más da quién quede encima o debajo? Eso no importa nada.

-Es pura pasión el choque de unas almas, –repitió mis palabras pensativo hasta que se dio cuenta de algo–. Eso es lo que querían decir. Bueno chicos, pues parece que después de todo debo daros las gracias.

-¿Las gracias? –Dijo Mark confuso.

-Sí, hasta ahora había algo que no era capaz de entender, ¿por qué nuestros antepasados de hace un milenio escogieron el fútbol para terminar con el conflicto? Porque sin duda es el encuentro apasionado de las almas. Ellos usaron esa pasión que crea el fútbol para encerrar en su prisión al rey de los demonios.

-Es decir que ese mural, –habló un compañero.

-Sí, ese era el mensaje que nos querían transmitir. Oye, Mark Evans, dime que puedo llamarte así.

-Por supuesto.

-He tomado una decisión. Haremos como nuestros antepasados y usaremos el fútbol para enfrentarnos a los habitantes de Demónica. ¡Usaremos la pasión de nuestras almas para encerrar al rey de los demonios! –Habló confiado.

-Claro. Estoy seguro de que lo conseguiréis.

-Bueno, ahora solo queda salvar a María, –dijo Kevin y reaccioné.

-¿María? ¿También se la llevaron? ¿Dónde está?

-Tranquila, –Nathan puso una mano sobre mi hombro–, Caleb y el resto de los chicos han ido por ella.

-Vayamos con ellos, –rogué.

-Tu ropa se encuentra dentro, –habló Sael–, puedes cambiarte antes de bajar a Demónica.

-Está bien.

-Te acompaño, –se ofreció Nathan y asentí.

Mi equipación estaba justo en la misma sala donde me habían cambiado. Nathan se quedó en la puerta. No habíamos hablado durante ese tiempo y el silencio me incomodaba.

-Ya estoy, –dije saliendo de la habitación.

-Bien, los demás están esperando.

-Nathan, –se detuvo y se giró hacia mí–, yo...

-Hablaremos mejor cuando rescatemos a tu hermana.

Es verdad. Ahora mismo esa era nuestra prioridad.

-De acuerdo.

Corramos juntos | Nathan y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora