───𝟎𝟐| 𝐈𝐦𝐩𝐞𝐫𝐢𝐨 𝐎𝐭𝐨𝐦𝐚𝐧𝐨

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──¿Mis niños? ¿Dónde están mis niños?── preguntó una pelirroja de ojos celestes, mirando a los alrededores con una sonrisa

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──¿Mis niños? ¿Dónde están mis niños?── preguntó una pelirroja de ojos celestes, mirando a los alrededores con una sonrisa. Sí, sin duda alguna, Mihrimah, Selim y Mehmed podrían ser relativamente grandes, pero todavía amaban jugar a las escondidas.

Mehmed tenía quince años; se suponía que a esa edad eran centrados, pero no. Al menos su príncipe tenía la misma inocencia que un niño de ocho años. Mihrimah tenía doce años y Selim, ocho. Que Selim todavía jugara era entendible, pero los otros dos ya debían poner los pies en la tierra.

Pero, ¿Quién era ella para juzgarlos? Cuando todavía se llamaba Alexandra y vivía en Rutena, se pasaba todos sus días jugando. Con incluso diecisiete años, seguía escondiéndose en su casa o en los jardines.

Una pequeña mano la sacó de sus pensamientos, y miró con dulzura al niño que la sostenía. Era Selim, su leoncito pelirrojo.

──Madre, no me gusta jugar junto a Mehmed y Mihrimah.── dijo Selim.── Siempre se esconden y me ponen a contar a mí; mi hermano Mustafá es más justo cuando juega conmigo.

Hurrem rodó los ojos en un gesto divertido y le propuso a su hijo menor ir a dar un paseo por el jardín. Total, Mihrimah y Mehmed volverían a aparecer cuando se aburrieran y vieran que nadie los buscaba. Y tal como lo dijo, así fue: salieron después de veinte minutos y se unieron a ellos en el jardín, donde pensaban almorzar.

Mientras servían el almuerzo, se unieron Mustafá y Mahidevran. Ambas mujeres se saludaron cordialmente y, mientras los menores jugaban, decidieron entablar una conversación. Si bien era cierto que no eran precisamente amigas, tampoco eran enemigas.

──Mustafá ha comenzado a asistir a las reuniones del consejo.── Mahidevran miró a Hurrem mientras esta disfrutaba de unas codornices.

──Esa es una buena noticia. Adquiere experiencia rápidamente y pronto podrá gobernar una provincia.── Respondió Hurrem, al escuchar las risitas de Mahidevran.── ¿Qué pasa? ¿Por qué ríes? ¿No quieres que Mustafá vaya a una provincia?

──No es eso.── Dijo Mahidevran, deteniendo sus risas.── Simplemente me trae recuerdos de cuando estabas embarazada. Decíamos que ibas a dejar al imperio sin codornices.

──Sigo teniendo ganas de dejar el imperio sin codornices.── Bromeó Hurrem con una sonrisa.── Pero ese es otro tema. Más bien, hablé con mi amado esposo hoy.

──¿Qué ocurre con el sultán?── preguntó Mahidevran, mostrando interés.

──Está considerando darle una provincia al hijo de Mükerrem. Como ya sabes, nuestros hijos están en la edad adecuada para administrar una provincia, y él me comentó que piensa enviar a Mahmud a Manisa.

──¿Por qué a Manisa? Él no está preparado para eso.── La preocupación era evidente en la voz de Mahidevran.

──No lo sé con certeza, pero hablé con él y le dije que no era una buena idea.──

──Y como siempre, te escucha, porque eres la luz de su vida, el amor de su vida.── Bromeó Mahidevran, dándole un codazo a Hurrem, que se sonrojó como un tomate.

──Cambiando de tema.── Dijo Hurrem, intentando recuperar la compostura.── ¿Has escuchado algo nuevo en el harem?

──No en el harem, pero...── Mahidevran fijó su mirada en Hurrem, como si estuviera a punto de revelar un secreto importante.── Tengo entendido por parte de Mustafá que el Shah planea reunirse con nuestro sultán para negociar una alianza.

La pelirroja sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La noticia le despertó una mezcla de curiosidad y temor. ¿Por qué, después de haberle declarado la guerra abiertamente, ahora buscaba una alianza? ¿Qué había cambiado? ¿Se le habría iluminado el cerebro?

──Suleiman no puede ir.── Susurró Hurrem entrecortadamente.── Recuerda cómo terminó cuando quiso "negociar" una alianza.

Cómo si evocara un recuerdo, Mahidevran dejó la cuchara de sopa sobre la mesa y miró a Hurrem, comprendiendo de inmediato su preocupación. Cuando ese hombre quería hablar, era porque tenía la intención de resolver un problema de manera bastante sanguinaria.

──Si fue capaz de hacerle eso a su propia hermana, a su propia sangre, ¿Qué no le haría a mi esposo?── murmuró la pelirroja, con la mirada perdida en sus hijos.── Y si algo le sucediera a mi Suleiman, ¿en manos de quién caería el trono?

Las palabras de Hurrem resonaron en la mente de Mahidevran. La razón por la que ambas mujeres eran aliadas era su objetivo común: mantener a salvo a sus hijos. Si la víbora de Mükerrem tomaba el poder con la ascensión de Mahmud como sultán, era más que evidente que su primera orden sería sentenciar a sus propios hijos a un trágico destino.

──Tienes razón. Si fue capaz de hacerle eso a su propia sangre, ¿Qué no le haría a nuestro sultán?── dijo Mahidevran, mirando a los niños jugar despreocupadamente.── Lo que quiera decirle un usurpador a nuestro sultán no tiene más valor que la promesa vacía de Mükerrem.

──Esa mujer... No me sorprendería que se aliara con los Safavidas con tal de que su hijo sea sultán.── Hurrem apretó los puños, sintiendo la indignación arder en su pecho.

──Esa mujer es capaz de venderle su alma al diablo con tal de que Mahmud continúe con la dinastía.── Mahidevran sacudió la cabeza, preocupada por lo que podría desatar una ambición tan desmedida.

The Way I Love You|| Sehzade MehmedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora