para siempre

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- ¿Cuánto tiempo es un rato? ¿Una hora? ¿Dos horas? ¿Un día?

Los ojos escrutadores de ramiro lo miraron con un claro tono de claridad reflejado en sus pupilas.

- No jodas, ramiro. -dijo, intentando simular una de sus mejores medias sonrisas y se encogió de hombros - Puede ser una semana, un mes, medio año... quién sabe, tal vez, un año o dos, ¿tal vez, un para siempre?...

- ¿Estás loco?

Gian se sentó en una de las sillas del mediano comedor y tensó su garganta, dándole un breve vistazo a camila, que estaba sentada a su lado y tenía los ojos moviéndose desde su rostro hasta el del otro, totalmente consternada.

- Tengo las tarjetas bloqueadas, estoy sin una moneda en mi bolsillo y no tengo a dónde ir.

- Yo diría que sí, pero tú sabes que esta casa no es toda mía, Gian, a veces, viene mi familia también...

- Solo será unos cuantos días, rami, es una promesa. -las palabras de camila se escucharon como un suave farfullo acariciando la habitación, mientras sus ojos se enfocaban en los ojos del castaño - Por favor.

Ramiro elevó la cabeza y se la quedó mirando unos segundos para finalmente suspirar, agotado.

- Está bien, son bienvenidos el tiempo que quieran. Pueden usar la habitación o habitaciones que gusten... tomar lo que quieran que vean en la cocina -caminó a pasos lentos hasta la nevera y abrió la puerta superior, colocando tres botellas de agua - Por cierto, es bueno verlos juntos otra vez, pero... ¿qué pasó ahora?

Gian torció sus labios en una sonrisa y corrió su mano sobre la madera hasta que sus dedos se encontraron y fueron entrelazándose poco a poco. Levemente acariciando los nudillos pálidos con la parte interior de sus dedos, rozándolos con ligereza.

Sus ojos se encontraron, al igual que sus sonrisas y ese sentimiento volvió a explotar en su interior.
Ese sentimiento, ese mismo sentimiento que sentía cada vez que la contemplaba; cada vez que se fijaba en sus ojos despiertos, sus labios abultados, sus bonitas mejillas, su radiante sonrisa.

Ese sentimiento que tocaba hasta el último de sus nervios y le hacía darse cuenta de la perfecto que era camila jara; de lo perfecto que era amarla y de lo perfecto que era poder tenerla a su lado.

Ese sentimiento que le hacía enamorarse una y otra vez, que le permitía caer loco de nuevo, que le hacía arder en fuego, que le hacía desear lanzarse a besarla, aunque sabía que si lo hacía, posiblemente no pudiese soltarla más.

Y eso ahora no era muy conveniente que digamos.

Acarició el dorso de su mano y moduló un "te amo", escuchándola susurrar lo mismo en respuesta y reír con la misma calidez de siempre, al tiempo que el timbre de la puerta se hacía oír.

- Ahora voy, ¡ya escuché! - ramiro se metió a la boca tres galletas del paquete que tenía en las manos y bufó, malhumorado - Por favor, dejen de mirarse de ese modo, que me hacen sentir que salgo sobrando. Tengan un poco de consideración y piedad de mí.

Escuchó el sonido de la puerta abriéndose y fue entonces cuando vio a su madre ingresando a pasos apresurados hasta detenerse a tres pasos de él, exhalando con la mano en el corazón.

- Gian, acá estás. -presionó su hombro en un intento de apoyo y miró a su alrededor, todavía recuperando el aliento - ¿Por qué te fuiste de esa manera?

- ¿Cómo sabes que estaría aquí?

La mujer se sentó en una de las sillas contiguas y se pasó la mano por la frente, recostando todo su peso sobre su codo derecho, que descansaba sobre la mesa.

- Vine detrás de ustedes, me dejaste con el corazón en la mano. No puedo permitir que te vayas así como así, sin saber a dónde vas, además, ¿qué haces acá? Vamos a casa, tu casa...

Gian apretó el borde de su labio inferior entre sus dientes en respuesta.

- No quiero nada que sea de ese hombre, nada en absoluto. Ya lo has escuchado vos misma, no soy su hijo, porque le resulto tan detestable como él me resulta a mí.

- Pero esa casa también es mía y todo lo mío es tuyo, Gian. - ramiro le ofreció un vaso de agua y ella lo aceptó, todavía exhalando - Tu padre no lo ha dicho en serio, solo está algo impactado con la noticia, pero lo aceptará, terminará aceptándolo, yo me encargaré de eso...

- No voy a volver ahí y tampoco quiero que lo acepte, lo que él piense u opine me importa un bledo. Pueden quitarme lo que quieran; comodidad, lujos, amigos, dinero, lo que ustedes gusten, pero nunca les permitiré que me alejen de ella. Nunca. No sé si entiendas esto, pero la amo más que a mi propia vida y la necesito como mi cuerpo necesita al aire para vivir. Ella es mi aire.

Su madre se acomodó los cabellos desarreglados y colocó un brazo alrededor de camila, quien continuó sonriendo con una sonrisa suave y esperanzada y colocó su mano sobre la suya.

- Hubo un tiempo en que lo supuse, no sé por qué, pero tenía esa corazonada... tal vez, por eso, ella se me hacía muy simpática y no podía evitar tomarle mucho cariño -sus dedos se deslizaron a través de su cabello, acariciandola - Cuando te escuché decirse todo eso allá, supe que se querían con sinceridad y me parece bien que estén juntos, es más, puede ser que todo esto me haya tomado por sorpresa, pero los apoyo incondicionalmente. Siempre. También comprendo que no quieras volver por ahora y es por eso que buscaré un departamento para que mañana mismo puedan moverse allá. Por el dinero, no te preocupes, todo sigue igual, nunca te restringiría nada, pero necesito que te involucres con tu futuro, que te lo tomes en serio y que te preocupes por lo que vas a ser en un futuro... -su voz se quebrantó un poco y sus ojos se humedecieron - Sé que lo harás, confío en ti y no sabes lo contenta que me hace el que me permitas estar a tu lado y seguirte en cada paso de tu vida desde ahora en adelante. Te juro que seré la madre que no fui y recuperaremos todo el tiempo...

Las palabras lo tocaron y se mantuvo solo mirándola, sin decir nada.

Quiere agradecerle, abrazarla, apretarla entre sus brazos, decirle que le perdonaba todo lo sucedido en el pasado, que hasta lo había olvidado, pero no pudo hacer nada en absoluto.

- Gracias, muchas gracias. -los brazos de Camila se lanzaron alrededor del cuerpo delgado de su madre y hundió su cabeza en su hombro, aferrándose a su cuerpo con una entusiasmada sonrisa, volviendo los ojos hacia él - Gian estudiará mucho y se graduará por sus propios méritos, de eso me encargaré yo. No le dará más problemas, no faltará a clases, le ayudará en todo lo que necesite y será un gran apoyo para usted, ¿verdad que sí, Gian?

Una sonrisa se hizo paso entre sus labios y asintió un poco con la cabeza, observándolos ahí,abrazados y sonriéndose como si se conociesen desde hace muchos años. Quiso responder algo, pero sintió el brazo de Camila abriéndose para incluirlo en el abrazo, al cual no pudo negarse. Y cuando percibió el calor de ambos cuerpos con el suyo, pareció que el tiempo se paralizó por completo.

Aquel abrazo aparentó durar mil horas.

- No tienes nada para agradecerme, la que te agradece todo soy yo. -la mujer suspiró entre lágrimas y se levantó, demasiado animada - Iré a ver lo del departamento ahora mismo. Mientras más antes sea, mucho mejor, no quiero que estén incomodando tanto a ramiro.

El aludido se echó a reír y volvió a meterse tres galletas más en la boca, acompañándola hasta la puerta. Gian escuchó la puerta cerrándose y se levantó también, acercándose hasta el respaldar del asiento de camila y colocando ambas manos en cada uno de sus hombros.

Inocencia Pasional |giamila|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora