Descubre los secretos que guarda en su interior una gema maldita, mientras acompañas a una pareja de arqueólogos en su aventura para a salvar a la humanidad.
Era un fin de semana lluvioso con tormentas eléctricas, en las noticias de la televisión, no dejaban de advertir a la población de Houston al este de Texas que era muy probable que se formaran tornados y la familia Allen estaba lista para salir de su casa y entrar rápidamente en su refugio para mantenerse a salvo por si algún tornado llegara a tocar tierra cerca de ellos.
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- Spencer, por favor baja un poco el volumen del televisor, las noticias me mantienen estresada y no me puedo concentrar en preparar la cena y por favor James lávate las manos porque pronto llevaré la comida a la mesa.
- Alice, necesitamos estar muy atentos, la tormenta afuera está cada vez más intensa, me sentiría mucho más seguro si ya estuviéramos en el refugio y no salir cuando empeoren las cosas, ¿recuerdas como hace cinco años quedó devastado nuestro pueblo por culpa de ese maldito tornado que no le dio oportunidad a nadie de esconderse de él?
- Ok, ya basta, vamos al refugio, dejaré de cocinar y empezaré a guardar todo para mañana, por lo pronto cenaremos algo de la comida que guardamos ahí para una emergencia.
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-En ese instante se escuchó la alarma de tornados del pueblo y tuvimos que salir corriendo inmediatamente. El viento soplaba demasiado fuerte y era difícil caminar entre la lluvia, tomé en mis brazos al pequeño James y de la mano de Alice salimos para escondernos en el refugio. Recuerdo que el fuerte sonido de la sirena me daba más miedo que la tormenta misma, y hacía que sintiera el corazón en la garganta mientras corría con mi familia para resguardarnos.
Una vez adentro del refugio le dije a Alice, voy a encender algunas velas, mientras, busca algo de comer para James, me aseguraré de que todo esté bien aquí abajo.
Apagué la linterna de mi celular y cuando había encendido las velas pude ver al pequeño James mirando fijamente la pared de una esquina del refugio, me acerqué a él y le pregunté, ¿Qué es lo que miras hijo? Ahí no hay nada... volteó y me miró con cara de asustado y me señaló con el dedo unas manchas de moho y me dijo:
