Estaba sentada en la cama , mirando la nada, cuando escuché la puerta abrirse. No era extraño que Richard llegara tan tarde, pero algo me decía que esta vez algo iba a cambiar. La casa estaba silenciosa, como siempre lo estaba cuando no había nadie en ella. Coraline se había quedado en casa de mi abuela, mi tía y la señora Sandra estaban probablemente distraídas en alguna de sus interminables sesiones de
Me asomé un poco por la puerta de mi cuarto. Richard acababa de entrar. Traía los zapatos en la mano y la camisa medio desabotonada, Según lo que me había dicho antes, estaba con sus amigos. Pero no me cuadraba algo. Tal vez la charla había sido más profunda de lo que pensaba. De repente, sentí que algo en el aire se movía.
Bajé las escaleras lentamente, buscando cómo meterme en su mundo, aunque no sabía por qué. Y cuando llegué al final, ahí estaba él. Nos miramos en silencio, como si fuéramos dos extraños atrapados en la misma habitación, sin saber qué decir.
—Te casarás —le dije, sentándome a su lado en el sofá. Estaba fría, pero en el fondo me sentía más nerviosa de lo que quería admitir. Los ojos de Richard se fijaron en los míos por un momento, casi como si estuviera procesando lo que acababa de decir. Yo no sabía si esperaba respuesta, si quería que me respondiera, o si solo quería decirlo en voz alta. Lo cierto es que me sentía atrapada en el instante.
Richard dio un largo suspiro, como si toda la presión de su vida se hubiera descargado en ese simple gesto. Se pasó una mano por el cabello, y por un momento pensé que no iba a decir nada. Pero entonces, lo dijo.
—Quiero estar contigo —me dijo, su voz baja, sincera. Lo miré, mi mente dando vueltas mientras intentaba procesar esas palabras. No me lo esperaba. No en este momento, no ahora que todo estaba en caos, que la boda de Franchesca estaba a la vuelta de la esquina. Mis pensamientos se estancaron.
No le respondí en el instante pero le hice una seña para que me siguiera hasta la habitación
—¿Y que esperas?— le conteste en cuanto entramos en la habitación
Juntó nuestros labios, en un beso lleno de deseo. Me colocó debajo de él, tomándome de ambas muñecas mientras me besaba sin detenerse. Sentí la parte baja de mi estomago, humedecerse y vi como su ese bulto de su pantalón parecía que estaba a nada de explotar. Sus ojos estaban oscurecidos, su cabello oscuro se encontraba despeinado y respiraba agitadamente mientras que yo lo rodeaba con mis piernas.
—Desnúdate —ordene.
El lo hizo al instante, se quitó los pantalones, bajó su boxer dejando su miembros expuesto para mi. Yo me removí las bragas, quedando completamente desnuda en la parte de abajo . Me incline hacia la mesita de al lado y saque uno de los condones que le habia robado a kilye . Era hora de darle un buen uso. Ayude a colocárselo con ambas manos, mientras miraba su rostro con las pupilas dilatadas.
Después de acercarme, me senté a horcajadas sobre él y pude sentirlo todo.
Puse mis manos sobre sus hombros desnudos. Él me agarró de la cintura con una mano, estrujando mi camiseta y con la otra apartó mi cabello que se había movido hacia adelante cubriendo mi rostro. Él acarició mi mejilla, sentí alivio al notar que su respiración estaba en peor estado que la mía.—No voy a ser gentil — su voz se había vuelto más profunda.
—Voy a dejar marcas por todo tu cuerpo-
Su mano dejó mi rostro, su dedo indice trazó mi garganta hasta el medio de mis pechos,
—voy a marcar esa linda piel que tienes, la llenaré de recordatorios de que esta noche fuiste mía y solo mía—
Yo trague en seco
él me agarró de la parte de atrás del cuello y me acercó a él, nuestros labios se rozaron
—para que cuando te mires al espejo y veas las marcas recuerdes sentirme dentro de ti, recuerdes como te entregaste al esposo de tu hermana.
El y yo reímos
Y con toda gentileza olvidada, bruscamente me besó y clavé mis uñas en sus hombros, respondiendole el beso con la misma furia, con la misma sed de sensaciones, de sentir todo esto para así no sentir nada más.
Los movimientos aumentaron, de adelante hacia atrás, en círculos, juntos marcamos un ritmo más rápido con ayuda de mis saltos.
- Oh por Dios -lleva sus manos a mis nalgas para abrirme más- estás tan estrecha -muerde
mi cuello- tan rica...Richard alzó mis caderas, comenzando a clavarse tan fuerte en mi interior que tuve que aferrarme a su cuello, yo no podía dejar de gemir.
- ¡Dios! -gemí- más, más por favor
-suplique- A-ahhgAumento sus embestidas, llevo su mano libre a mis pechos y los masajeó de arriba a abajo, el éxtasis era tanto que logró que llegara entre ambos cuerpos.
- Joder... -estaba exhausto-
Lo bese y mordi su labio inferior mientras me descargaba por completo, era el orgasmo más largo que habia tenido en todo mi vida; sentir su semen entre mis paredes chorreando en mi interior era simplemente exquisito.
En qué momento se había quitado el condon , ni yo se
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