Capítulo 14: Miradas y Silencios

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Pov.

La tensión entre Alaya y Kiara se vuelve cada vez más insoportable. Las miradas que comparten están llenas de resentimiento y celos, aunque nunca lo admitan abiertamente. Durante las clases, Alaya no puede evitar notar cómo Kiara está siempre junto a Frida, riendo con ella y actuando como si la cercanía entre ellas nunca hubiera sido un problema. Al mismo tiempo, Kiara mira a Alaya con reproche cada vez que la ve hablando o riendo con Luisa y Celeste, como si eso fuera una traición.

Es un ciclo sin fin. Cuando Kiara se ríe con Frida, Alaya siente una punzada de ira y celos; cuando Alaya se acerca a Luisa y Celeste, es Kiara quien no puede contener su enojo. Los días se vuelven una sucesión de miradas furtivas y silencios incómodos. Ninguna de las dos se atreve a hablar abiertamente, pero el daño está hecho.

En medio de este ambiente hostil, Alaya comienza a sentir el peso emocional de la situación. Durante los recreos y el almuerzo, el aire parece volverse denso y pesado. Alaya se siente atrapada, como si no pudiera respirar. Sus manos tiemblan ligeramente, su corazón late descontrolado, y le cuesta calmarse. Cada vez que ve a Kiara y Frida juntas, esa sensación de asfixia se intensifica. Se siente sola, traicionada y cada vez más desconectada de quienes la rodean.

Un día, durante el almuerzo, Sophie se sienta junto a Alaya. Observa en silencio cómo su amiga apenas puede disimular su incomodidad. Sophie sabe que algo está mal.

—¿Estás bien, Alaya? —pregunta con delicadeza, tratando de no presionar demasiado.

Alaya apenas la mira, fingiendo una sonrisa que no llega a sus ojos.

—Sí, estoy bien. No te preocupes —responde rápidamente, queriendo alejar cualquier conversación que toque su dolor interno.

Sophie la observa detenidamente, dándose cuenta de que esa respuesta no es sincera. Sin embargo, decide no insistir. Lo que Alaya no sabe es que Sophie también está atravesando sus propios problemas, luchando con emociones que aún no ha revelado. Sophie quería hablarle a Alaya sobre lo que le estaba pasando, pero al ver la barrera emocional que Alaya ha levantado, decide guardarse sus propios sentimientos.

Mientras los días pasan, los enfrentamientos silenciosos entre Alaya y Kiara continúan. Alaya sigue lanzando miradas de desprecio hacia Frida, como si fuera la culpable de todo lo que ha salido mal en su vida. Frida, por su parte, actúa indiferente, como si nada de lo que Alaya piensa le afectara. Sin embargo, Kiara no puede evitar sentirse herida cada vez que ve a Alaya con Luisa y Celeste. Para ella, es como si Alaya hubiera reemplazado su amistad, algo que alimenta su propio rencor.

Alaya se siente atrapada en un ciclo de errores y malentendidos. Por un lado, odia a Frida por haberle arrebatado a Kiara, aunque sabe, en el fondo, que no es del todo justo culparla solo a ella. Por otro lado, Kiara está frustrada con Alaya por acercarse a Luisa y Celeste, como si fuera una traición a su amistad. Ambas están ciegas por sus emociones, incapaces de reconocer sus propios errores ni de aceptar la culpa en la situación.

Finalmente, llega una clase donde el profesor les pide que trabajen en equipos. Alaya se encuentra asignada al mismo grupo que Lucas, Ernesto, Diego, Clara y Leonor. Aunque intenta concentrarse en la tarea, no puede dejar de notar la tensión en el aire. Lucas intenta ser amable, pero Alaya se mantiene distante, inmersa en sus pensamientos.

Durante un descanso, Clara y Ernesto están hablando en voz baja, pero Alaya, sin querer, escucha su conversación.

—¿Sabes que a Lucas le gusta alguien? —pregunta Clara con un tono cómplice.

—Sí, y esa persona es Kiara —responde Ernesto, como si fuera un secreto que no debía revelarse.

Alaya siente como si el suelo desapareciera bajo sus pies. Lucas... ¿está enamorado de Kiara? La revelación cae sobre ella como un balde de agua fría. De pronto, todas las miradas, todos los roces y silencios tienen un nuevo significado. Lucas, con quien había comenzado a sentir una conexión, tiene sentimientos por Kiara, la misma persona con la que Alaya ha estado enfrentada en silencio.

El resto de la clase pasa en un borrón para Alaya. Su mente no deja de dar vueltas a lo que acaba de descubrir. Todo lo que pensaba que sabía está cambiando, y no puede evitar sentirse aún más perdida y sola. Mientras sale del aula al final del día, se da cuenta de que las tensiones entre ella y Kiara no solo se deben a Frida, sino a algo mucho más profundo. Y ahora, con el conocimiento de los sentimientos de Lucas, todo parece complicarse aún más.

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