El sol se puso hace una hora y trajo la noche a la ciudad.
Salí de mi auto, con una mezcla de emoción y anticipación corriendo por mis venas.
Miré mi reloj.
Maldita sea, estaba llegando tarde.
Pasé el tiempo de un pie a otro, sintiéndome un poco impaciente, pero sobre todo ansioso.Esta era mi primera cita con Salma Hayek, y no tenía idea de qué esperar.
Nos conocimos hace un mes cuando estábamos trabajando en el set de una nueva película.Mi trabajo es director y he estado haciendo películas con presupuestos limitados durante la última década.
Salma es solo la última de las pocas estrellas de primera línea que he logrado poner en una película.La había visto en innumerables películas, había leído entrevistas donde hablaba sobre su sexualidad, su apertura a explorar cosas nuevas.
No pude evitar preguntarme si era tan aventurera en la vida real como parecía.
La edad no parecía frenarla en absoluto, eso era seguro.La puerta del restaurante se abrió de golpe y allí estaba ella, luciendo aún más impresionante en persona.
Me sonrió cálidamente, sus ojos oscuros brillaban y sentí que me derretía por dentro.
Un vestido negro abrazaba todas sus curvas con su impresionante escote a punto de desbordarse.
"Hola", dijo, su voz tan sexy como había imaginado en su adorable acento. "Es un placer conocerte esta noche".
Me acerqué a ella, absorbiendo su delicado perfume, y le extendí la mano.
"El placer es todo mío", respondí, con el corazón acelerado. "¿Vamos?".
Ella sonrió y enlazó su brazo con el mío, guiándome hacia el restaurante.
La atmósfera íntima solo aumentó mi anticipación.Cuando nos sentamos en nuestra mesa, no pude evitar notar sus curvas.
La estaba observando y tuve que recordarme a mí misma lo afortunada que era de tener una cita con Salma Hayek.
"Entonces, ¿cómo ha ido el trabajo? No te vi en el estudio ayer", dijo.
—He estado muy ocupada. He tenido que ir al otro lado de la ciudad para ver a mis padres —respondí, intentando parecer tranquilo—.
¿Y tú? ¿Pasa algo interesante?Salma se reclinó en su silla, sin apartar sus ojos oscuros de los míos.
—Oh, ya sabes lo que estamos haciendo. Trabajando en las escenas. El productor sabe cómo mantenerme ocupada. Pero basta de hablar de mí, ¿y tú? Háblame de ti. Siento que sé todo sobre ti por tus películas, pero me encantaría escucharlo de tus propios labios.
Sonreí, sintiéndome un poco halagada. —Empecé a dirigir hace diez años. Estoy segura de que recuerdas mi primera película, porque a los críticos les encantó.