Capitulo IV

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Mientras preparaba la cena y me sumergía en mis pensamientos, un zumbido repentino interrumpió el momento. Un mensaje de un número desconocido llegó a mi celular: "Si realmente te interesa saber quién es en verdad Logan, te espero a las diez de la noche, en el parque central Memorial Wilson".

Leer esas palabras me dejó inquieto. Las preguntas se arremolinaban en mi mente como una tormenta: ¿Quién enviaría ese mensaje? ¿Con qué propósito? La incertidumbre me invadió, y supe que no podría descansar hasta descubrir la verdad. Miré el reloj; sólo tenía veinte minutos para llegar al parque. A pesar de la confusión y las dudas, algo en mi interior insistía en que debía ir. Tomé mi abrigo apresuradamente y salí rumbo al encuentro con ese enigma desconocido.

Al llegar al parque, la soledad del lugar se hacía evidente bajo la tenue luz de la luna. Las sombras jugueteaban y el silencio era casi ensordecedor. No pasó mucho tiempo hasta que vi una figura que se movía con cautela. Al acercarme, pude ver a una chica. Estaba allí, frente a mí, con una expresión que mezclaba el dolor y la determinación.

—Si aprecias tu vida, aléjate de Logan—, dijo con una voz cargada de advertencia.

— ¿No entiendo, qué tiene que ver Logan contigo? —, pregunté con insistencia, tratando de encontrar sentido a sus palabras.

—Él es un depredador, escúchame y aléjate antes de que sea demasiado tarde—, respondió, su voz temblando ligeramente.

Espera, ¿Qué te hizo? —, pregunté mientras la observaba atentamente. Los detalles saltaron a la vista: varios golpes marcaban su cuerpo.

—Lo que hace un depredador a su presa—, respondió, dejando escapar algunas lágrimas que brillaban bajo la luz de la farola.

No entendía completamente qué era lo que estaba ocurriendo, pero su dolor y su advertencia resonaban profundamente en mi pecho. Cada palabra y cada gesto de aquella noche se quedaron grabados en mi mente, llenos de un misterio que ansiaba desentrañar, pero también de un temor que no podía ignorar. La verdad sobre Logan seguía siendo un enigma oscuro, y el sendero hacia su desenlace se antojaba peligroso e incierto.

—Soy Katherine Hoffman y estoy aquí por una razón, aunque pueda parecer extraña. Lo hago porque no quiero que mueras—. Aquella mujer había hablado y, aunque sus palabras eran inquietantes, no podía dejar de escucharla.

—No estoy entendiendo —dije, más confundido que nunca.

—Él es un lobo vestido de oveja. Hace que te enamores perdidamente de él, usa tu cuerpo a su antojo y al final, cuando se cansa, se deshace de ti sin miramientos —explicaba Katherine con una voz que resonaba con una mezcla de desesperación y cautela.

Mi mente se negó a aceptar sus palabras. Aquello no podía ser verdad.

—Lo siento, no puedo creer lo que dices —repuse, aferrándome a una incredulidad que me protegía de una realidad demasiado cruda para aceptar.

—Si no me escuchas, morirás, al igual que aquella chica —dijo Katherine, mirando a su alrededor con evidente temor.

— ¿Qué chica? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.

—Kelly. Una chica rubia de más o menos tu edad. Tenía un tatuaje de mariposa en su mano derecha. Fue asesinada hace un par de días —explicó Katherine, su voz teñida de tristeza.

Sus palabras resquebrajaron la muralla de mi negación. No podía ser verdad, pero la descripción era precisa. La chica de la que hablaba Katherine coincidía con la chica que había discutido aquella vez con Logan. Esto no podía ser una simple coincidencia.

Diario de un AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora