Aviso: Contenido sensible, leer con discreción
*Separador: Samantha*
¡Maldita sea, ¿ahora qué?!
Puta madre, puta madre, puta madre.
Continué corriendo a cuatro patas en mi forma animal. Mi loba interior comenzaba a estresarse porque no la dejaba tomar el control. Pero sería una muy mala idea hacerlo, especialmente ahora que tenía a la estúpida cazadora desmayada sobre mí.
Llegué a las puertas del castillo con la idiota aún inconsciente, y justo cuando iba a empujar la entrada con mi cuerpo, alguien apareció de la nada y me quitó a la cazadora de encima.
Giré, llena de adrenalina, y me encontré con Andrómeda, quien con una mano hacía levitar a la cazadora mientras le quitaba la tela que cubría su boca.
—¿Qué diantres le pasó? — Preguntó con exaltación al ver la cara de Fera, que mostraba desagradables heridas por las que escurría sangre y algún fluido que no reconocía.
Volví a mi forma humana para poder explicar lo que había sucedido, sin importarme estar desnuda. Sin embargo, Andrómeda ya había hecho aparecer ropa sobre mi cuerpo, lo cual no dudé en agradecer antes de decir:
—No lo sé, cuando me la encontré en el bosque, ya tenía esa cosa cubriendo su rostro.
—¿No vieron nada en el límite? — Asentí y le conté de las brechas que aparecieron en el lugar. — Carajo...
Movió su mano repetidamente sobre el rostro de Fera, pero al igual que cuando había intentado curar a Infinity, no sucedió nada. Afortunadamente, esta vez la bruja no entró en un ataque de pánico por no lograrlo.
—Fue Adara la que le hizo esto. — Suspiró— Debo detenerla antes de que nos mate a todos.
Evanna.
Fue lo único en lo que pude pensar luego de escucharla decir aquello, pues mi esposa era la única que estaba dispuesta a lanzarse contra la bruja sin pensar en las consecuencias que eso le ocasionara.
Respiré profundo, intentando buscar su aroma por el castillo, pero no percibí su olor por ninguna parte.
—¿La encontraste ya desmayada?
— No, estaba bien cuando la encontré en el bosque. Fuimos a ver la grieta que se había formado, y allí comenzó a gritar de dolor. Pero estoy segura de que esas heridas llevaban varias horas ahí y no le habían causado tal sufrimiento.
Los ojos cían no se despegaron del rostro lastimado de la cazadora, analizaba cada parte de ella, mientras armaba sus teorías de lo que había pasado.
—Puede ser que el dolor no se deba a las heridas, tal vez alguien más la lastimó.
De nuevo mi esposa llegó a mi mente, pues el lugar que tocó con dolor la cazadora fue su pecho.
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Infierno Escarlata (C.E 2)
Fantasy-Segunda parte de Castigo Escarlata- Después de miles y miles de años, la vampiresa Gally Dimmock al fin ha logrado obtener lo que tanto anheló en el pasado: libertad. Lamentablemente, al cumplirse su deseo, todo lo que alguna vez amó le fue arrebat...