Capítulo 20: Sweet nothing

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Emma

—¿Y entonces qué pasó después? —me pregunta Sara eufórica

Apreto los labios tratando de no sonreír. Pero me es imposible al ver  la cara de idiota de mis tres mejores amigos

—Lo besé —digo en un susurro

Sara y Sofía empiezan a gritar como locas, mientras Daniel solo le da gracias a Dios que por fin estoy con alguien.

—Shht —las callo

—¿Y cómo estuvo? —me pregunta Daniel

Sofía lo mira con diversión y yo con mala cara.

—No responderé eso.

—Emma, por favor. Descríbelo en una palabra —propone Sara

Sería una mentirosa si digo que no quiero hablar de eso. Porque estoy tan emocionada y quiero hablar todo el día de Max.

—Fantástico —suelto más embobada de lo planeado

Ellos se vuelven locos mientras ahogan chillidos de felicidad.

—¿Y tú estás bien? —me pregunta Sofía—. ¿Lo disfrutas?

Asiento con una sonrisa esbozada

—Eso es lo importante —me sonríe

—¿Cuántos besos se dieron? —Sara me mira con cara pícara

Lo pienso

—Tres, creo —respondo

—Solo tres —dice decepciona

—Ya déjala Sara —le dice Sofía—. Tú ve a tu tiempo Emma. No le hagas caso —mira con mala cara a Sara

—Estoy bien, siento que no me estoy presionando. Max… él me hace sentir segura. —suelto

Sofía me mira con una sonrisa. Sara cubre su boca con sus manos ahogando un chillido

—Estas enamorada —afirma felizmente Sara

—Eh…—la respuesta es sí…

—Estas enamorada —afirma nuevamente—. ¡Chicos mírenla! —empieza a mover a Sofía y a Daniel de un lado a otro—. Está enamorada —chilla

—Sara cállate —le digo avergonzada

—¡Estas enamorada! ¡Estás enamorada!

—Sara —digo entre dientes, para que se calle

Como si fuese un castigo de Dios todo el rato Sara se pasa gritando a los cuatro vientos que besé a Maximilian Robinson

El único que me sonríe y me celebra orgulloso, en silencio, es Daniel. Me hará mucha falta este fin de semana

Él no podrá acompañarnos a la cabaña, pero al menos no pasará todo el tiempo solo, las últimos semanas ha estado frecuentando a una chica. Solo espero que lo trate como él se lo merece.

&

Nos ponemos de pie cuando vemos los autos de los chicos parquearse frente a nosotras.

Halo mi pequeña maleta mientras subo el cierre de mi chaqueta, son las cinco de mañana, con suerte llegamos al anochecer. La idea de viajar en auto me encanta, ver tantos paisajes en el camino, pero, ¿qué hay de los chicos? Ellos tienen que conducir por horas, de esa perspectiva el viaje no parece tan bueno.

Saludo a los chicos cuando se bajan a ayudar a las chicas con sus cosas.

Segundos después se baja Max, viste ropa aparentemente cómoda, él se ve guapo así. Y yo me miro como idiota…así.

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