latidos apresurados

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- Wow, es perfecto, Gian.

La voz repleta de entusiasmo abandonó sus labios cuando sus ojos se pasearon por su alrededor. Las luces tenues tintineando, la gente sentada sonriendo, la música lenta reproduciéndose y la mesa decorada de manera tan amena recibiéndolo con los brazos abiertos.

- Este lugar es perfecto -repitió, acomodando sus dedos en el borde de la mesa y volviéndose hacia él para sonreírle con la misma emoción - De verdad que es perfecto.

Gian esbozó una sonrisa satisfecha, mientras movía la silla para que la menor tomase asiento y se sentaba finalmente frente a él. La gente cruzaba de un lado a otro, riendo y paseándose, copa en mano, con libertad por cada rincón del enorme restaurante.

- No creo que más que vos -acotó, todavía sonriendo y guiñándole un ojo - Hoy estás realmente preciosa, ¿te he dicho que hoy estás más hermosa que nunca?

- Creo que sí - Camila asintió, riendo con un ligero sonrojo - Hace diez minutos.

Ambos se echaron a reír con ganas, mientras la música seguía sonando. Gian se mantuvo mirándola, perdiéndose en esos ojos que lo miraban de esa manera que simplemente lo cautivaba cada día. Sí, realmente se veía más hermosa que nunca. Con ese abrigo tan bonito, esa sonrisa enamorada, ese colgante rodeando su cuello, esa luz en sus mejillas...

Sintió su celular vibrando por centésima vez en el bolsillo y el porqué de la cena replicó en su mente. Lo había invitado a cenar para decírselo, esa misma noche se lo diría todo. Se levantó y sostuvo la botella de champagne, que yacía en el centro de la mesa, entre sus dedos, sin dejar de admirarlo.

- Pues ya que se demorarán en venirnos a servir, iré abriendo esto.

- Pero tienes que tener cuidado al abrirlo, es un poco peligroso -sus manos se extendieron hacia él y sus ojos se dilataron con preocupación - Mejor deja que yo lo intenten, gianni.

- No te preocupes, todo está bajo cuidado, bonita.

Le guiñó nuevamente el ojo y una media sonrisa le contorneó el borde de sus labios.

- Es que temo que algo suceda.

- ¿Algo cómo qué?

Gian tomó la gruesa servilleta doblada sobre la mesa y la presionó alrededor del cuerpo de la botella, encargándose de descubrir el pico con los dedos y finalmente hacer una presión sobre él para luego escuchar el click anunciándole que estaba abierta la botella.

- Nada -una mueca de alivio bañó el rostro de Camila y sus risas volvieron a escucharse - Temía que se nos cayera encima.

Dejó que el líquido vidrioso cayese libremente sobre ambas copas y tomó asiento, todavía sonriendo al centrar su mirada en su rostro.

- cami, quiero decirte algo...

- ¿Que pasa?

Sus labios se entreabrieron para continuar con lo que había planeado, pero cuando los ojos de cada se posaron sobre los suyos, sintió que estaba perdido. Todo, absolutamente todo lo que había repasado en su mente durante las últimas semanas, desapareció de inmediato y en su lugar, apareció un creciente nerviosismo, que empezaba a carcomerle la médula espinal.

Oh, mierda.

- Sobre vos y yo... Vos sabes que te amo... -el celular volvió a vibrar en el fondo de su bolsillo y la vio asentir con una sonrisa algo extrañada - Dame un segundo.

Se levantó y se dirigió hacía el baño, controlando el sonoro sonido de su respiración y del nerviosismo que ahora recorría su organismo a más velocidad que antes. Ni siquiera entendía cómo iba a lograr soltar esas dos palabras o cuánto tiempo pasaría hasta que las diga.

Inocencia Pasional |giamila|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora