Los días son tristes y las noches un suplicio. Me siento lluvioso, exiliado, en ninguna parte. Vacío, como si me hubieran ido quitando la felicidad a cucharadas. Estoy fuera de mi contorno, saliéndome al futuro sin ver nada, bajando hasta el pasado a no ver nada, estoy sin mí.
No había pretendido hacerle daño, pero al ver su rostro al final de mis palabras, supe que algo se había roto más allá de lo que mis disculpas podrían reparar. Me dolía más de lo que jamás habría imaginado; el vacío que dejó en sus ojos cuando se apartó... ¿Cómo había sido tan ciego? Mi lengua, que debía haberla acariciado con verdades dulces y besos apasionados, se convirtió en un arma que la destrozó. Y ahora, en este silencio que se quedó tras su partida, lo único que escucho es la sombra de su ausencia, gritándome lo que he perdido.Siento que cada cosa que hago lo estoy haciendo mal, que ya no tengo el control de mis acciones y solo me queda enfrentar las consecuencias de mis actos.
La lastimé mucho, rompí el corazón de aquella mujer a la que tanto amo... la misma que ha hecho latir mi propio corazón.De no ser suficiente, Varishka se ha vuelto una carga para mí. Es irrespetuosa con los demás, prepotente y apática, lo principal que no tolero en este reino.
Una mañana, Apostol entró a la oficina con un pequeño cofre forrado de terciopelo rojo como el vino y lo colocó sobre mi escritorio.
—¿Qué es esto?— le pregunté con desdén sosteniendo unas hojas.
—Lo que solicitó semanas atras, señor—
—No lo recuerdo—
—Cuando lo solicitó usted estaba muy feliz de hacerlo—
—¡No lo recuerdo, Apostol!. Muéstrame de una maldita vez qué es eso— exclamé.
Al momento en que Apostol abría el cofre entró Varishka de la manera más inoportuna. Caminó hacia nosotros y ambos nos dimos cuenta de que era un hermoso collar de diamantes acompañado de un anillo de compromiso con pequeños diamantes incrustados. Entonces finalmente pude recordarlo.
—¡Un collar de diamantes! Es hermoso Vlad— exclamó Varishka con euforia. —Y supongo que es para mi— dijo tratando de tomar el collar, pero Apostol lo alejó de ella.Había llegado a mi límite por la imprudencia de ella y su incoherencia. Me levanté del escritorio dejando caer con fuerza mis manos. Ambos sorprendidos voltearon a verme.
—No Varishka, eso no es para ti. No te pertence— estallé alzando la voz.
Sus ojos reflejaron asombro por mi comportamiento y mi voz fuerte que nunca usé con ella, poco a poco iba conociendo mi mal carácter.
—Vlad, ¿A caso es para...?—
—Así es. Este obsequio es únicamente para la mujer que en verdad amo, y es una lástima que haya tenido que llegar hasta este punto para darme cuenta de ello. Lamento que hicieras un viaje tan largo para venir a buscarme y que supieras que yo ya no te amo como algún día lo hice—
Sus ojos comenzaron a brillar por las lágrimas que luchaban por salir, sin embargo no me importaba de la misma manera como los ojos de Irina que me vieron aquella noche después de que le dije esas palabras tan terribles.
—No es justo, Vlad— dijo con una voz temblorosa.
—¿No es justo?— cuestioné caminando hacia ella. —Le faltas el respeto a todos los que sirven para este reino, eres dura con las brujas y no haces nada más que quejarte de este sombrío lugar que te recuerdo, es mi hogar. Quizás eres tú quien no es justa—
—¿Es por esa tonta de Irina, verdad? ¿Qué tiene de especial si ella no es nada?—Las palabras pueriles de Varishka hicieron darme cuenta de algo que con su presencia olvidé. Comencé a pensar en Irina por vagos recuerdos; su sonrisa, sus ojos, su cabello, la suavidad de sus manos, la paz que me transmite... era algo que nunca tuve de nadie más. Un sentimiento tan vivo que solo con ella pude obtener.
—.... Lo es todo para mí— confesé y poco a poco mi corazón comenzó a latir. —La amo como nunca antes había amado a nadie— tomé el anillo de compromiso y al observarlo sonreí. —Y es la mujer que vale la pena renunciar a mi inmortalidad solitaria, para pasar una vida efímera junto a ella—
Varishka se enojó y refunfuñó, caminó hasta la puerta y salió cerrándola con fuerza.
Apostol quien había contemplado todo el escenario dramático, caminó hacia mi dejando una vez más el cofre sobre el escritorio.
—Estoy muy orgulloso de usted, señor. Finalmente tomó la decisión correcta—Me dejé caer sobre la silla y seguí admirando el anillo. A pesar de que puse fin a la "relación" con Varishka, el verdadero reto es Irina.
—¿Crees que ella quiera saber de mi?—
—Si me lo permite, su majestad. La señorita Irina sigue aún muy dolida, desconozco cuales fueron sus palabras hacia ella; sin embargo he visto que un joven vampiro ha estado rondando a su alrededor consolándola—
Fue como una bofetada para mí saber que alguien más ha estado cortejándola.
—¿Quién es él?— pregunté con una mirada llena de celos mientras apretaba el anillo con mi puño.
—Es... Lord Stefan Orantier, su majestad—
—¡¿Ese idiota?!— exclamé molesto. Estaba tan sorprendido que incluso sentí como mi sangre hervía de enojo. —¿Cómo él puede acercarse a ella?—
Mis colmillos poco a poco iban creciendo como dos afiladas agujas, mis ojos se tornaban de carmín y mi piel se volvió lívida.Apostol no parecía asustado por mi transformación incompleta, no es la primera vez que me ve así, sin embargo, trató de tranquilizarme.
—Si usted le hace daño a aquel joven, ella no lo perdonará. Bien o mal el joven Orantier se ha vuelto un amigo para la señorita Irina...—
Poco a poco iba retomando la calma y mi cuerpo regresaba a la normalidad.
—Me atrevo a decir que es el primer amigo que ella tiene desde que llegó a este lugar—
—¿Qué hay de mi, Apostol?— pregunté extrañado.
—Su majestad, ¿usted realmente sabe cómo se siente ella?— dijo y desvié la mirada al suelo al darme cuenta de que jamás le he preguntado a Irina, cómo se siente.
—Sé que solamente la ha cortejado para volverla su esposa, pero, ¿cuando fue la última vez que le ha preguntado a ella cómo se siente?—
—¿Ahora das consejos para relaciones?— dije con una sonrisa burlona.
—.... Su majestad, quizás pueda hablar con ella en el baile de la reina, según sé, la señorita Irina fue invitada para celebrar el primer año de vida de la princesa Mirena... podría ser su oportunidad única de demostrarle lo que usted realmente siente por ella—El baile de celebración de mi hermana era el momento, como dice Apostol, perfecto para acercarme a Irina y decirle lo mucho que me arrepiento de haberla tratado con desdén, de hacerla sentir tan bajo y, de haberle hecho creer que no me importaba.
Era claro que lo que siento ahora es un castigo por mi ceguera, mis decisiones tan erróneas y la falta de comprensión que siempre ignoré, sin embargo, cualquiera puede arrepentirse tanto para volver a comenzar, y es justamente lo que quiero hacer junto a Irina.
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Susurros de los inmortales
RomantiekEn un castillo antiguo y oscuro, un príncipe vampiro vivía una existencia solitaria. Una noche, en sus sueños, vio a una mujer humana, su esencia irradiando luz en su mundo de sombras. Al despertar, supo que su vida había cambiado para siempre. Ell...