FRÍO

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Ira, rabia, frustración...
Eso es lo que sientes, tiras la bolsa de deporte al suelo, te de igual todo.
Te tumbas en la cama, abrazas la almohada, aprietas la cara contra ella, y gritas.

Gritas y las lágrimas empiezan a brotar de tus ojos.

Gritas hasta que te quedas sin voz, lloras hasta que te quedas sin lágrimas. Te sientes vacía.
Te levantas, sales de tu cuarto y te encierras en el baño. Te miras en el espejo. ¿Por qué? ¿Por qué no te han elegido a ti? Todo iba bien, has interpretado a Copelia como ninguna de tus compañeras, entonces, ¿por que la han elegido a ella?

Vuelves a mirarte en el espejo. Entonces lo entiendes. Te quitas la ropa, te colocas de perfil.
Ahí está, ella es la culpable. Esa desagradable curvatura en tu abdomen es la que ha impedido que consigas el papel para la representación de invierno.
Claro, ¿cómo te iba a escoger? Ella es mucho más delgada, más esbelta, más grácil. Le elección era obvia.

Quieres el papel.
Tienes que adelgazar.

Esa noche no cenas.

Te revuelves en la cama, tienes hambre. Tu estómago gruñe reclamando comida.
Tienes hambre.
Y comes.

A la mañana siguiente la culpabilidad te asalta. ¿Cómo vas a adelgazar si comes por las noches?
Te vistes y preparas para el instituto y sales de tu habitación.

Tu madre ha preparado un desayuno increíble: tostadas, zumos, croisants de mantequilla...
Y eso que hueles son, ¿huevos con baicon?
Se te hace la boca agua.
Recuerdas tu promesa: "Tengo que adelgazar"
Entras a la cocina, agarras una tostada, solo una, y, sin darle tiempo a tu madre para que te lo impida, sales de casa gritando que llegas tarde.

Pasan los días. Haces ejercicio a diario y en la Academia de baile eres la que mas se esfuerza.
Estás comiendo menos.
A veces asaltas la nevera para comer, engullir, todo lo que puedas. Solo lo haces cuando no puedes más.
Después la culpa te mata, te corroe por dentro.

Pasan los meses. Has adelgazado. Todos te lo dicen. Dicen que estás más esbelta, más guapa. Cada vez que escuchas esas palabras sonríes. Lo estás consiguiendo.

Has perdido 6 kg desde que empezaste tu "dieta".
A veces tienes frío, pero te dices a ti misma que es por el invierno.

Vuelven a convocar audiciones en la Academia de baile. Esta vez para La Cenicienta.
Te presentas. Puedes hacerlo. Te sientes bien.

Nada.

Eso es lo que has conseguido. Nada. Ella ha vuelto a conseguir el papel.
Ha adelgazado durante las vacaciones de Navidad. Está aún más delgada, más esbelta y más grácil que la última vez que la viste.

Llegas a casa. Te encierras en tu cuarto. Tiras la bolsa al suelo. Te tumbas en la cama.

Lloras hasta quedarte sin lágrimas.
Gritas hasta quedarte sin voz.

Te miras en el espejo. Estás gorda.

Dejas de comer. Buscas excusas.
'Ya he merendado en casa de Elena'.
'He comido mucho, no tengo hambre'.
'Ya me compraré algo para el recreo'.

Te matas a hacer ejercicio. Cuando no puedes dormir te escabulles de tu habitación y usas la maquina de correr que le regalaron a tu madre. Esa que ella no usa nunca.

Ahora el frío es algo constante. Usas sudaderas hasta para dormir.

Te tiemblan las piernas. Te sientes débil. 'Estaré cansada por lo de ayer'.
Y es que no has dormido, te has pasado la noche haciendo ejercicio.
Abdominales. Flexiones. Correr. Spining.

Has perdido 17 kg.

La Academia convoca otras audiciones. Te presentas. Bailas.

Te dan dan el papel. Serás Julieta para la actuación de fin de curso.

Llegas a tu casa. Te encierras en tu cuarto. Dejas la bolsa en el suelo. Te sientas en la cama. Sonríes.

Has perdido 24 kg.

Un repentino temblor sacude tu cuerpo. Sacas una sudadera. Te la pones.
Sigues teniendo frío. Te metes en la cama y te tapas con el edredón y una manta. Es junio.

Tres semanas antes de la actuación, dejas de comer.
Te miras en el espejo.
Tienes que perder un kilo más, es tu meta.

Estás débil y te cuesta hacer las cosas.
Siempre tienes sueño.
Siempre tienes frío.

Llega la actuación.
Bailas. Sientes los nervios, la tensión. Vives la representación. Eres Julieta. Conmueves al público.

Te ven pequeña, frágil, delicada.

Llega la escena final. Tienes que suicidarte. El público aplaude. Tus compañeros lloran de alegría, tú no, tú estás demasiado débil, demasiado cansada. Pero sonríes.

Tienes frío. Vas a tu camerino. Cierras la puerta. Intentas caminar, pero no te quedan fuerzas.
Te derrumbas en el suelo.
Sientes frío.
Mucho frío.
No tienes fuerzas.
No tienes energía.
Tu cuerpo está agotado.
Sientes frío.
Mucho frío.
Estás helada.
Frío...
Frío...

Y luego nada.

Tienes 17 años. Pesas 38 kg.

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