Capitulo 7

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Aynea coge las llaves y sale de la casa intentando aclarar su mente

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Aynea coge las llaves y sale de la casa intentando aclarar su mente. Va sin un rumbo fijo, pero parece que el camino está claro. Es tan automatizado como el que haces a un lugar que vas habitualmente, que ya lo haces por sistema.

Llega a un parque al poco, respirando profundamente para aclarar sus ideas. Sigue caminando hasta llegar a un banco en particular, donde hay una persona sentada con la cabeza entre las manos. La chica se acerca, sintiendo algo raro en su cuerpo.

Aynea: ¿Javivi?

Los ojos azules del delantero del RCD Espanyol se posan en ella cuando el chico levanta la mirada.

Javi: ¿Ayni?

Esos apodos que hace meses eran tan típicos en ellos suenan extraños en ese momento, sus mentes empiezan a desbloquear algunos recuerdos que creen perdidos.

La joven se sienta en el banco y saca el juego de llaves que ha sido el inicio de toda esta situación para ella, tendiéndoselo al futbolista.

Aynea: Creo que estas son tus llaves de casa.

El chico las coge algo cohibido, pero enseguida saca las que él tiene en su bolsillo para dárselas a la chica.

Javi: Entonces, creo que esta son tus llaves.

Ambos se quedan con las llaves en las manos, intentando aclarar su cabeza. Levantan la mirada para mirarse y parece que se entienden sin hablar.

Cogen los llaveros y los unen, viendo que forman una pieza completa de ambas mascotas del RCD Espanyol junto a las iniciales de sus apellidos.

Vuelven a mirarse y ahí muchos recuerdos vienen de golpe. Momentos, palabras, gestos... Pero sobre todo recuerdan esa pedida de mano de hace unos meses.

Aynea: Antes del accidente estábamos juntos.
Javi: E incluso ya teníamos planes de boda.

En ese momento algo aparece en la mente de Aynea y lleva las manos a la parte de atrás de su cuello. Desabrocha el colgante que lleva puesto y se lo quita dejándolo en su mano para mostrar el anillo que cuelga de la cadena.

Aynea: Mi hermana me dijo que el anillo era de mi abuela y me lo había regalado antes del accidente, y que lo llevaba al cuello para evitar que se me perdiera porque me quedaba algo grande.

El chico mira el anillo y otros recuerdos vienen a él, concretamente cuando estaba eligiéndolo con la ayuda de su hermana pequeña.

Javi: Es el anillo que te compré, acabo de recordar como fui con mi hermana a comprarlo.

La chica saca el anillo de la cadena dispuesto a ponérselo, pero el futbolista la frena. Es él quien coge el anillo y lo pone en el dedo de quien era su prometida antes del accidente. Después deja un beso en la mano de la joven antes de mirarla a los ojos.

Javi: Siento si te ha parecido atrevido, pero creía que quien debería ponértelo de nuevo, como aquel día, debería ser yo.
Aynea: No te preocupes, ha sido tierno.
Javi: Estábamos juntos en el coche el día del accidente, ¿Verdad?
Aynea: Eso creo, sí.

Javi respira profundamente y, con algo de miedo, entrelaza su mano con la de la chica, no quiere abrumarla ni molestarla. Aynea sonríe con el gesto y también entrelaza la mano con la del chico, sintiendo como mucha de las cosas que antes no tenían sentido alguno, ahora empiezan a encajar.

Javi: No sé por qué hemos tardado tanto en recordarnos.
Aynea: Yo tampoco, ha sido entrar en casa y venirme casi todos los recuerdos.
Javi: Yo igual, lo que no entiendo es porque cuando salimos del hospital, no volvimos a casa directamente.
Aynea: A mí, mi hermano me dijo que vivía con él, ha sido Lena quien me ha dado las llaves para que fuera a casa.
Javi: En mi caso, las llaves han sido cosa de Nico, porque según mi madre no me había independizado y además estaba soltero.
Aynea: Lluis también me decía que no tenía pareja.

Ambos se miran y empiezan a atar cabos. Ven como dos personas tan importantes para ellos han sido capaces de mentirles con algo tan serio como su verdadera vida antes del choque.

Y también se dan cuenta como hay gente que, de forma indirecta, les estaba ayudando a volver a ser los de siempre.

Y también se dan cuenta como hay gente que, de forma indirecta, les estaba ayudando a volver a ser los de siempre

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La mente puede olvidar, pero no el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora