Capitulo1: El Comienzo

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Elara Martínez nunca había imaginado que su vida daría un giro tan radical al recibir la noticia de su beca para la prestigiosa universidad en Estados Unidos. Sin embargo, la emoción se mezclaba con el miedo, ya que provenía de una familia tóxica y pobre en Bonao. Su madre siempre le decía que no era suficiente, que no lograría nada importante en la vida. A pesar de ello, Elara había trabajado arduamente por este momento, buscando una oportunidad que le permitiera escapar de ese entorno negativo.

Al llegar al campus, todo era diferente: los edificios imponentes, la diversidad de estudiantes, la constante actividad que vibraba en el aire. Se sentía pequeña y fuera de lugar. Mientras buscaba su camino a la clase de literatura, una figura alta se interpuso en su camino. Al alzar la vista, se encontró con unos penetrantes ojos azules y una piel clara contrastaba con el entorno, y un cabello liso caía de manera despreocupada sobre su frente. La seguridad que irradiaba era palpable.

—¿Te ayudo? —preguntó él con una sonrisa, que iluminó su rostro.

Elara, un poco desorientada, asintió, sintiendo un ligero rubor en sus mejillas. Mientras caminaban juntos hacia la clase, la conversación fluía, aunque Elara se sentía un poco nerviosa.

—¿De dónde eres? —preguntó el chico, curioso.

—Soy de Bonao, en República Dominicana. —Su voz tembló ligeramente—. ¿Y tú, de dónde eres?

—De Puerto Rico. Pero he estado aquí un par de meses. Este lugar es increíble, aunque a veces me siento un poco fuera de lugar —confesó el chico mirando a su alrededor con confianza.

Elara sonrió, reconociendo esa sensación. La inseguridad la había acompañado en su llegada, pero la calidez de su conversación hacía que todo pareciera más fácil.

—Es normal sentirse así al principio. —Dijo ella, tratando de sonar más segura—. Pero creo que este lugar tiene mucho que ofrecer.

El chico la miró con interés. —¿Tú crees? A veces siento que, debido a mi familia, la gente asume que tengo todo resuelto. Pero no es así.

Elara frunció el ceño. —Yo también tengo mis dudas. Mi familia no es muy apoyadora... —su voz se apagó, como si la realidad de su situación le pesara en el pecho.

El chico la observó, sintiendo la vulnerabilidad que emanaba de ella. —Eso debe ser difícil. Pero aquí, podemos crear nuestras propias historias, ¿no crees?

Elara se sintió un poco más ligera al escuchar sus palabras. —Sí, creo que podemos.

A medida que se acercaban al aula, Elara se dio cuenta de que su vida en la universidad podría ser mucho más emocionante de lo que había imaginado, y todo gracias a este encuentro inesperado con este chico tan bello. Tal vez, solo tal vez, encontraría en él un aliado en su camino hacia la autoconfianza.

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