El sol de la tarde iluminaba la Academia U.A., bañando los terrenos con un cálido resplandor. Ochako Uraraka caminaba junto a Izuku Midoriya, riendo de algo que él había dicho, mientras Bakugo observaba desde la distancia. Estaba apoyado contra una pared, los brazos cruzados y una expresión de disgusto en su rostro. Sin embargo, la tensión en su mandíbula y el leve brillo en sus ojos lo traicionaban. Bakugo, por mucho que lo odiara, no podía negar lo que sentía por ella.
Era absurdo. Patético, incluso. Él, Katsuki Bakugo, el mejor de la clase, el que siempre estaba un paso por delante de los demás, había caído en algo tan débil como el amor. Pero no por cualquier persona, sino por Ochako Uraraka. Al principio, se había burlado de sí mismo. ¿Cómo es posible que me haya fijado en ella? Pero con el tiempo, los momentos compartidos, las sonrisas y la inquebrantable determinación de Ochako habían empezado a afectarlo de maneras que no quería admitir.
- ¿Qué diablos haces, Bakugo? - se murmuró a sí mismo con desprecio, apartando la mirada de ellos.
Cada vez que la veía con Deku, su maldita sangre hervía. Sabía que Ochako tenía sentimientos por él. No lo decía abiertamente, pero Bakugo era observador, más de lo que la gente creía. Los pequeños gestos, las miradas largas y silenciosas que le lanzaba a Izuku cuando pensaba que nadie la veía. Lo sabía, y ese conocimiento lo carcomía por dentro. Era un sentimiento nuevo y terrible para él. No podía soportar perder, menos cuando ni siquiera había tenido la oportunidad de pelear por ella.
Bakugo se alejó de la escena, dirigiéndose hacia su dormitorio. Los pasillos estaban llenos de vida, pero su mente estaba en otro lugar. Cada vez que veía a Uraraka con Deku, algo en su pecho se comprimía. Era como una bomba a punto de estallar, y sabía que tarde o temprano no podría contenerlo más.
Al llegar a su habitación, cerró la puerta con fuerza y se dejó caer sobre la cama. Miró el techo, como si buscara respuestas en las grietas que no existían.
- Maldita sea, - murmuró, pasándose la mano por el rostro. Había algo más allá del enojo habitual. Era una sensación de impotencia, algo que lo hacía sentirse débil, y eso lo volvía loco. Él no era débil. Nunca lo había sido.
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Mientras tanto, Ochako seguía caminando junto a Izuku. Era una tarde tranquila, con el sonido de las hojas moviéndose con la suave brisa de otoño. Izuku, como siempre, estaba emocionado hablando sobre héroes, estrategias y su próxima misión de entrenamiento. Ochako lo escuchaba con atención, pero sus pensamientos estaban en otra parte. No podía evitar sentirse nerviosa cerca de él. Cada palabra que decía, cada gesto amable, la hacía sentir una calidez en el pecho.
- ¿Estás bien, Uraraka? - preguntó Izuku de repente, deteniéndose y mirándola con preocupación.
- ¿Eh? ¡Oh, sí! Claro, Deku - respondió ella rápidamente, agitando las manos de manera nerviosa. - Solo estoy... pensando en la misión de mañana.
Izuku sonrió, claramente aliviado. - ¡Genial! Me alegra que estés enfocada. Vamos a dar lo mejor de nosotros.
Ella asintió, pero no podía dejar de sentir ese pequeño nudo en el estómago. Sabía que sus sentimientos por Izuku habían crecido con el tiempo, pero algo la detenía de ser completamente abierta con él. Quizá era el miedo al rechazo, o tal vez el hecho de que Izuku siempre estaba tan enfocado en ser un héroe que dudaba que siquiera se diera cuenta de sus propios sentimientos.
De repente, la figura de Bakugo cruzó por su mente. Él siempre estaba ahí, de alguna manera. Era un constante en su vida, un torbellino de emociones explosivas que no dejaba de sorprenderla. A pesar de su rudeza, Ochako sabía que Bakugo tenía una pasión que admiraba. Sin embargo, lo veía más como un rival que como otra cosa. Pero últimamente, había algo en la manera en que él la miraba. Algo que no podía descifrar del todo.
- Oye, Deku - dijo ella de repente, rompiendo el silencio. - ¿Qué opinas de Bakugo?
Izuku se rascó la cabeza, claramente desconcertado por la pregunta. - Bueno... ya sabes, es Kacchan. Siempre ha sido fuerte, pero también... difícil de entender. Aunque, a su manera, creo que se preocupa por todos, incluso si no lo demuestra.
Ochako sonrió levemente. Esa era una respuesta muy típica de Izuku. Siempre encontraba lo mejor en las personas, incluso en alguien tan complicado como Bakugo. Pero algo dentro de ella seguía inquietándola. Decidió ignorarlo por el momento.
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Al día siguiente, durante el entrenamiento, Bakugo no podía concentrarse. Cada vez que veía a Uraraka en el campo de batalla, peleando con toda su fuerza, sentía esa mezcla de admiración y frustración. Quería acercarse, quería hablar con ella, pero no era su estilo. No sabía cómo expresar lo que sentía, y mucho menos cómo lidiar con la idea de que ella pudiera rechazarlo. Y peor aún, que lo hiciera por Deku.
- ¡Kacchan! - la voz de Izuku lo sacó de sus pensamientos.
- ¿Qué diablos quieres, nerd? - respondió Bakugo con su habitual tono agresivo.
- Solo... parece que no estás concentrado, - dijo Izuku con cautela, sin querer provocarlo. - ¿Estás bien?
Bakugo lo miró fijamente por un momento, debatiéndose entre gritarle o simplemente ignorarlo. Al final, optó por la segunda opción, alejándose sin decir una palabra más. El entrenamiento continuó, pero la tensión en el aire era palpable.
Cuando terminó la sesión, Bakugo estaba de peor humor que al principio. Decidió dirigirse al lugar donde siempre iba cuando necesitaba despejar su mente: el techo de la academia. Desde allí, podía ver todo, pero, más importante, podía estar solo.
Pero esta vez, no estaba solo.
Ochako estaba ahí, sentada en el borde, mirando el cielo. Al parecer, no lo había notado. Bakugo se quedó quieto por un momento, observándola en silencio. La luz del atardecer iluminaba su rostro, dándole un aspecto casi etéreo. Y ahí, en ese momento, Bakugo sintió algo más que frustración. Algo más profundo, algo que había estado ignorando todo este tiempo. Quería acercarse a ella, pero no sabía cómo hacerlo.
Finalmente, decidió dar el paso.
- ¿Qué haces aquí, Uraraka?
Ella se sobresaltó ligeramente, girando la cabeza para verlo. - ¡Oh! Bakugo... no te vi llegar.
Él se acercó lentamente, sentándose a su lado sin decir más. Durante unos segundos, ambos quedaron en silencio, mirando el horizonte. Bakugo no era de los que hablaban de sentimientos, y mucho menos de los suyos, pero había algo en ese momento que lo empujaba a hacerlo.
- Siempre estás con Deku, - soltó de repente, sin mirarla.
Ochako lo miró, sorprendida por el comentario. - ¿Eh? Bueno... somos amigos, ya sabes. Hemos pasado por mucho juntos.
Bakugo apretó los puños, sintiendo esa rabia familiar. No quería escuchar sobre Deku. No quería que ella lo mencionara. Pero, al mismo tiempo, sabía que no tenía derecho a reclamar nada.
- ¿Y eso qué? - gruñó, mirando finalmente hacia ella, sus ojos llenos de una mezcla de emociones que Ochako no supo interpretar. - ¿Alguna vez has pensado en alguien más?
Ella parpadeó, confundida por la pregunta. - No entiendo, Bakugo. ¿A qué te refieres?
- A esto, maldita sea, - dijo él, sus palabras más cargadas de emoción de lo que pretendía. - No eres solo amiga de Deku. Lo sé. Todos lo saben.
Ochako abrió la boca para responder, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. Había algo en los ojos de Bakugo, algo que nunca había visto antes. ¿Era... dolor?
Y entonces, en ese breve instante de vulnerabilidad, Bakugo sintió que tal vez, solo tal vez, había llegado el momento de enfrentar lo que sentía. Pero, ¿estaba listo para lo que vendría después?
Gracias por leer 🫀.
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ECOS DE UN AMOR INESPERADO | BAKUGO X OCHAKO
Roman d'amourBakugo lucha con sus sentimientos por Ochako, quien ama a Izuku. A medida que se acercan, descubren una conexión inesperada, lo que les lleva a explorar el amor y la rivalidad, y encontrar su camino hacia la felicidad juntos. •Los personajes mencion...