02 | La explosión del corazón.

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El aire entre ellos se llenó de una tensión palpable. Ochako podía sentir cómo las palabras que Bakugo había pronunciado resonaban en su mente. Había algo diferente en su tono, algo que no encajaba con el chico explosivo que siempre había conocido. Bakugo no era de expresar emociones, pero ahí estaba, frente a ella, dejando entrever un lado que ella jamás había imaginado.

– ¿De qué estás hablando, Bakugo? – preguntó ella finalmente, tratando de entender. Sabía que lo que él había dicho sobre sus sentimientos por Deku no estaba muy alejado de la verdad, pero había algo más, algo que ella no lograba descifrar.

Bakugo apretó los dientes. No estaba acostumbrado a esto, a abrirse de esta manera. Le dolía, le hacía sentir vulnerable, pero sabía que si no lo hacía ahora, quizá nunca tendría otra oportunidad. Aún así, maldita sea, no podía decirlo. Era como si sus labios estuvieran sellados por el orgullo.

– ¡Olvídalo! – bufó, levantándose rápidamente y apartándose de ella. – Esto es una maldita estupidez.

Ochako lo miró irse, desconcertada por el repentino cambio de actitud. Había un torbellino en su mente. ¿Por qué Bakugo, de todos, estaba actuando así? Había conocido a Bakugo como alguien duro, implacable, pero nunca lo había visto tan... emocional. Algo estaba claramente mal. Sin pensarlo demasiado, se levantó y corrió detrás de él.

– ¡Bakugo, espera! – gritó, alcanzándolo en un par de zancadas.

Él se detuvo, aunque no se giró para mirarla. Sabía que si lo hacía, perdería el control de sí mismo, algo que odiaba. No podía mostrar debilidad, no frente a ella. Pero la suave mano de Ochako en su brazo lo detuvo. No era la fuerza lo que lo mantenía en su lugar, sino la calidez de ese contacto, un gesto tan simple, pero que hacía que todo dentro de él temblara.

– ¿Qué te pasa? – insistió ella, con una mezcla de preocupación y curiosidad. – No eres tú... o al menos, no el Bakugo que conozco.

Bakugo tragó saliva, su mente librando una batalla interna. ¿Debía decirlo? ¿Debía confesar que, desde hacía meses, no podía dejar de pensar en ella, aunque quisiera? Todo el maldito día, su mente estaba invadida por su sonrisa, por su risa, y no soportaba verla cerca de Deku, como si él no existiera.

– Cállate, – murmuró, pero su voz carecía de la fuerza habitual. Era más como un ruego.

– No voy a callarme – respondió Ochako con firmeza, apretando ligeramente su brazo, obligándolo a mirarla. – Quiero saber qué está pasando.

Bakugo finalmente giró la cabeza, sus ojos carmesíes encontrando los de ella. Por un momento, ambos se quedaron en silencio, como si el tiempo se hubiera detenido. Ochako podía ver el conflicto en su mirada, esa mezcla de frustración y algo más, algo que nunca había visto en él.

Y entonces, sin previo aviso, Bakugo dio un paso hacia ella, acortando la distancia entre ambos. Su rostro estaba a solo centímetros del de Ochako, su respiración pesada y sus ojos fijos en los suyos.

– No lo entiendes, Uraraka – dijo con un tono grave, su voz vibrando con una intensidad que la hizo estremecerse. – Yo... yo no puedo verte con Deku. No puedo soportarlo.

Ochako sintió su corazón acelerarse. ¿Qué estaba diciendo? La sorpresa la dejó muda por unos segundos.

– Bakugo, yo... – comenzó, pero él la interrumpió.

– No me importa si piensas que soy un idiota por esto, – continuó, cada palabra saliendo de su boca con dificultad. – ¡Pero no puedo seguir fingiendo que me da igual! No lo soporto, ¿entiendes? ¡Maldita sea, me gustas, Uraraka!

Esas últimas palabras cayeron como una bomba. Ochako lo miró boquiabierta, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. ¿Bakugo... estaba confesando que le gustaba?

La mente de Ochako comenzó a girar a toda velocidad. Nunca se había imaginado a Bakugo sintiendo algo así por ella. Siempre lo había visto como alguien distante, alguien que no mostraba interés en nada más que en ser el mejor héroe. ¿Cómo era posible que él, de todas las personas, sintiera algo por ella?

Bakugo, por su parte, estaba en completo caos interno. Ya lo había dicho. Había soltado lo que había estado guardando por tanto tiempo, y ahora no podía hacer nada más que esperar su reacción. El silencio de Ochako lo estaba matando.

– Bakugo... – susurró ella finalmente, pero su tono estaba cargado de incertidumbre. – No sé qué decir.

– Claro que no sabes, – respondió él, dando un paso hacia atrás, su corazón latiendo con fuerza. – Porque tú solo piensas en Deku.

El nombre de Izuku lo decía con amargura, como si fuera una espina que llevaba clavada en el pecho. Lo odiaba. Odiaba cómo Uraraka veía a Deku, cómo sus ojos brillaban cuando estaban juntos. Y lo peor de todo, odiaba que nunca lo mirara a él de esa manera.

– No es tan sencillo, – dijo Ochako con una pequeña sonrisa triste. – Yo... siempre he admirado a Deku, siempre lo he apoyado porque es alguien especial para mí. Pero no me había dado cuenta de que...

Se detuvo, las palabras quedándose atascadas en su garganta. Sentía una presión en su pecho, una mezcla de emociones que no sabía cómo manejar. No quería herir a Bakugo, pero tampoco sabía cómo corresponder a algo que nunca había esperado.

– ¿Qué? – preguntó Bakugo, su voz más suave ahora. Por primera vez en mucho tiempo, había vulnerabilidad en sus ojos.

Ochako bajó la mirada. Parte de ella estaba confundida. Siempre había visto a Bakugo como alguien inalcanzable, alguien que nunca se detendría a fijarse en alguien como ella. Pero ahora que lo tenía ahí, frente a ella, confesando sus sentimientos... no sabía qué hacer.

– Yo... no sé si puedo corresponderte de la misma manera, Bakugo, – admitió finalmente, su voz suave pero sincera. – Mis sentimientos por Deku siempre han sido fuertes, y aunque no sé si son lo que tú piensas... esto es nuevo para mí. Tú eres nuevo para mí.

Bakugo sintió una mezcla de decepción y alivio. No era el rechazo completo que había temido, pero tampoco era la aceptación que había deseado. Estaba en un limbo, y eso era casi peor. Pero por alguna razón, no podía dejar de sentir una pequeña chispa de esperanza.

– Tienes razón, – dijo finalmente, su tono más calmado. – Esto es nuevo para ti. Y no espero que lo entiendas de inmediato.

Bakugo se volvió, dirigiéndose hacia el borde del techo, donde la brisa fresca lo golpeó en la cara. Se quedó en silencio durante un rato, contemplando el horizonte, mientras Ochako se mantenía detrás de él, sin saber qué hacer.

– Pero voy a hacer algo que nunca he hecho antes, Uraraka, – dijo él, sin mirarla. – Voy a pelear por ti.

Ochako sintió un escalofrío recorrer su columna ante esas palabras. Sabía que cuando Bakugo decía que iba a pelear, lo decía en serio. Nunca había sido del tipo que se rendía fácilmente, y ahora, parecía que estaba dispuesto a hacer lo mismo por ella.

Bakugo apretó los puños, sintiendo cómo su determinación se encendía dentro de él. Había dicho lo que sentía, y aunque no había obtenido la respuesta que esperaba, no iba a rendirse. Nunca lo hacía. No con sus objetivos, y mucho menos con sus sentimientos.

– Así que prepárate, – dijo finalmente, girándose hacia ella con una leve sonrisa arrogante en los labios. – Porque no me voy a rendir tan fácilmente.

Ochako lo miró, sorprendida por el cambio repentino en su actitud. Pero una parte de ella también sonrió. Era típico de Bakugo. Siempre tan decidido, tan lleno de fuego. Y aunque todavía no sabía lo que sentía, no podía negar que algo en él la atraía, algo que nunca antes había visto.

Gracias por leer 🫀.

ECOS DE UN AMOR INESPERADO | BAKUGO X OCHAKO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora