Capitulo 25

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Diego: ¿Estás bien?

Roberta: No, Diego, no estoy bien. Hace menos de una hora, casi chocamos por TU culpa para ir a casa de Mia, donde no respondió a ninguna de mis dudas, o sea que ustedes dos siguen viéndome la cara. ¿Te parece eso bien?

Diego: Ten las llaves, yo me voy, no puedo soportar seguir escuchando - tomó mi mano y puso las llaves del auto en la palma de ésta, antes de abrir la puerta, bajar y comenzar a caminar hacia su casa.

Roberta: ¡Y apenas voy comenzando! - bromeé sarcástica - Y, debes escucharme, porque aquí, la ofendida soy yo.

Diego: De acuerdo,te escucho, pero baja la voz - condicionó suavemente, tomándome por los hombros y dirigiéndome a la entrada de mi casa.

Roberta: ¿Te he dicho que desde que llegaste a mi vida, ésta se arruinó? - le pregunté sarcástica.

Diego: No,nunca me lo has dicho - respondió a regañadientes.

Roberta: Pues te lo acabo de decir - reí y estaba segura de que estaba tan alterada, que parecía que estaba borracha.

Diego: Roberta, ¿segura estás bien? - repitió.

Roberta: No, pero tal vez si te alejas unos cinco kilómetros de mí, lo esté.

Diego: Mmmm... lástima que la vida no es una máquina de conceder deseos - se burló encogiéndose de hombros.

Roberta: ¡Mi único deseo es que tú salgas de mi vida! - exclamé harta.

Diego: Te recuerdo que fuiste tú la que me llamó hoy, no yo - replicó, y deseé que eso no fuera cierto.

Roberta: Sí, pero lo que quería era que me iluminaras con respuestas, pero ni eso puedes hacer porque eres sólo un COBARDE - destaqué la última palabra, antes de girar y entrar a mi casa, dando un portazo al cerrar la puerta en su cara.

Lo último que vi fue su mueca de molestia, y eso, sinceramente, no me importaba en lo absoluto. Ya no me importaba qué es lo que se traen Diego y Mia, sólo quería volver a ser la chica normal y aburrida, sin tantos problemas y que lo único interesante que hacía era salir al centro comercial. ¡¿Era eso mucho pedir?! Al parecer, sí.

Me desperté y revisé la hora en mi teléfono, eran las diez de la mañana. ¿Cuándo me quedé dormida? No lo sabía, sólo sé que ya no fui a la escuela. Genial, mi primera falta en años. Gruñí cuando intenté levantarme y mi espalda comenzó a quejarse. Finalmente me levanté y subí las escaleras hacia mi habitación, entré al baño y me di una larga ducha. Salí y me puse unos jeans ajustados, un suéter blanco con rayas negras y un par de converse, así estaría lista de una vez y podría ir a casa de Mia en cuanto saliera de la escuela.

Santos: ¿Dónde estás? - inquirió al otro lado de la línea.

Roberta: En casa - respondí obvia antes de darle una mordida a mi sandwich - ¿Quieres que pase por ti al salir? Necesito que me acompañes a un lado - agregué.

Santos: ¿Adónde iremos? - preguntó curioso.

Roberta: Por la verdad.

Santos: De acuerdo, Sherlock, como digas;- dijo sarcástico. - ¿Por qué faltaste?

Roberta: Me quedé dormida - admití con simpleza - ¿Me cubriste?

Santos: Por supuesto, ¿qué clase de amigo crees que soy?

Roberta: No lo hiciste, ¿cierto?

Santos: He aquí tu respuesta: soy la clase de amigo que no cubre a los amigos para poder enseñarles una lección.

Roberta: ¡Yo también!

Rió, o eso creo, se escuchaba mucho ruido como para poder distinguir lo que decía con certeza.

Santos: Te veo a la salida, ya viene el maestro - susurró.

Roberta: ¿No es hora del almuerzo? - pregunté extrañada.

Santos: Era. Nos vemos - y colgó.

Puse mi teléfono en la mesita de noche al lado de la cama antes de tirarme en esta, contando mentalmente para tranquilizar mi respiración. Ahora que finalmente "sabría la verdad" estaba más que nerviosa. ¿Qué pasa si lo que creí acerca de Diego y Mia es mentira? ¿Y qué si es verdad? Por un lado, arruinaría mi amistad con Mia. Y por el otro seguramente se preguntarían por qué era que me importaba tanto, ¿qué les diría entonces? ¿"Me gusta Diego"? Si, claro.

¿Dónde están Lily y Lucy cuando las necesito?

Estacioné el auto en la acera y apagué el motor, esperando a que la hora de salida al fin llegara, y para eso faltaban veinte minutos, por lo mientras yo comería mi helado. Sí, admito que tengo una obsesión con el helado y todo lo dulce, pero qué más da.

Santos: Hola , Roberta - saludó alegre Santos al subir al auto.

Roberta: Hola.

Santos: Y bien, ¿ahora qué? - preguntó impaciente.

Roberta: Primero llamaré a Mia - avisé sacando mi teléfono de mi pantalón.

« Mia: ¿Roberta?

Roberta: Iré a tu casa en veinte minutos - informé más que preguntar.

Mia: ¡¿Qué?! NO - gritó tan fuerte que tuve que apartar el teléfono de mi oreja.

Roberta: ¿Y ahora por qué? - espeté molesta.

Mia: Ve a tu casa, yo llevaré a la persona que te dará todas las respuestas - y colgó »

¿Por qué todos me colgaban?

Santos: ¿Y? - inquirió a mi lado.

Roberta: Vamos a mi casa - gruñí harta de que siempre pospusieran la verdad.

«¿Te recuerda a alguien?» se burló una vocecita en mi cabeza.

Lucy.

«¿Dónde estabas cuando te necesitaba?» le pregunté.

«¡Oye, yo tengo vida personal! A diferencia tuya».

«¿Te he dicho que prefiero mil veces a Lily?».

«No, pero no hace falta, son igual de estúpidas, es obvio que son la una para la otra» dijo burlona, después, ya no la volví a escuchar.

Santos: Tu casa es muy linda - comentó mirando todo sorprendido al entrar.

Roberta: Gracias - agradecí sin prestarle atención.

El timbre de la casa sonó y me apresuré a correr hacia la puerta, tropezándome con el sofá. Caí, y a pesar de que el tobillo me dolía, me levanté y caminé esta vez más despacio hacia la entrada, donde ya estaba Santos abriendo la puerta. Me situé detrás de él, usando su hombro como respaldo, para ver a Mia y a ... ¿Lupita? 

Polos Opuestos •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora