único

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Vernon y Seungkwan habían sido pareja durante tres años. Habían comenzado como amigos, compartiendo risas y complicidad, y eventualmente esas conexiones profundas se convirtieron en algo más. Vivían juntos en un pequeño apartamento, decorado con una mezcla de gustos de ambos: pósters de películas clásicas que Vernon adoraba, y pequeñas plantas que Seungkwan cuidaba como si fueran sus hijos. Se conocían como la palma de su mano, con sus fortalezas y sus debilidades, y eso hacía que su relación fuera hermosa y compleja a la vez.

Últimamente, sin embargo, la tensión había crecido. Los problemas del trabajo y las exigencias de la vida diaria se habían acumulado sobre Seungkwan, y aunque Vernon intentaba ser siempre el pilar de tranquilidad, hasta el más paciente de los corazones tiene un límite. Era una tarde de viernes, y ambos estaban en la cocina preparando la cena. La conversación comenzó con algo trivial, una pequeña crítica sobre la forma en que Vernon cortaba las verduras, pero pronto escaló. Seungkwan, cansado y frustrado, dejó escapar las palabras sin medirlas.

—¡Es que siempre eres tan despreocupado, Vernon! Nunca te tomas nada en serio, todo te da igual— dijo Seungkwan, su voz cada vez más alta y sus ojos llenos de una mezcla de cansancio y enojo. Vernon dejó el cuchillo en la tabla de cortar y lo miró. Sus ojos, habitualmente cálidos y comprensivos, se apagaron un poco.

Normalmente, Vernon habría sido quien diera el primer paso hacia la reconciliación. Sabía lo importante que era para Seungkwan escuchar esas dos palabras: "lo siento". Sabía que su pareja necesitaba sentir que había un esfuerzo para reparar lo que estaba roto, y hasta ahora, siempre había estado dispuesto a hacerlo. Pero esta vez no. Esta vez, Vernon estaba cansado. No solo del argumento en sí, sino del patrón que parecía repetirse una y otra vez. Se dio cuenta de que siempre era él quien cedía, y que Seungkwan nunca parecía darse cuenta del daño que sus palabras podían causar.

—¿Sabes qué, Seungkwan? Estoy cansado de esto. Si siempre soy yo el que se disculpa, entonces no estamos realmente solucionando nada— dijo Vernon, su voz calmada pero firme. Luego, se dió la vuelta y salió de la cocina, dejándolo solo con el silencio y una sensación de vacío en el pecho.

Esa noche, durmieron en habitaciones separadas. Seungkwan no podía dormir, sus pensamientos dando vueltas una y otra vez. Se había acostumbrado a la paz que Vernon siempre traía después de una pelea, y ahora que no la tenía, se dio cuenta de cuánto dependía de esa reconciliación fácil. Pero, sobre todo, se dio cuenta de que quizás nunca había considerado lo injusto que era esperar siempre que Vernon cediera.

Los días que siguieron fueron fríos y distantes. Vernon se mantenía ocupado, y aunque intentaba actuar con normalidad, Seungkwan podía notar que algo había cambiado. Había una distancia nueva entre ellos, una barrera que Seungkwan no sabía cómo atravesar. Las palabras "lo siento" se le atragantaban en la garganta cada vez que intentaba decirlas. No estaba acostumbrado a pedir disculpas; no porque no creyera en ellas, sino porque siempre había tenido miedo de parecer débil.

Una noche, después de cenar en silencio, Seungkwan miró a Vernon, quien estaba sentado en el sofá, leyendo un libro. Había algo en la forma en que Vernon miraba la página, ausente, que hizo que Seungkwan se diera cuenta de lo mucho que temía perderlo. No quería que Vernon se convirtiera en alguien que solo estaba allí por costumbre, alguien que ya no luchaba por la relación porque estaba cansado de luchar solo.

Se levantó y caminó hacia el sofá, sentándose junto a Vernon. Tomó una respiración profunda y, con el corazón latiendo rápido, dijo suavemente:
—Vernon... quiero hablar.—

Vernon cerró el libro, girándose para mirarlo. Sus ojos mostraban cansancio, pero también curiosidad. Seungkwan sintió un nudo en la garganta, pero se obligó a continuar. —Lo siento– dijo finalmente, sus palabras llenas de sinceridad. —Me doy cuenta de que siempre eres tú el que cede, el que se disculpa primero, y eso no es justo. No es justo para ti, y no es justo para nuestra relación. Yo... no debí decir esas cosas. Me dejé llevar por mi frustración, y te lastimé, y eso no está bien. Estoy dispuesto a cambiar, a aprender a ser mejor para ti... para nosotros.–

Hubo un momento de silencio, y el aire en la habitación se sintió más liviano, como si la tensión que había estado entre ellos hubiera comenzado a disolverse. Vernon lo miró, sus ojos brillando ligeramente, y luego sonrió, esa sonrisa cálida que Seungkwan había extrañado tanto.

—Gracias, Seungkwan– respondió Vernon, tomando la mano de su pareja entre las suyas. —Eso significa mucho para mí. Sé que no es fácil, pero estoy aquí, contigo. Podemos mejorar juntos.—

Seungkwan sintió las lágrimas acumulándose en sus ojos, y dejó escapar un suspiro de alivio. Se acercó a Vernon y lo abrazó, enterrando su rostro en su cuello. —Te amo y no quiero perderte– susurró.

—No lo harás porque yo también te amo– respondió Vernon, acariciando suavemente su espalda. —Solo quiero que estemos bien, y eso significa que ambos tenemos que trabajar en esto.–

Esa noche, durmieron abrazados, con una sensación de esperanza renovada. No era solo la reconciliación lo que importaba, sino el compromiso de ambos por aprender y crecer juntos. Seungkwan sabía que aún tenían mucho trabajo por delante, pero también sabía que, mientras ambos estuvieran dispuestos a intentarlo, podrían superar cualquier cosa.

Y así, en el pequeño apartamento lleno de pósters y plantas, Vernon y Seungkwan decidieron que su amor valía la pena cada disculpa, cada esfuerzo, y cada momento de vulnerabilidad. Porque, al final del día, su relación no era sobre quién tenía la razón, sino sobre cómo encontrarse el uno al otro en el punto medio, una y otra vez.

i'm sorry | VerkwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora