CAPÍTULO 50

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UN CORAZÓN PARA MI

VENUS

Me senté en la biblioteca, rodeada de libros y notas, tratando de concentrarme en mi estudio. La luz natural que se filtraba a través de las ventanas iluminaba el espacio, creando un ambiente tranquilo y propicio para aprender. Pero mi mente vagaba, pensando en Axel y cómo había pasado la mañana con él.

Recordé su sonrisa, su risa y la forma en que me había abrazado. Me sentí cálida por dentro y sonreí para mis adentros. Me gustaba cómo me hacía sentir, como si estuviera flotando en una nube de felicidad.

Marlene se sentó a mi lado, cerrando su laptop con un clic. Me miró con una sonrisa conocedora.

—¿Cómo te fue en el examen?, —preguntó, inclinándose hacia mí.

—Me fue bien, —respondí, tratando de enfocarme en mis notas. —Solo estoy un poco distraída.

Marlene se rió.

—Sé por qué, —dijo, guiñándome un ojo. —Axel es un gran distractor, ¿verdad?

Me reí y me sentí un poco incómoda, sabiendo que Marlene conocía mis sentimientos hacia Axel.

—Sí, un poco —admití, sonriendo. —Es difícil no pensar en él.

Marlene asintió con la cabeza.

—Lo entiendo, —dijo. —Debo admitir que Axel es un guapo. Y se ve que siente lo mismo por ti.

Me sentí emocionada al escuchar sus palabras y me pregunté si realmente era cierto.

De repente, mi teléfono sonó. Era un mensaje de Axel.

•¿Cómo te fue en el examen?, —preguntó.

Sonreí y respondí.

Me fue bien, —dije. —¿Y tú?

Estoy en la cafetería, —respondió. •¿Quiere venir?

Me sentí emocionada y respondí.

Si, ahora voy.

Me levanté y me despedí de Marlene.

—Nos vemos —le dije.

Marlene sonrió.

—Diviértete, —dijo, guiñándome un ojo.

Me dirigí a la cafetería, sintiendo la emoción de ver a Axel de nuevo. ¿Qué me esperaba allí?

Me dirigí a la cafetería, sintiendo la emoción de ver a Axel de nuevo. Al entrar, vi que estaba sentado en una mesa cerca de la ventana, con una taza de café en la mano. Me sonrió al verme y se levantó para recibirme.

—Hey, —dijo, besándome la mejilla.

—Hola, —respondí, sonriendo.

Nos sentamos y Axel me preguntó sobre mi estudio. Le conté sobre mi día y cómo Marlene me había dicho que creía que él sentía lo mismo por mí.

Axel se rió y me miró con una sonrisa.

—¿Tu amiga siempre es así?, —dijo.

Me reí y le pregunté.

—¿Pero es cierto?, —le dije, mirándolo a los ojos.

Axel se inclinó hacia mí y me tomó la mano.

—Sí, —dijo, su voz baja y suave. —Siento mucho por ti, Venus.

Mi corazón latió más rápido y me sentí emocionada. No sabía qué decir, así que solo sonreí y apreté su mano.

El Dia Que Mi Mundo Se Detuvo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora