Capitulo 21

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Maia

—¡Asher! ¿Qué te sucedió? —pregunto, dando un salto hacia atrás, tratando de no llorar.
Sin embrago no es posible porque rompo en un llanto inmenso, retrocedo cuando Asher se acerca a abrazarme, sin embargo, no me aparto de su cercanía y solo lloro en sus brazos aferrándome con fuerza.

—Tranquila, todo está bien.

—No, nada está bien, ¿dime qué te sucedió?

—Hubo un pequeño problema pero nada grave.

—¿Quien te hizo esto? ¿Fue Oliver, cierto?

—Si, pero ya está todo solucionado, el no te volverá  buscar.

Me separo de él para ver su herida, y por suerte no parece profunda, pero la sangre sigue fluyendo.

—Asher, no deberías haber ido a buscarlo. Esto… esto no puede seguir así —digo entre sollozos, sintiendo el pánico subir por mi pecho.

—No tuve opción, Maia. No iba a dejar que él se saliera con la suya después de todo lo que te hizo. —Su voz es firme, pero en sus ojos veo el cansancio y el dolor.

—No quiero que te pongas en peligro por mí… —trato de apartarme, pero él me detiene suavemente.

—Ya te lo dije, no voy a dejar que nadie te haga daño, no de nuevo. —Asher me mira con una intensidad que me asusta y reconforta al mismo tiempo. Hay una furia en él, pero también una vulnerabilidad que nunca había visto.

—Pero tú no puedes seguir así, ¿y si te hubiera pasado algo peor? —murmuro, acercándome otra vez a él. Pongo una mano sobre su pecho, sintiendo su respiración agitada—. No soportaría perderte.

—No voy a irme a ninguna parte, Maia. —Sus palabras son firmes, pero sus ojos revelan otra cosa. Hay algo que no me está diciendo.

—Asher... ¿hay algo más que no me estás contando? —pregunto, con una sensación de inquietud creciendo en mi estómago.

Él desvía la mirada por un segundo, su mandíbula tensa.

—Oliver dijo algo… algo que no puedo sacarme de la cabeza —admite finalmente, su voz quebrándose ligeramente.

—¿Qué te dijo? —mi voz es apenas un susurro, el miedo está apoderándose de mí.

—Dijo que... que dejó una marca permanente en ti. —Asher cierra los ojos, como si las palabras le dolieran físicamente.

Siento que el mundo se detiene por un instante, y mi corazón late con fuerza. Se a lo qué se refiere y el terror en la voz de Asher hace que los recuerdos vengan a mi con una punzada al corazón de los nervios que siento en estos momentos.

—No sé qué significa, Maia, pero necesito saberlo. Necesito que me digas la verdad. ¿Qué fue lo que él te hizo? —pregunta, sus ojos llenos de desesperación.

—Eso es parte del pasado, no me hagas recordar nada, por favor

—Se que este parte de tu pasado pero no puedo evitar querer saber qué fue lo que te sucedió, quiero protegerte Maia

Siento cómo mis labios tiemblan y el miedo me invade. No sé si puedo hablar, si tengo las fuerzas para enfrentar lo que he tratado de ocultar.

—Asher...

me mira fijamente, esperando una respuesta que me cuesta dar. Siento su desesperación, su necesidad de saber la verdad, pero no puedo encontrar las palabras. Mi cuerpo empieza a temblar, y mis piernas se sienten como si fueran a fallar. Intento apartar la mirada, pero él no me deja.

—Maia…—susurra—. Por favor, dímelo.

Las lágrimas vuelven a brotar con fuerza. Quiero negarlo, quiero decirle que todo está bien, pero no puedo mentirle más. Bajo la mirada, intentando contener el llanto que ya se ha desbordado.

—Él…—mi voz apenas es un susurro—. No sé cómo decírtelo… No quiero que me veas de otra forma.

Asher me toma por los hombros, acercándome más a él, con el rostro endurecido por la angustia, pero también lleno de ternura.

—No te voy a juzgar, Maia—me dice con firmeza—. Quiero ayudarte.

Sus palabras rompen la última barrera que mantenía mis emociones bajo control. Me desplomo en sus brazos, y el llanto inunda mis palabras.

—Él me forzó, Asher—digo, casi sin aire—. Aquella vez… cuando estábamos en la fiesta, ambos estábamos borrachos y yo me negué, pero él no se detuvo. No pude hacer nada…

Asher se queda en silencio, su respiración pesada, y sus brazos se tensan alrededor de mí. Lo siento temblar, como si la rabia dentro de él estuviera a punto de explotar. Me aparto lo suficiente para ver su rostro, su mandíbula apretada, sus ojos oscuros por la furia contenida.

—Voy a matarlo—susurra, su voz cargada de una irá tan fría que me asusta.

—No, por favor—lo detengo, poniendo mis manos en su pecho—. No quiero que hagas algo. Yo solo quiero que esto termine, que todo este dolor se acabe.

Asher cierra los ojos, tratando de calmarse. Lo veo luchar con todo lo que siente, y sé que está al borde de perder el control.

—No puedo dejar que él se salga con la suya, Maia—responde, su voz aún dura—. No después de lo que te hizo.

—Ya me has protegido lo suficiente—susurro—. Solo quiero paz, Asher. Quiero poder respirar sin miedo.

Asher me mira durante un largo momento. La ira sigue en sus ojos, pero también hay algo más. Finalmente, asiente lentamente, aunque sé que le cuesta.

—Te prometo que haré lo que sea para que tengas esa paz—me dice—. Pero si alguna vez vuelve a acercarse a ti, no me detendrás.

Me quedo en silencio, asintiendo. No puedo negar lo que siente, pero por ahora, lo único que importa es que estamos aquí, juntos.

—Estaba preocupado por ti, llevas días evadiendo mis mensajes.

—Lo se, lo siento, no han sido buenos días—le digo de forma sincera—he estado muy deprimida estos días así que decidí no hablar con nadie, lo lamento.

—No te preocupes, pero la próxima vez, dímelo porque creí que estaba molesta por algo que hice o dije.

—Tranquilo, gracias por venir, te extrañe

Sonrie de manera instantánea y dejó de lado los problemas y miedos que tengo para poder besarlo, Asher me toma de la cintura intensificando el beso. Subo mis manos rodeándolo con mis brazos separando nuestros labios y lo abrazo como si estuviera en un lugar seguro nada más al tocarlo. Sus brazos me aprietan contra su cuerpo y apoyo la frente en su hombro.

—Quedate conmigo esta noche—susurro contra su hombro—No quiero estar sola.

—No pensaba irme.

Lo tomo del brazo y lo guío al sofá para poder atender su herida que por suerte es superficial y hago una venda improvisada para que deje de sangrar.

—Vamos a descansar—digo.

—Claro, bella durmiente.

Nos recostamos en mi cama y Asher me abraza con fuerza sin intensión de soltarme así que decido hacer lo mismo y lo abrazo con fuerza cerrando mis ojos repitiendome que todo estará bien.

Un Invierno a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora