THUMP! | SK.

06.

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Ni-ki.

Es una casualidad de mierda que, en el momento exacto en el que trago saliva, hago contacto visual directo con el universitario. Me atraganto con mi propia saliva y empiezo a toser por lo bajo, intentando amortiguar la tos con mi puño. Hyunjin me da algunas palmaditas en la espalda para que me calme, y Xiaoting (la bolsa de maquillaje andante que se sienta a mi derecha) me da un codazo disimulado en las costillas. Carraspeo.

—¡Saluden todos! —exclamo, cual instructor militar. Mi voz se corta entre una palabra y la otra, y sale casi como un altibajo. El maestro Lee y el universitario intercambian una mirada y, ambos ríen un poco. Quiero morir, en este preciso instante. Encogerme debajo del asiento.

En su lugar, me quedo en blanco, inmóvil como una piedra y con la mirada fija en mi escritorio.

—¡Buenos días! —dicen todos, al unísono, menos yo.

Realmente quiero morir.

—¡Buenos días, muchachos! —dice a su vez el maestro Lee, emulando nuestra voz robótica. Algunos se ríen por la broma en la parte de atrás, otros (como yo) permanecen en silencio, ligeramente incómodos. Volvemos a sentarnos— ¿Qué tal los está tratando la mañana? ¿Cómo les fue en la Feria de los Estudiantes? —deja su bolso sobre la silla y saca algunos libros, dejándolos sobre el escritorio— ¿Supongo que fue un gran éxito? —se gira para mirar al universitario, quien solo se ríe y baja la mirada. ¿Por qué está mirando al universitario? ¿Él qué tiene que ver con todo esto?

No estoy entendiendo absolutamente nada.

Hyunjin me clava uno de sus dedos en las costillas. Me giro hacia él soltando un quejido, y lo golpeo en el hombro. Él hace un ademán para señalar al chico, que se ha quedado parado junto a la puerta. El chico pasa su mirada curiosa por todo el salón, deteniéndose de vez en cuando sobre mí y volviendo a darme esa sonrisa que dice Oh, nos conocemos, ¿cierto?

Hyunjin lo mira con el ceño fruncido, casi torciendo los labios.

—Oye —me dice, acercándose—, ¿ese no es el imbécil de la feria?

Me esfuerzo para no mirarlo.

—Definitivamente es él —le respondo. Lee está conversando sobre algo con otros chicos de la fila de enfrente, así que tenemos algo de tiempo antes de que empiece la clase—. Aunque yo no lo llamaría un imbécil.

Ahora mismo, tampoco lo llamaría un universitario, precisamente. Ya no lleva la sudadera gris ni ningún distintivo de la universidad Hankuk. Tiene puesta una camisa blanca arremangada y un pantalón negro. Luce bastante formal, casi un poco elegante.

Ya no luce como un universitario ni como alguien de una edad similar a la nuestra. La camisa marca aún más sus bordes (el triángulo invertido ahora es visible en todo su esplendor), y parece que lleva gel en el cabello. Si lo ves por demasiado tiempo (y si conoces su faceta de la feria) podrías llegar a decir que tiene, como máximo, veinte o veintiún años.

Como está vestido ahora no dudaría en ponerle unos veinticinco.

Trago saliva.

El chico ahora nos da la espalda, y no puedo dejar de mirar sus hombros mientras escribe algo con tiza en la pizarra. Principalmente no puedo dejar de mirar porque está literalmente plantado frente a mí, y porque sigo demasiado perplejo como para agachar la cabeza. Aunque noto que no soy el único que no despega los ojos de él. Hay algunas personas que parecen a punto de babear sobre el escritorio ante el... aparente espectáculo.

Hyunjin lo mira como si estuviera a punto de vomitar.

Cuando vuelve a voltearse hacia nosotros, alcanzo a ver lo que escribió en la pizarra.

No puedo describir el peso que siento que desaparece sobre mi espalda cuando por fin puedo dejar de llamarlo chico universitario en mi cabeza. Por fin hay un nombre. Y no tuve que preguntarle nada para saberlo.

Kim Seonwoo.

Lee también se acerca.

Seon se aclara la garganta. Parece nervioso, pero es algo que solo notarías estando a una distancia mínima (como los de la primera fila. Los maestros prácticamente te respiran en la cara). Está disimulando bastante bien.

—Bien, buenos días con todos —se pone la mano en el pecho. Mira hacia todo el salón mientras habla—. Mi nombre es Kim Seonwoo —me da una mirada fugaz antes de continuar analizando a todos los demás—. Es todo un placer conocerlos, a todos. Espero que podamos... —ladea la cabeza, mirando a Lee— llevarnos bien.

Lee ríe, poniéndole una mano en el hombro a Seon. ¿Por qué se acaba de presentar? ¿Por qué escribió su nombre en la pizarra? La situación empieza a tener sentido. Mi rostro y el de Hyunjin (y probablemente el de todos en el salón, incluyendo a los que estaban babeando hace un par de segundos) se descomponen, comprendiendo la situación.

No, no, no. No puede ser.

Mierda, no.

No él.

—El señor Kim estará acompañándonos de ahora en adelante —dice Lee. La mueca en nuestros rostros se tuerce aún más en horror: ¿Realmente es tan viejo como para decirle señor? Seonwoo (¿El señor Kim?) asiente con la cabeza, cruzándose de brazos y sonriendo—. Será el reemplazo provisional, y espero que permanente, de la señora Bang —Lee aprieta los labios, acomodándose los lentes—. Supongo que algunos ya lo conocieron en la feria del viernes —los ojos de ambos caen sobre Hyunjin y yo.

Me empiezo a encoger, intentando sonreírles. Hyunjin no se molesta en disimular la mueca. Siento el corazón latiendo tan fuerte que sube hasta mi garganta cuando dice lo siguiente. Mis oídos retumban.

—Él fue el encargado de calificar sus proyectos en lugar de la señora Bang.

Ya no puedo simular la sonrisa. Siento que el pecho se me comprime, que dentro la camisa del uniforme de mierda que nos hacen usar todos los lunes empieza a formarse un caluroso infierno, que la corbata me ahoga. Estoy sudando. El recuerdo de lo que pasó con el cartel pasa como un rayo por mi cerebro. Quiero ir al baño. Siento que voy a vomitar.

Mierda.

Seonwoo está sonriendo.

Mierda.