Ante ti [Yaoi] [One Piece] [Luffy x Zoro / LuZo]

Ante tí

Lo había logrado, ante él yacía, fuera de combate, el espadachín y Shichibukai Ojos del Halcón. Comenzó a caminar lentamente, debido a sus heridas y al esfuerzo físico realizado, la imponente figura de su acompañante lo esperaba unos metros más allá del área de batalla, debía llegar a él, podía observar su sonrisa y su mirada, llenas de orgullo y cariño, como sólo él sabía darle. Él mismo no cabía en sí, su sueño estaba cumplido y a pesar de estar al borde de la inconsciencia, se sentía en la obligación de realizar aquello que había pensado hace tiempo.

Detuvo su marcha a pocos pasos de ese hombre, fijó su vista en él, no sabía bien si era su admiración, su gratitud, su amor por él o si, con el paso de los años, la figura de ese hombre había tomado un impronta propia. Sonrío al observarlo, el sombrero de paja, su tesoro y el símbolo de su determinación parecían darle aún una visión más imponente, sumado también a la capa bermellón con detalles en oro, similar a la que acompañó al antiguo Rey de los Piratas Gol D. Roger, que dejaba reposar sobre sus hombros mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho. Colocó una de sus rodillas en el piso, y sus tres katanas delante suyo, inclinó su cabeza ante la única persona que merecía su total respeto, aquel a quien le debía su vida. Se había convertido en el mejor espadachín del mundo, pero no era nada comparado con la fuerza de su capitán, Monkey D. Luffy.

-Rey de los Piratas...- comenzó a hablar, con la mirada fija en el suelo, utilizando un tono que dejaba entrever una profunda determinación, el moreno, intrigado por la actitud de su pareja, lo dejó continuar sin interrumpirlo -yace ante tí tu subordinado, Roronoa Zoro, el mejor espadachín del mundo. Se que odias ver a alguien arrodillado, pero lo hago porque es mi deseo y mi voluntad, mostrarte que estoy agradecido y honrado de permanecer a tu lado. He cumplido mi sueño, perdona por haber tardado tanto. Mi lealtad es sólo tuya, hasta el fin de mis días.

-Mírame- escuchó el peliverde, alzó levemente su cabeza para ver como su capitán acortaba la distancia entre ellos y se arrodillaba para quedar a su altura. Sus rostros estaban muy cerca, y el moreno depositó una suave caricia en la mejilla de su espadachin. Lo miró fijamente a los ojos, las emociones de ambos estaban a flor de piel, trató de responder al gestó, pero el menor se lo impidió.

-Eres mio, y yo soy tuyo- comenzó a decir su capitán, mientras movía suavemente la mano que había depositado en su mejilla -Nos pertenecemos el uno al otro, y permaneceremos juntos, hasta el fin de nuestros días y la otra vida.

Aquellas palabras fueron selladas con un suave beso, totalmente cargado de sentimientos y emociones. Se dejó llevar por esa calidez sobrecogedora que siempre lo relajaba, sonrío y se dejó vencer por la inconsciencia.