capitulo 1

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Naruto caminaba lentamente por las calles de Konoha, su mente en un torbellino de pensamientos y emociones. A medida que avanzaba, los murmullos de los aldeanos resonaban a su alrededor, como sombras que lo perseguían.

"¿Qué hace el niño demonio aquí, caminando como si fuera uno de nosotros?", dijo uno de ellos, su tono lleno de desprecio.

"Maldito niño, ¿quién se cree? Siempre recordando la muerte de su madre", agregó otro, dejando caer sus palabras como piedras sobre el corazón de Naruto.

"Maldito niño, ¿quién se cree? Siempre recordando la muerte de su madre", agregó otro, dejando caer sus palabras como piedras sobre el corazón de Naruto

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Los murmullos se sucedían, uno tras otro, como un eco constante de reproche. Naruto apretó los dientes y miró a su alrededor, sus ojos llenos de una mezcla de frustración y tristeza. A pesar de su deseo de ignorar a quienes lo rodeaban, las palabras hirientes penetraban su piel como agujas.

El viejo Hokage había dicho una vez: "Naruto, debes tener paciencia. Con el tiempo, los aldeanos llegarán a reconocerte por lo que eres, no por lo que llevas dentro." Pero para Naruto, esa promesa se sentía lejana e inalcanzable. Caminaba por el pueblo, observando las caras de los aldeanos que lo miraban de reojo; algunos mostraban desdén, otros indiferencia. Era como si estuviera atrapado en una burbuja invisible que lo separaba de todos los demás.

"¿Por qué debería tener paciencia?", murmuró para sí mismo, sintiendo que el nudo en su pecho se apretaba con cada paso que daba. "Todos los demás se hablan entre sí, se ríen, comparten momentos... ¿Por qué soy el único al que ignoran?" La tristeza en su voz era palpable, como si cada palabra llevara consigo el peso de su soledad.

Finalmente, llegó al parque, un lugar que solía ser su refugio. El viento acariciaba las hojas de los árboles, creando una melodía suave que, en otras ocasiones, lo habría tranquilizado. Pero incluso en ese espacio abierto y hermoso, la sensación de aislamiento lo envolvía como una manta pesada. Se sentó en una banca, observando a los niños jugar a lo lejos, sus risas sonando como ecos de un mundo al que él no podía acceder.

Con un suspiro profundo, Naruto cerró los ojos por un momento, intentando encontrar algo de paz en medio de la tormenta que rugía en su interior. Era un niño, pero su corazón llevaba el peso de muchas batallas. Sabía que debía seguir adelante, pero el camino se sentía cada vez más solitario.

Cuando Naruto escuchó el sonido de un golpe, giró la cabeza rápidamente hacia el lugar de donde provenía el ruido. Observó a un niño del clan Inuzuka golpeando a otro niño más pequeño que apenas podía defenderse. El cachorro del niño Inuzuka ladraba excitado, mientras la víctima se encogía, claramente asustado.

El padre del niño Inuzuka sonrió, complacido con la situación. “Así se resuelve la cosa,” le dijo a su esposa, su voz rebosante de orgullo y satisfacción.

“Las cosas no se resuelven así,” respondió ella, visiblemente molesta. Su tono firme era un claro intento de poner fin a la justificación de su esposo.

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⏰ Última actualización: Oct 06 ⏰

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