Una guerra estaba librándose, era asunto de casi todos los días en las tierras de Wikram, un país misterioso y plagado de violencia, desde que el reino conocido como el filo de la sombra comenzó a atacar a los demás reinos, a pesar de estar en una aparente desventaja numérica, habían logrado enfrentar perfectamente a 3 reinos durante medio siglo, y la clave hasta ahora de su gran persistencia han sido sus comandantes. Si habla de brutalidad, el filo de la sombra se destaca por haber tenido a los mas despiadados de la historia, pero eso fue hace mucho tiempo, ya que cada comandante que tuvieron lentamente comenzó a caer, haciendo que pusieran simplemente a cualquier soldado destacable en el puesto a causa de la desesperación, desesperación que ahora mismo los llevo a atacar por el oeste del reino del manto solar.
Ambos ejércitos chocaban el metal de sus armas, sus espadas soltaban chispas y derramaban sangre por cada ataque que los soldados lanzaban, las lanzas, flechas, escudos y armaduras estaban cubiertas por el brillante y rojo liquido derramado en medio de esta gran masacre, ambos ejércitos levantando orgullosamente sus símbolos, Un ave fénix cubriendo el sol con sus alas y un lobo devorando la luna, armaduras azules y negras chocando entre si por su reino, por llevarle honor tras la victoria. Pero poco a poco los soldados del ejercito azul empezaban a retroceder a causa de las constantes arremetidas del ejercito negro, quienes atacaban bajo las órdenes de un hombre, hombre que ya se encontraba en el campo de batalla.
—¡Rápido malditos inútiles! ¡La gloria al reino y a Lord Fastus! —Grito a todo el ejercito negro un hombre tan alto como dos adultos parados uno sobre los hombros del otro, que en su mano llevaba una gran espada, era Valgren Wix, comandante del ejercito del filo de la sombra, que con su gran presencia inspiraba a todos los soldados a seguir peleando, mientras su escuadrón especial, los colmillos oscuros lo acompañaban.
La batalla empezó a inclinarse mas y mas a favor del ejercito negro, gracias a que con su gran espada, su comandante destrozaba con tan solo un tajo a los valientes caballeros que intentaban enfrentarlo, y aunque lograran atacar su gran cuerpo con flechas, lanzas y espadas no conseguían detenerlo, algunas daban en su fuerte armadura sin hacerle ningún tipo de daño, otras simplemente fallaban a causa del miedo que lentamente se sembraba en los corazones del ejercito azul, y las que lograban dar en su piel parecían no tener un efecto muy grande, el enorme caballero de armadura negra parecía un monstruo en el campo de batalla que devoraba cruelmente todo lo que se ponía frente a él. Un joven caballero se encontraba peleando no solo por su reino, si no también por tratar de salvar su vida en medio de una situación que parecía no tener arreglo alguno sus compañeros morían ante sus ojos, sus enemigos avanzaban, su aliento empezaba a faltarle y su armadura se estaba volviendo mas pesada para su cuerpo, el cansancio de la batalla y el miedo que inspiraba el gigantesco hombre estaban desmoronándolo.
—Tengo que irme de aquí, tengo que irme de aquí. —Era lo que el mismo se decía, el miedo ya se había apoderado por completo de su alma, y empezó a correr de ahí, solo quería alejarse de ese monstruo que se reía de el a lo lejos, escapaba como un animal herido, pero en medio de su huida se tropezó y cayo de cara al suelo.
Lo único que le quedaba era arrastrarse mientras ese monstruo y sus soldados se acercaban lentamente hacia él, se quedó ahí estático por un momento mientras miraba al suelo, esperando que su vida termine, sin embargo, antes de que el enorme caballero llegara hacia él, este se cubrió la cara con sus brazos mientras era acribillado con una lluvia de sus flechas, algunos de los colmillos levantaron sus escudos para cubrirse mientras algunos de sus compañeros caían a causa de las flechas. Al frente del joven soldado que se encontraba de cara al piso se plato una bota y al lado de esta una lanza, lentamente levanto la mirada y frente a él, vio a un hombre de cabello rubio y erizado vestido con armadura azul la cual llevaba el símbolo de su reino en la pechera, arrodillado frente a él y mirándolo fijamente a los ojos.
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Los cuatro comandantes
FantasyEn una época antigua, en un país llamado Wikram, existían 4 reinos, El manto Solar, La hermanda de la roca, La brisa montañosa y El filo de la sombra. Durante cientos de años, los reinos se estuvieron destruyendo entre si por ver quien de los 4 domi...