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La chica sonrió con un atisbo de lascivia cuando él la acarició de aquella manera tan sensual, y después de tomar sus cosas, buscó por los camerinos a un par de chicas que la habían apoyado desde que se inició en este negocio, y que como ella, también querían escapar de las garras del Rey Mono, se arrastraba por el pequeño pasillo para no recibir alguna bala perdida de las que comenzaban a percutirse en el club.
Al llegar con ellas, las vio asustadas, comenzando a tomar sus cosas para salir de allí en cuanto pudieran, y al ver a Ariadne, abrieron la boca, pero no lograron emitir ningún sonido, lo que hizo que ella aprovechara para despertarlas de su trance, indicándoles con una seña que tomaran sus cosas, jalándolas hacia afuera de los camerinos y hacia una puerta de emergencia del lugar.
--"Michelle, Sarah, por favor, salgan de aquí y no vuelvan, esto se va a poner rudo. Cuídense mucho. Las quiero. Gracias por todo."—Expresando sus sentimientos mientras ellas intentaban hablar, despidiéndose de ellas para siempre, ellas no debían salir implicadas en todo esto. Y entre menos supieran mejor para su seguridad.
Después de acompañarlas hacia la salida, Ariadne regreso a los camerinos, para tomar un poco más de dinero para su futuro, ella sentía que podía tomar lo que quisiera, porque, su macho, acabaría con el origen de sus pesadillas esa noche, así que buscando entre los camerinos de las demás encontró algunos billetes que se metió al brasier, arrastrándose con cuidado mientras escuchaba cómo el club se volvía un campo de guerra. Ella buscaba un modo de salir del club por la puerta principal, entre hombres trajeados muertos y mobiliario destruido, cuando encontró en un rincón, un maletín plateado.
--"Esto que es?"
Susurró, mientras escuchaba la pelea dirigirse escaleras arriba, y escondiéndose bajo una mesa, abrió el maletín. En el cual, encontró dinero suficiente para darle una mejor vida, y después de cerrarlo, lo tomó como su bono de jubilación, para retirarse con él en la mano.
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Por su parte, el Rey Mono, habiendo dado la orden de acabar con Red Hood, dentro de su oficina esperaba la culminación de esa obra, sentado en una gran silla fumando un habano, rodeado de dinero. La cocaína y las metanfetaminas eran un negocio próspero, casi tanto como los bajos placeres en sus tres establecimientos de placer, y eso lo hacía sentirse seguro, de un lugar en Gotham y de contactos que lo apoyarían.
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El Farol en la Niebla
FanficTodos conocen la historia detrás de uno de los hijos del murciélago de Gotham, Red Hood. El antihéroe de la ciudad del crimen marcado por su pasado y que, en palabras de estos escritores conjuntos, merece algo mejor en su vida. Pero ahora, hablemos...