VII

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Cada vez pierdo más terreno. Cada vez me vuelvo más loco.

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Peligro

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Una niña pequeña jugaba en el bosque. Sus cabello castaños se movían con el leve ulular de la brisa cálida de verano. El sol pegaba con una fuerza calcinadora, pero ella era feliz. Era feliz como pocos seres humanos gozaban. Sudaba, corría, trepaba árboles, se embarraba con los charcos que la imprevista lluvia había dejado la noche anterior. Solo había una cosa desconcertante.

¿Qué hacía una niña sola en medio del bosque?

La propia niña pareció darse cuenta de ello, pues se detuvo en seco y miró hacia los inmensos árboles, que formaban una cúpula claustrofóbica. Ni siquiera el sol, el astro rey, el proveedor de luz y calor, se subyugaba ante la oscuridad que ahora ofrecían la gran arboleda.

La brisa, previamente cálida, se volvió de forma repentina muy fría. La niña comenzó a temblar, tanto de frío como del miedo. Pero su instinto le decía que no debía quedarse quieta si quería sobrevivir. 

A paso lento, temerosa y con demasiadas dudas, siguió por el sendero, que repentinamente se había tornado muy tenebroso. Una sombra la esperaba al final del camino. Detrás de esa sombra, un paraíso colorido, iluminado por la gran luz solar y lleno de vida la esperaba con los brazos abiertos. Lo único que se interponía entre el paraíso y ella era un hombre musculoso con cicatrices y tatuajes. Vestía una túnica negra y en su mano derecha había una gran guadaña.

Atacó. La niña había dejado de serlo en un segundo. Ahora Ally se efrentaba directamente con Jensen. Pero no podía moverse. Estaba paralizada del miedo. El asesino levantó el arma, preparándose para matar. La castaña cerró sus ojos. Fue empujada por alguien. Cayó en un charco de lodo que, estaba segura, antes no estaba ahí.

—¡Lo siento Ally!— una niña pelirroja le extendía la mano para ayudar a levantarla. Aceptó su ayuda.

Estaba en un jardín de infantes. Los dos elencos completos de Campamento Desventura jugaban de un lado a otro. Kristal, la maestra, trataba de evitar peleas. Y todos (salvo Kristal, por obvios motivos) eran niños. Todos salvo ella. Pero que...

—¡Ven, vamos a jugar!— exclamó la pelirroja, emocionada y tirando de ella.

—¿Ellie?

—¿Quién más si no, tontita? ¡Apresúrate o Yul llegará antes al arenero y no se querrá ir!

Ally no entendía absolutamente nada. No siguió a aquella versión miniatura y mucho más adorable que Ellie. En vez de eso, miró detrás suyo. Una mujer de pelo negro la miraba desde la entrada al jardín. Sus ojos parecían dos galaxias: oscuros pero con un brillo inusual, extraño, hermoso.

La castaña se acercó a ella. 

—Te conozco— le dijo al llegar junto a la pelinegra—. Eres una de los tres que atiende el local que está cerca de casa.

La chica, de baja estatura, le dio la espalda y miró el cielo con cierto aire de melancolía.

—Cuando has vivido lo que he vivido yo, aprendes a querer, respetar y amar la naturaleza.

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⏰ Última actualización: 7 days ago ⏰

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Sombras de lo que Fue (OU #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora