CAPITULO LIII

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Lo que habíamos vivido lo destruye en un segundo

Como lo habíamos acordado encuentro a Hank en aquel manantial que está a muchos metros de distancia, en una zona remota densa de árboles. Me siento junto a él en la orilla mientras hablamos.

—Aún me sigue sorprendiendo que la señora esté en este lugar. —empieza él mirando mi bigote mientras niega. Ya se nos pasó la bobada por la discusión de esta tarde. —Cuando te conocí nunca en mi vida hubiese imaginado que eras tan arriesgada.

—Bueno, al no saber nada de ustedes y descubrir que la guerra se prolongaría no pude quedarme quieta. —me encojo de hombros respirando la paz que desprende esta área.

El lugar es hermoso y tranquilo. Es supremamente relajante escuchar la cascada que cae con fuerza a unos poco pasos. Es impresionante la belleza que emana este sitio. Admiro la luna reflejada en el agua que brilla en lo alto.

—Y entonces te metiste en esa ropa para ayudar. —exclama en un tono de burla.

—No tenía de otra.

—Como lo dijiste antes, si lord Norwich se entera que su delicada esposa está en la guerra se pondrá furioso. —me mira. Sus extraños ojos brillan bajo la luz de la esfera blanca.

—Por eso no puedo dejar que me vea. No quiero estar separada de él, pero si se da cuenta que estoy aquí es capaz de enviarme al palacio de nuevo.

—Tu oscuro secreto estará a salvo conmigo. —hace una mueca —Porque yo también pasaré por un infierno si descubre que yo lo sabía.

Está en lo cierto, y me tranquilizo por esa parte. Al menos no estaré con la constante angustia de que abra la bocota.

—No te preocupes solo lo veré de lejos.

—Siempre que se encuentre fuera de un radio de dos kilómetros podéis mirarlo.

Protesto inminentemente.

—Pero, no puedo verlo desde tan lejos. —resoplo absurdamente y alarmada a la vez.

—No te le acerques más que eso, como mínimo solo un kilómetro. Sus cinco sentidos están más afilados que los de cualquier animal.

Ya puedo imaginarme que sí.

Son tantas las cosas que han pasado que en cierta parte me siento afligida por no poder hablarle. Y no menos que eso, el incidente que tuve con la caja musical. Esa es otra cosa que me tiene super abrumada.

Nos quedamos en silencio por un momento hasta que recuerdo algo:

—¿Es cierto que aquí hay una hechicera? —lo observo entre intrigada e inquietante.

—¿Cómo lo sabéis? ¿La viste?

—No, cuando estuve en Aldovia alguien me lo dijo.

—Hay una hechicera y otro brujo. —esclarece —Los tres pertenecemos a cada tropa. Ella colabora para los Calehad, el otro brujo para los Templeit y yo para los Sunlivey.

UN TOQUE DE FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora