Acto 3

118 31 0
                                    


5/5

ACTO 3
El retorno del miedo

El cielo sobre Monza estaba despejado, un lienzo azul que contrastaba con la tensión que se respiraba en el paddock

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El cielo sobre Monza estaba despejado, un lienzo azul que contrastaba con la tensión que se respiraba en el paddock. Cada paso que Sophie Verstappen daba era seguido con atención, como si su mera presencia hubiera desatado un torbellino en el ambiente. Ella, la hija de Johannes, la joya del automovilismo, regresaba a la pista como el reemplazo inesperado de Max Verstappen. Y lo hacía en uno de los circuitos más icónicos del mundo.

El silencio en los garajes, los murmullos entre los ingenieros, las miradas de los otros pilotos, todo apuntaba hacia ella. Era como si el paddock entero hubiera contenido el aliento al verla enfundarse el casco, preparándose para salir a la clasificación.

Sophie sabía lo que estaba en juego. No era solo una carrera más; era la oportunidad para demostrar que su lugar en la parrilla no era un capricho ni una casualidad. Su padre había formado parte de su preparación desde siempre, moldeando su carrera desde que era una niña, y ahora ella debía demostrarlo. Pero había algo más que simple competitividad en el aire. Había miedo. Miedo a lo que ella podía hacer, a lo que podía desatar.

Cuando Sophie salió a la pista, la tensión creció. Cada giro que daba, cada aceleración, cada frenada, parecía diseñada para imponer respeto, para recordarles a todos que, aunque su apellido pesara tanto, ella tenía la capacidad de hacer historia por sí misma. El rugido del motor llenaba el aire mientras Sophie controlaba el coche con una precisión que incluso los más experimentados pilotos admiraban en silencio. No había margen de error en su pilotaje. No lo podía haber.

En cada sector, los tiempos parciales la colocaban por encima de sus competidores. Y cuando cruzó la línea de meta en su última vuelta rápida, su nombre apareció en la primera posición. Pole position. En su primer Gran Premio de regreso.

El circuito se sumió en un silencio incómodo, seguido por murmullos y comentarios bajos. Algunos no podían creerlo, otros lo temían. Sophie había regresado y lo había hecho de manera contundente.

Después de la clasificación, Sergio, el experimentado piloto mexicano, observaba a Sophie desde una distancia prudente. Él la había visto competir desde las categorías inferiores y, aunque sabía de su habilidad, había algo distinto en ella ahora. Había una frialdad, una distancia, algo casi impenetrable. Sophie no era la niña prodigio que muchos habían esperado. Era más bien una figura envuelta en misterio, en un aura de desconfianza y cautela.

Checo se acercó a ella, dispuesto a entablar una conversación, a intentar conocer más a la joven piloto que había desatado tanto alboroto en el paddock.

—Impresionante lo de hoy —dijo Checo, con una sonrisa amigable, mientras Sophie se quitaba el casco y dejaba que sus cabellos caieran sobre sus hombros. Sus ojos azules lo miraron brevemente, sin emoción aparente.

—Gracias —respondió ella, con un tono seco, casi desinteresado.

Checo intentó continuar la conversación. Había algo en Sophie que lo intrigaba, algo que lo impulsaba a querer derribar esa barrera. Pero cuanto más intentaba acercarse, más claro se volvía que ella no iba a dejar que nadie cruzara esa línea invisible que había levantado alrededor de sí misma.

—¿Sabes? —comenzó Checo, buscando romper el hielo—. A veces no es solo cuestión de velocidad. El coche... también te habla. Tienes que sentirlo.

Sophie lo miró un segundo, y algo en su expresión cambió. Sus ojos se entrecerraron levemente, como si esas palabras hubieran tocado una fibra sensible.

—Eso ya lo sé —contestó, cortante, como si quisiera dejar claro que no necesitaba consejos. Especialmente no de alguien que intentaba acercarse a ella cuando todo lo que ella deseaba era mantener distancia.

Checo no insistió más. Sabía cuándo era mejor dejar las cosas así, pero no podía evitar sentir que detrás de esa frialdad, había algo más. Algo que Sophie no estaba lista para mostrar, ni siquiera a sí misma.

La clasificación había dejado claro a todos los pilotos que Sophie no era alguien a quien subestimar. Algunos, como Lando y George, la miraban con curiosidad. Admiraban su talento y se preguntaban qué sería competir con alguien que, en apenas una carrera, ya había sacudido los cimientos del campeonato. Quizá incluso podrían formar una amistad con ella, si Sophie lo permitía.

Pero otros, como Alonso y Carlos, sentían una mezcla de respeto y rivalidad. El hecho de que ella hubiera logrado la pole en su primera clasificación en mucho tiempo era algo que despertaba inquietud. No querían admitirlo, pero sabían que, de ahora en adelante, Sophie sería una contendiente seria. La relación entre ellos podría evolucionar en rivalidad directa en la pista.

A medida que el día avanzaba, las tensiones crecían. En cada conversación en los garajes, en cada análisis de tiempos, el nombre de Sophie surgía. No solo por su pole position, sino por lo que representaba: una amenaza, un enigma, una figura que había llegado para alterar el equilibrio de fuerzas que muchos creían estable.

El miedo al retorno de Sophie no se basaba únicamente en su apellido o en su talento innato. Era algo más profundo, algo que ninguno de los pilotos quería admitir en voz alta. Sophie era una mezcla de determinación, frialdad y un talento indiscutible, pero también era el espejo en el que todos se reflejaban y veían sus propias inseguridades. Y eso, en el mundo de la Fórmula 1, era algo mucho más temible que cualquier rival en la pista.

Los pilotos ahora tenían que decidir: ¿intentarían acercarse a Sophie, ganarse su amistad, o la verían como la rival implacable que parecía destinada a ser? La clasificación había sido solo el comienzo.

Who's Afraid of Little Old Me? ▬▬ Checo Pérez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora