"¿No sabes cuándo comenzó la Segunda Guerra Mundial? ¿No la viviste o algo así?"
"Uh, nací en los noventa."
En donde los ancestros Quileute piensan que es divert...
Bien, después de esto, los capítulos en realidad se desarrollarán al amanecer. Promesa
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Brazos fuertes rodearon la cintura de Valeria, acercándola a un pecho amplio y alejándola del lienzo en el que había estado concentrada. No pudo evitar sonreír mientras el calor de él la envolvía, sintiéndose como en casa en su abrazo.
"¿Qué estás pintando?" preguntó Sam, apoyando su barbilla en el hueco de su cuello.
Ella, astutamente, se giró en sus brazos y deslizó su pincel por su mejilla, dejando una marca de pintura azul pálido en su piel bronceada.
"Tú" respondió, riendo alegremente. Se olvidó por completo de las olas en el lienzo a las que había estado añadiendo detalles cuidadosamente.
Sam bufó y la mantuvo quieta mientras presionaba su mejilla contra su frente, esparciendo la pintura por toda ella mientras Valeria chillaba.
"Y ahora te estoy pintando a ti."
La pareja estaba instalada en el porche trasero de la casa de Sam, con la pintoresca playa de La Push a solo unos metros de ellos. Mientras Sam estaba de patrulla, Valeria se acomodó frente a un caballete y se dispuso a recrear la vista. Sin embargo, su concentración se esfumó con la llegada de Sam. Cuando él estaba cerca, toda su atención se centraba en él.
"¿Cómo fue la patrulla?" preguntó Valeria suavemente. Mientras hablaba, usó su pulgar para mover la pintura en la mejilla de Sam.
Sam le devolvió el favor frotando pintura en sus cejas.
"Normal, nada de qué preocuparse, como siempre. ¿Cómo fue la compra del vestido de dama de honor?"
Valeria puso una cara de fastidio, recordando la mañana que pasó probándose vestidos de diseñador que Alice le había puesto en los brazos.
"Bella dijo que si ella tiene que usar lo que Alice elija, entonces yo también. Al menos dijo que podíamos usar diferentes estilos de vestidos siempre que fueran del mismo largo y color: lavanda."
"¿Lograron llegar a un acuerdo?" preguntó él. Sam ya estaba bien consciente de lo seguido que Valeria y Alice discrepaban en cosas como moda y cabello, y bueno... en la mayoría de las cosas, en realidad. Y Rosalie, la tercera hermana, solía quedar atrapada en el medio y verse obligada a hacerlas ceder.
"Sí. En realidad, es muy bonito, pero un poco corto."
Sam levantó una ceja y bajó sus manos hasta las caderas de ella, sus pulgares rozando la piel bajo su suéter.
"¿Qué tan corto?"
Valeria bufó juguetonamente y empujó su pecho, por supuesto, él no se movió mientras sonreía con esa expresión lobuna hacia ella.
"Eres un perro, Sam Uley."
"Un chiste horrible" dijo, aunque sí se rió.
Los meses que siguieron a la batalla contra el ejército de neófitos habían sido los mejores para Valeria Cullen.
