Capítulo 1: El Inicio del Escape

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Ganas, una joven de 22 años, había estado esperando este momento durante meses. Al fin, sus vacaciones habían llegado, y su única misión para el fin de semana era desconectarse de todo y dedicarse a lo que más le apasionaba: escribir. Para lograrlo, había alquilado una casa en un bosque remoto, ideal para aislarse del bullicio de la ciudad.

Con el sol del atardecer iluminando el horizonte, Ganas conducía su coche hacia la casa. El camino era sinuoso y solitario, rodeado de árboles que parecían extenderse hasta el cielo. A pesar de la belleza natural que la rodeaba, algo dentro de ella comenzaba a inquietarse.

Apenas llevaba media hora de viaje cuando notó algo en su espejo retrovisor: un auto negro seguía su camino. Al principio, no le dio mucha importancia, pensando que era otro turista o residente del área. Pero, cuando el auto giró en la misma desviación hacia el bosque, una sensación de malestar comenzó a crecer en su pecho. Tratando de mantenerse calmada, decidió no prestar demasiada atención.

El camino se hacía cada vez más estrecho y oscuro, y el coche detrás de ella continuaba siguiendo sus pasos. Fue entonces cuando el pánico la golpeó. Pisó el acelerador, dejando que el motor rugiera y los árboles pasaran como sombras borrosas a su lado. Después de unos minutos, al mirar nuevamente por el espejo, el coche había desaparecido. Respiró profundamente, tratando de calmar sus nervios. Quizá había sido solo una coincidencia.

Finalmente, llegó a su destino: una casa de madera situada en medio del denso bosque. Los altos árboles la rodeaban como una fortaleza natural, creando una atmósfera de tranquilidad, aunque un poco inquietante. Ganas bajó de su coche y se quedó unos segundos contemplando el lugar. El viento hacía que las ramas crujieran, y el sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y púrpuras.

Con la alarma de su teléfono recordándole que ya eran las 6:45 pm, decidió apresurarse. Usó el código para entrar en la casa y quedó impresionada por lo acogedora que era. El espacio era perfecto: una cocina bien equipada, una cómoda sala de estar y, lo más importante para ella, un rincón soleado junto a una ventana donde podría instalar su máquina de escribir.

Ansiosa por comenzar su retiro creativo, Ganas fue al maletero de su coche para sacar sus pertenencias. El aire se enfriaba rápidamente y el crepúsculo envolvía el bosque en sombras profundas. Mientras guardaba sus cosas, un escalofrío recorrió su espalda. El sonido de un pájaro le recordó lo aislada que estaba. No

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