Funciones y Distracciones

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La semana de exámenes finales había comenzado con toda su intensidad. Jisung, rodeado de sus libros y apuntes, luchaba por mantener la concentración en matemáticas. El tema de las funciones cuadráticas era su mayor dolor de cabeza. Llevaba horas intentando resolver un solo ejercicio, pero por más que miraba el cuaderno, las fórmulas seguían siendo un enigma.

Frustrado, soltó un largo suspiro y miró la puerta de su habitación. Sabía que Minho había sido bastante estricto con la regla de estudiar por separado durante los exámenes, pero ya no podía más. Tenía que pedirle ayuda. Después de todo, Minho siempre había sido muy hábil en matemáticas, y además... una pequeña parte de él solo quería verlo.

Sin perder más tiempo, se levantó de su escritorio, tomó su cuaderno y se dirigió hacia la habitación de Minho. Al llegar, tocó la puerta suavemente.

—¿Minho? ¿Puedo entrar? —preguntó, sintiendo una mezcla de nerviosismo y esperanza.

—Sí, pasa —respondió Minho desde dentro, su voz cálida y tranquila como siempre.

Jisung abrió la puerta despacio y entró. La vista dentro de la habitación lo hizo detenerse por un segundo. Minho estaba sentado en su cama, rodeado de papeles y libros, con sus gafas puestas mientras revisaba unas notas. La luz tenue de la lámpara resaltaba la concentración en su rostro, y Jisung no pudo evitar quedarse embobado por un momento. Ver a Minho tan concentrado le resultaba increíblemente atractivo, y más aún con esas gafas que siempre le daban un aire de intelectualidad que lo volvía loco.

Minho levantó la mirada y esbozó una pequeña sonrisa al verlo.

—¿Qué necesitas? —preguntó, quitándose las gafas un segundo para frotarse los ojos.

Jisung se acercó lentamente, aún sosteniendo su cuaderno.

—Es solo que... no entiendo las funciones cuadráticas —dijo, sintiéndose un poco tonto al admitirlo—. ¿Podrías ayudarme?

Minho asintió con una sonrisa que mezclaba paciencia y ternura, a la vez que volvía a colocarse las gafas.

—Claro, siéntate —le dijo, haciendo un gesto hacia la cama—. Pero prométeme que esta vez no te vas a distraer. La última vez que intentamos estudiar juntos, terminamos haciendo todo menos estudiar.

Jisung sonrió traviesamente al recordarlo. Se sentó a su lado y levantó la mano en señal de promesa.

—Te lo prometo —dijo con seriedad, aunque en el fondo sabía que distraerse con Minho siempre era fácil.

Minho se acomodó mejor en la cama y tomó el cuaderno de Jisung, revisando el ejercicio que lo tenía bloqueado.

—Está bien, vamos a repasarlo desde el principio —dijo Minho, mientras sacaba su propio cuaderno para dibujar un gráfico—. Las funciones cuadráticas tienen la forma general de ax^2+bx+c. La parábola que forma depende de los valores que hayan en el eje x y en el eje y. Lo que tenemos que hacer es...

Minho comenzó a hablar con seguridad, explicando cada paso con claridad y fluidez. A medida que hablaba, su mano se movía con precisión sobre el papel, dibujando ejemplos y fórmulas que intentaban hacerle sentido a Jisung. Pero, en lugar de enfocarse en la explicación, Jisung no podía dejar de mirarlo.

La manera en que los labios de Minho se movían al hablar, su expresión seria pero tranquila mientras explicaba el tema, e incluso el leve fruncir de ceño cuando estaba concentrado... todo en él era una distracción para Jisung. Dios, es tan sexy cuando se concentra, pensó mientras mordía suavemente su labio inferior, tratando de no dejar que su atracción por él fuera tan obvia.

Minho no se dio cuenta de inmediato, y continuó explicando.

—Entonces, si el valor de a es positivo, la parábola se abre hacia arriba, y si es negativo, se abre hacia abajo. Es como lanzar una pelota al aire, la trayectoria sigue una parábola...

Jisung asintió distraídamente, aunque en realidad no había escuchado nada después de las primeras frases. Su mirada seguía fija en Minho, incapaz de apartar los ojos de su rostro, sus manos, sus labios... todo en él le parecía fascinante.

—¿Hannie? —La voz de Minho lo sacó de su trance.

—¿Ah? —dijo Jisung, parpadeando y dándose cuenta de que Minho lo miraba con el ceño fruncido—. Sí, ¿qué decías?

Minho soltó un suspiro, claramente dándose cuenta de que Jisung no estaba prestando atención.

—Te dije que no te distrajeras, ¿recuerdas? —dijo Minho, aunque no podía evitar una pequeña sonrisa—. ¿En qué estás pensando?

Jisung se rió nerviosamente y se encogió de hombros.

—Es solo que... te ves muy bien con gafas —dijo, sintiendo el calor subir a sus mejillas.

Minho lo miró por un momento, luego dejó escapar una pequeña risa.

—¿Eso es lo que te tiene distraído? —preguntó, quitándose las gafas para frotarse los ojos con un suspiro.

Jisung asintió con una sonrisa traviesa.

—No puedo evitarlo —admitió—. Te ves increíblemente sexy cuando explicas cosas tan difíciles como si fueran fáciles.

Minho volvió a ponerse las gafas, tratando de mantener la compostura, aunque Jisung notó el ligero rubor en sus mejillas.

—Hannie... estamos estudiando —dijo, aunque su tono ya no sonaba tan estricto.

—Lo sé, lo sé —respondió Jisung, riendo suavemente—. Pero es que me distraes más que las matemáticas.

Minho lo miró por un segundo, y luego sacudió la cabeza con una sonrisa divertida.

—Si sigues así, no vas a aprender nada. Y luego, en el examen, estarás preguntándote por qué no puedes resolver una función cuadrática.

Jisung se encogió de hombros, sin poder evitar acercarse un poco más a él.

—Bueno, tal vez podrías darme una clase privada después del examen —dijo en un tono más bajo y juguetón, inclinándose hacia él.

Minho lo miró, y aunque intentó mantener la seriedad, el ambiente entre ellos cambió. Había una tensión palpable en el aire, una mezcla de deseo y cercanía que no podían ignorar.

—¿Una clase privada, eh? —dijo Minho, levantando una ceja—. ¿Y qué tipo de clase privada estás pensando?

Jisung sonrió, su corazón latiendo más rápido mientras sus ojos se encontraban con los de Minho.

—Una clase donde no se hable tanto de matemáticas —susurró, acercándose aún más hasta que sus labios rozaron suavemente los de Minho.

El beso fue suave al principio, casi como un roce, pero rápidamente se volvió más profundo, más intenso. Minho dejó caer el cuaderno y lo tomó por la cintura, atrayéndolo hacia sí, mientras Jisung envolvía sus brazos alrededor de su cuello, disfrutando de la sensación de tenerlo tan cerca.

Cuando se separaron, ambos estaban un poco sin aliento, pero con sonrisas satisfechas en sus rostros.

—Fue una buena distracción —dijo Minho, riendo suavemente mientras mantenía sus manos en la cintura de de novio.

—Mejor que cualquier fórmula de matemáticas —respondió Jisung, sonriendo—. Aunque todavía no entiendo las funciones cuadráticas.

Minho se rió y negó con la cabeza.

—Te lo explicaré de nuevo. Pero esta vez, prométeme que prestarás atención.

—Prometido —dijo Jisung, aunque sabía que sería difícil no distraerse cuando tenía a Minho tan cerca.

Y así, entre besos y risas, volvieron a los libros, aunque sabían que las distracciones seguirían siendo inevitables. El tiempo de estudiar juntos se había convertido en algo más que una simple lección de matemáticas; era una conexión que los unía, una mezcla de cariño, deseo y risas que hacía que incluso los exámenes fueran más soportables.

¡Él no es mi Hermano!  | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora