CAPÍTULO VI

55 2 0
                                    

Yo pensaba que ella iba a decirme lo mismo, así que mi corazón se aceleró a mil y estaba empezando a transpirar de más.

-       Decime, a ver – le dije, acercándome más a ella

-       ¿Podés creer que acabo de comerme a Lean? – me dijo emocionada. A mí se me rompió el corazón en mil. La puta madre, no esperaba esa respuesta. Qué mierda se siente estar así

-       ¿Qué Lean? – dije, fingiendo interés

-       Leandro Capeans, el pibe de la otra división – me dijo. Ya sabía quién era – No sabés lo lindo que se sintió… no te había dicho esto antes, pero él me gusta desde que ingresamos a primero

-       ¿En serio? – decía yo, sintiéndome un completo imbécil. Álvaro tenía razón, tardé demasiado en decirle cómo me sentía. Ahora ya es tarde – ¿Y vos crees que él va a querer algo serio con vos?

-       La verdad no sé, solo fue un beso, pero él me dijo al oído que estuvo intentando llamar mi atención desde que ingresamos a segundo año. ¿Qué loco, no? – comentó, sirviéndose una tapa de licor. Yo asentí su pregunta, haciendo brindis con ella – Bueno, ¿qué era eso tan importante que querías decirme?

-       Ah, yo… - se me puso la mente en blanco, ya que no iba a estar bueno que le caiga con lo que a mí me sucede con ella, así que opté por cubrirlo con una mentira – Lo que sucede es que a mí también me estuvo pasando algo similar a vos… - permití un deje de silencio para decirlo – Me gusta mucho Martina Castro y esta noche quería ver qué onda con ella

-       ¿De verdad? – dijo con una gran sonrisa – Amigo, me encanta ella para vos, se verían superlindos juntos. Amo, banco a muerte la pareja – ella comenzó a sobreactuar de una manera exacerbada, como supereufórica acerca de lo que le dije. Realmente se alegra de que me guste alguien más que no sea ella, me hace daño saber que ella nunca haya sentido las cosas que yo sí

-       Bueeeee, acabo de decirte que me gusta ella, nada más, no te dije que iba a proponerle matrimonio, así que calmá las aguas un toque – le respondí, un toque seco como para que no se dé cuenta

-       Ja ja, dejame ser, nos ves que esta noche literalmente se volvió una noche de confesiones, por ende, tenemos que hacer un brindis final

-       ¿Dale, por qué vamos a brindar ahora? – pregunté

-       Brindo porque los dos consigamos a las personas que queremos en nuestras vidas… y porque mañana a la mañana no estemos hechos mierda por la resaca que nos vamos a pegar. Amén – chocamos la tapa junto a la botella y pudimos darle fin a la petaca de licor

Una vez vacía la botellita, nos recostamos sobre el suelo y observamos las estrellas durante un momento. Estábamos en silencio y el ambiente se sentía tenso. En realidad yo me sentía tenso. En un momento ella sacó su celular, y con la cámara trasera improvisó una foto de nosotros. Una vez tomada, la miré y se veía genial y genuina. Nos veíamos demasiado bien, aunque yo estaba superrojo debido al alcohol. Finalmente Álvaro apareció en la ventana, haciendo señas para que volvamos a la pista. Retornamos al baile, el cual duró un par de horas más, hasta que se hicieron las 05:30 y salimos fuera del salón para irnos. Junto con  los pibes íbamos a ver la forma de irnos.

Detrás de mí se apareció Ailu y me despedí de ella.

-       ¿Cómo te vas a volver a tu casa vos? – pregunté

-       Me lleva Lean, tranqui – al terminar la frase, aparece Leandro con una moto. Por suerte había dos cascos. Los celos que estaba sintiendo me dañaban, pero como buen amigo de ella quería que sea feliz

TERCER TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora