Pero. . . ¿Cómo podría no amarle, si nuestro primer encuentro fue tan mágico?
Aquella noche solo quería morir, no solo era mi evidente depresión queriendo hacer que me rindiera, estaba con fiebre y completamente perdido, mientras todos dormían yo estaba solo en medio de la noche intentando mantenerme con vida. Si tan solo ese hubiera sido el fin.
Desde la espesura de la noche comencé a escuchar una suave voz preguntando si me encontraba bien, no sabía quién era, pero no tenía miedo de las intenciones de la persona, tenía miedo de morir solo.
Entre los pequeños destellos de luz puede ver un rostro lleno de preocupación, estaba tan alterado intentando mantenerme consiente, Pero solo pude sujetarme de su cuello y pedir que me llevará a un mejor lugar, esa noche dormí en un lugar que no era mi hogar y con alguien extraño, pero se sentía tan cálido, el me cuido toda la noche y al amanecer estaba en un hospital.
Creí que todo había sido un sueño, pero tenía su cara grabada en mi mente, esos hermosos ojos viéndome con preocupación, pero no tomo mucho tiempo darme cuenta que no había sido un sueño, ya que al voltear ahí estaba el, descansando sobre un pequeño sofá, después de cuidarme toda la noche estaba tan agotado, pero preferí dejarlo descansar aún si la curiosidad de por qué me habia salvado invadia mi mente.
Pasaron algunas horas para que despertará y al percatarse de que yo estaba despierto se acercó a mi para saber cómo me sentía, sonreí y agradecí sus cuidados, quise saber un poco más de el, pero dijo que tenía aun cosas que hacer, así que solo intercambiamos números y prometió escribir primero