JAMÁS SERAS FELIZ

22 0 0
                                    


Capítulo I "No estás solo."

No estoy seguro de cuando comencé con estos extraños problemas pero siempre que intento dormir no puedo evitar sentirme de una manera extraña y quisiera ser capaz de explicar que pasa conmigo, pero me cuesta tanto trabajo entenderlo que el simple hecho de querer explicarlo me es un tanto difícil pero de igual manera lo intentaré, aunque no garantizo que pueda lograrlo, después de todo nada me asegura que esto sea real, una vez que he dejado esto claro estas notas serán la única evidencia que sea capaz de demostrar mi existencia.

Quisiera creer que tengo una vida relativamente normal, soy una persona promedio con una vida promedio, tengo un empleo aburrido, también voy a la escuela, pero sigo siendo un estudiante promedio, no tengo nada de especial, no tengo super poderes, no tengo dones, no soy capaz de realizar milagros ni nada por el estilo, soy un simple chico común y corriente, no tengo nada que destacar ni mucho menos algo que me haga resaltar entre los otros, sin embargo, a veces suelo visitar a mi doctor.

Visito al doctor Ramírez desde que cumplí veinte años aunque ahora mismo solo tengo veinte y uno años, es extraño de explicar pero de igual manera lo intentare, todo comenzó una noche como cualquier otra con la única excepción de que al querer cerrar los ojos para dormir no podía, me sentía tan casado y sin importar cuanto lo intentase me era imposible mantener los ojos cerrados, daba vueltas por la cama o buscaba el modo más tranquilo para mi almohada pero nada parecía funcionar, me levante algo molesto y fui al baño, y fue ahí la primera vez que ocurrió algo extraño, al mirarme detenidamente en el espejo, me podía dar cuenta de mi rostro que estaba tan cansado y exhausto, un rostro que reflejaba la melancolía de mi día a día, sin embargo, no podía evitar pensar ¿cómo me había permitido llegar hasta aquí? Hacerme tal daño sin ninguna especie de remordimiento.

Un suspiro se escapo de mis labios y fue en ese momento cuando me pareció ver a mi reflejo giñarme un ojo, una parte de mi se quedó fría como el hielo, pero eso no era todo, tras guiñarme un ojo el reflejo alzo su mano poniéndola al cristal de vidrio, me quede petrificado por completo, mis piernas no reaccionaban, pero no podía evitar mirar fijamente el espejo era algo que no se veía todo el tiempo así que simplemente me quede ahí, estupefacto viéndolo, sin embargo, era casi como si mi mano se levantara sola y lentamente fue postrándose frente a la del reflejo del espejo.

Mi respiración se agito un poco pero cuando mi mano quedo frente a la de mi reflejo este comenzó a sonreírme, por un momento me tranquilice al ver esa sonrisa ya que no desprendía maldad ni tampoco sentía malas intenciones hacia mí, fue entonces cuando la mano de mi reflejo me intentó jalar al interior del espejo.

Su mano se deformo de manera horripilante y me clavaba una especie de espinas que se encarnaron en mi piel, estas últimas me desgarraban la mano de manera tan atroz que me era imposible no gritar. Podía ver como mi mano comenzaba a desprenderse de mi brazo y fue en ese momento cuando solo escuche un sonido seco, estaba hecho, mi mano fue arrancada de golpe con todo y el hueso.

Podía observar mi sangre saliendo por donde una vez estuvo mi mano, ese espacio vacío por donde brotaba sangre a borbotones, me costaba demasiado trabajo no mirar mi herida, ahí sangrando y mostrando fragmentos del hueso mientras veía al otro lado a mi reflejo dándose un festín con la mano que acababa de arrancarme. Contorsiono su boca y de una sola mordida este la devoro sin dejar rastro alguno de los huesos.

Del espejo comenzaron a sonar golpes y cada uno de ellos mas estruendoso que el anterior, lo miraba con terror mientras podía darme cuenta de que estaba tirado en el piso en un charco de mi propia sangre. Después de varios golpes el espejo se rompió y entonces se apagaron las luces.

Un terrible miedo se apodero de mi y me costaba respirar, un enorme escalofrió recorría mi piel por completo, sin poder ver y apenas como pude comencé a ponerme de pie, sin embargo, podía escuchar carcajadas a lo lejos.

JAMÁS SERAS FELIZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora