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Septiembre
tick tock
La octava habitación de la sala de invitados intentó matarle. No tanto en el sentido en que varias de las habitaciones habían intentado literalmente matarle. Si no más bien en el sentido de que su corazón podría colapsar sobre sí mismo, la primera etapa de una supernova, antes de explotar hacia el exterior en una muestra eruptiva de sus cantidades cósmicas de estrés. Era la penúltima habitación que quedaba por abordar, y había pertenecido a Bellatrix Lestrange durante la guerra. A Draco se le erizó la piel con solo mirar la puerta, imaginando las cosas que había dentro.
Y Hermione, con toda su terca, simbólica y despiadada sabiduría, dejó muy claro desde el momento en que le dijo a quién pertenecía la habitación que era suya y solo suya. Draco había sido relegado, con garantías seguras y un beso por si acaso, a practicar su Patronus mientras esperaba, con horripilante expectación, a que algo saliera mal.
Oscura y ominosa, llena hasta los topes de runas rojas y recuerdos inquietantes, la habitación de Bellatrix le robó a Draco todos los recuerdos felices que podría haber utilizado para lanzar un Patronus. Pero Hermione insistió en que practicara, que ella podía, y debía, hacer su trabajo sin él. Pero eso no detuvo la paranoia ni la inquietud que se abría paso por encima de las alfombras malditas y los suelos caros.
Odiaba intentar encontrar la forma de conjurar un Patronus mientras veía cómo Hermione se enfrentaba a la habitación de Bellatrix y a todas sus amenazas inminentes.
—No funcionará si te alteras tanto, —le dijo Hermione, poniéndole una mano en el antebrazo después de que, una vez más, no consiguiera lanzar el encantamiento. Hacía casi un mes que no conseguía ni una débil mota de luz, y la preocupación le hacía perder el control. Por su parte, Hermione parecía demasiado tranquila, demasiado ajena al hecho de trabajar día tras día en una habitación impregnada de tanta magia oscura que casi lo dejaba sin aliento.
—No estoy alterado. Estoy bien. —Se encogió de hombros para no tocarla y enseguida echó de menos el contacto. Se le había permitido entrar en la habitación mientras ella trabajaba, un compromiso para calmar los nervios los cuales simplemente no podían soportar tenerla fuera de su vista. Aquí no.
Lo miró por un momento, con la curiosidad cruzándole la cara, antes de tomar una decisión. Se acercó a él, le rodeó el torso con los brazos y lo obligó a abrazarla. Él dejó caer el brazo con la varita y lo apoyó sobre el hombro de ella con un suspiro.
—Draco. Está claro que no estás bien.
Normalmente, sabía cuándo presionar y cuándo no. En este caso, deseó que no lo hubiera hecho. Pero ella le ofrecía cercanía y afecto en plena jornada laboral, lo que significaba que su preocupación provenía de algo más profundo que la mera curiosidad. Se había comportado lo suficientemente alterado como para que ella abandonara su sensata moral de trabajo en favor de sus necesidades.
La abrazó más fuerte.
—Solo deseo que termines con este cuarto para que pueda cerrarlo y que Theo venga a bloquearlo. No me gusta que trabajes aquí.
Ella se puso rígida entre sus brazos.
—Este es mi trabajo y soy plenamente capaz de manejarlo.
—Lo sé. Eso no significa que me guste. Todo lo relacionado con la tía Bella me pone la piel de gallina. Quiero terminar con ella. Y no quiero que salgas herida en el proceso.
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Beginning and End - Dramione (Traducción)
RomanceAños. Divididos en meses, semanas, días, horas, minutos, segundos y momentos. Simples en un extremo, complejos en el otro. En la experiencia de Draco, los momentos, incluso cuando eran simples, tenían la costumbre de volverse irrecuperables. Los mom...