-Creo que es hora de irse. -propongo viendo anochecer.
- Hora de enfrentarme a mi hermano y a su bronca.-No, es hora de enfrentarnos a él. Los dos. Juntos.
-¿Estas seguro?
-Contigo hasta el fin del mundo.
-Pues ale. Vamos.
Nos ponemos el casco y nos subimos. Montamos en su moto. Me abrazo a él y ponemos rumbo a mi casa.
[...]
-¿Estas seguro? -digo agarrándole de la mano frente a la puerta de mi casa.
-Seguro. -me mira sonriente.
Damos pasos un poco lentos hasta la puerta de casa. Saco las llaves de mi bolsillo y abro despacio la puerta.
No se escucha nada. El salón esta desierto.
-Pasa. -le digo en susurro.
Nos descalzamos y voy a la cocina a por algo de comer. Daniel me sigue.
Enciendo la luz de la cocina.
-¡Ah! -me asusto- ¿Javier? ¿Que haces aquí, a oscuras?
Javier se gira lentamente.
Dios esto parece una película de miedo. Solo falta que saque el cuchillo y nos asesine.
-Yo te mato Oviedo. -pega un grito levantándose bruscamente.
-No. -me pongo delante de él- No vas a matar nadie, porque si le haces algo a él me lo haces a mi.
-Pero, ¿que estás diciendo? Te ha comido la cabeza, te va a utilizar. como a todas esas pobres chicas.
-¿Y desde cuando te preocupas tu por las chicas a las que las personas las utilizan para echar un polvo y después las olvidan? ¡Pero vamos a ver! Si tu eres el primero que lo hace. -me encaro por primera vez con mi hermano- ¿Tu quieres que sea feliz? -me atrevo a preguntar, casi al borde de soltar la lagrimera que llevo dentro.
-Pues claro. Yo lo único que quiero es protegerte. No quiero verte sufrir.
-Bueno pues mi felicidad a partir de ahora depende de la suya. El es el que e saca una sonrisa cada día. El que me llena la vida de luz y color. Y vas a tener que aceptarlo. Porque ni tu ni nadie me va a decir con quien tengo o no tengo que estar. Es mi vida. Yo a ti no te digo nada. Por una vez en la vida me podrías dejar hacer la mía.
-Natalia...
-No, Natalia no. Ya basta. Tu cada día te traías a una y te la tirabas y yo aguantando todos vuestros ruiditos. Aguantando como la hacías caer en tus manos, prometiendoles el cielo y cuando ya la has aprovechado bastante la sueltas dejándola caer. Y yo, ahora que quiero a alguien. Que soy feliz. ¿Me lo vas a prohibir?
-Natalia, dejame hablar. Vale. Si, sal con él. Me parece bien. Pero si alguna vez te hace daño no vengas corriendo a mi, diciéndome que tenía razón. Y tu. -dice señalando a Daniel- Ni se te ocurra hacerla daño, ¿me oye?
Las lágrimas inundan mis mejillas, pero esta vez creo que es de felicidad. Y sonrío. Y abrazo a mi hermano. Fuerte, muy fuerte.
-Eres el mejor. -le doy un beso en al mejilla.
Seguidamente le agarro la mano.
-Gracias. -digo en un susurro.
Y salgo de la cocina junto a Daniel. Sin decir palabra alguna vamos a mi habitación, cerrando la puerta al entrar.
Suspiro fuertemente. Sentándome contra la puerta.
-No pensaba que tenías tanto carácter. -dice Daniel.
-Yo tampoco lo sabía. -digo mirandole.
-Ni que me quisieras tanto. -sonríe con cara de pillo.
-Idiota. -le tiro un cojín a la cara.
-Que de amor se respira. -se ríe.
-Mucho. -admito.
Noto como Dani traga saliva y me mira a los ojos. Haciendo colisionar nuestras miradas.
-He de confesarte que... -empieza a hablar Daniel.
Mi cuerpo estaba como,un terremoto. En ese momento me temía lo peor. Se le notaba tenso, y empezaba a tener miedo por lo que sus palabras me dirán.
-Que... -continúa- Que no te quiero perder. Que vale que puedo ser el más orgulloso, el típico 'chulo' del instituto, el chico malo, el 'popular', al que tiene a todas a sus pies, pero solo a una a su altura. Y esa una eres tu. La que desencaja mis esquemas. La que supe que sería algo especial para mi. Pero que tenía miedo a decirlo. Por si la gente cambiaba su forma de verme. Por ser yo el que me iba a arrastrar por una tía, en vez de al contrario. Pero me he dado cuenta de que tu vales más que todas esas personas. Y ahora sabré quienes son las de verdad. Las que van a seguir conmigo. Me das fuerza. Mucha fuerza, Natt. Tu fuiste la única que se enamoro de mi por ser quien soy, no por lo que soy. Desde que salimos en la tele, aparecían chicas de todas partes queriendo algo con mi hermano y conmigo, y no se, me dejé llevar a ese mundo, me empezó gustando, pero al final, nada me llenaba, nada me hacía estar satisfecho, cada tía era como mi vida diaria. Una cada día. Y terminaba sentiendome vacío. Ya no podía cambiar. Todos estarían en mi contra. Casi todos mis 'amigos' me quieren por el haber salido en la tele. Y ya estoy arto. Tu sin saber nada de mi vida comenzaste a quererme, por como era, o por lo menos por lo que solo tu descubriste. Porque tu, mi hermano y Javier sabeis como soy de verdad. Los demás solo conocen mi escudo.