De ti

Conocerte

Recuerdo perfectamente la primera vez que lo vi, aunque en ese momento nunca imaginé que él terminaría siendo tan importante para mí. Era una noche de guardia, yo era nueva en el lugar de trabajo, y junto a mi camarada Ana, fuimos a su departamento, ya que él también era nuestro compañero. Nunca pensé que aquella visita marcaría tanto mi vida.

Cuando llegamos, él nos recibió con una sonrisa, pero apenas me vio, se puso notablemente nervioso. Yo también me sentí algo intimidada, aunque traté de disimularlo. En ese momento, no podía ni imaginar que algún día lo amaría tanto como lo amo ahora. Ana, con su natural desparpajo, me presentó: "Ella es Gonza", a lo que él, queriendo ser amigable, respondió con un rápido: "Mi Gonza". La situación no pudo haber sido más graciosa. Ana soltó una carcajada y él se avergonzó al instante, trabándose con las palabras mientras intentaba aclarar lo que había dicho.

Yo no sabía si reírme o sentirme más nerviosa, pero la atmósfera se volvió ligera y divertida. Pedimos hamburguesas esa noche, y entre risas y charlas, la vergüenza inicial de aquel tropiezo con las palabras se fue diluyendo. Recuerdo cómo, entre mordidas de hamburguesa, yo lo observaba de reojo: trigueño, de cabello negro, con las pestañas más hermosas que había visto en mi vida. Y sus ojos... simplemente los más lindos que jamás haya contemplado.

Él no era de estatura alta, pero había algo en su presencia que me atrapaba. Con el tiempo, esa pequeña chispa de atracción inicial se fue transformando en algo mucho más profundo. Mientras yo, rubia de pelo largo, delgada y con mis atributos bien marcados, intentaba mantener la compostura, no pude evitar notar cómo esa torpe presentación sería el inicio de algo que nunca esperé.

Esa noche no pasó nada más que una buena charla entre compañeros, pero hoy, mirando hacia atrás, sé que esa fue la primera vez que lo vi... y también el primer momento en que nuestros caminos comenzaron a entrelazarse de una manera que ni él ni yo habríamos imaginado.