Cuando Chiara llegó al edificio de su psicóloga, se sentía algo nerviosa, como siempre que acudía a su cita. Llamó al timbre y subió en el ascensor, sus pensamientos giraban en torno a lo que había estado viviendo en Madrid.
Al llegar a la puerta, volvió a tocar el timbre y entró. La recepcionista, una mujer joven y amable, le sonrió como de costumbre, y Chiara se sentó en la sala de espera mientras intentaba organizar sus ideas. Después de unos minutos, su psicóloga, Ainara, la llamó desde el consultorio:—Chiara, puedes pasar.Chiara se levantó y entró en la sala. Ainara, con su voz calmada y su estilo directo, comenzó la sesión como de costumbre.—Bueno, Chiara, cuéntame, ¿cómo estás? ¿Cómo te va la vida en Madrid? ¿Has hecho nuevos amigos?
Chiara se sintió animada al hablar de Ruslana, su nueva amiga en la residencia. Aunque no se conocían desde hacía mucho, había una conexión entre ellas que parecía especial, y se sentía más acompañada desde que estaban juntas. Sonriendo le contó lo bien que se llevaban, cómo Ruslana la había ayudado en su momento de ansiedad y lo rápido que había crecido su amistad.Sin embargo, Ainara, que parecía escuchar atentamente, la interrumpió con una seriedad inesperada.
—Chiara, quiero que tengas cuidado con eso. A veces, las personas que se acercan rápido a ti lo hacen porque ven una oportunidad. Recuerda lo que pasó con Salma.
Al oír el nombre de su exmejor amiga, Salma, el rostro de Chiara cambió. Salma había sido una de esas personas que, a pesar de su cariño, había terminado aprovechándose de su fama. Ainara continuó:—No quiero que vuelvas a pasar por lo mismo. Quizá esta Ruslana solo esté buscando aprovecharse de tu fama, como ya pasó antes.
Chiara se quedó helada. Las palabras de Ainara la golpearon fuerte, y su expresión se tornó sombría. ¿Cómo podía decir eso de Ruslana? ¿Era posible que su nueva amiga la estuviera usando? La duda se instaló en su pecho, a pesar de que todo en su interior quería gritar que eso no podía ser cierto.
Al salir de la consulta, una lágrima traicionera rodó por su mejilla. Se sentía confundida, traicionada por la idea de que Ruslana pudiera estar siendo deshonesta con ella. Sin saber cómo sentirse, llamó a un Uber para volver a la residencia. Quería encerrarse en su habitación, lejos de todo, y llorar en paz.
Cuando llegó a la residencia, vio a Ruslana en la sala común, charlando con un chico que había visto por ahí, Juanjo. Sin dirigirle la palabra ni mirarla, subió directamente a su habitación, con lágrimas cayendo por su rostro. La confusión y el dolor se mezclaban, haciendo que todo pareciera más oscuro de lo que realmente era.
Ruslana, al ver a Chiara en ese estado, se preocupó de inmediato. Se disculpó rápidamente con Juanjo y subió corriendo tras ella. Golpeó la puerta de Chiara una, dos, cinco veces, mientras la llamaba desesperadamente.—¡Chiara! ¡Chiara, abre! ¿Qué te pasa?
La situación era preocupante, pero no obtenía respuesta. Frustrada y preocupada, bajó a recepción, donde también estaba Juanjo. Le explicó lo que había pasado, y cómo la había visto llorando. La recepcionista, que había visto a Chiara y Ruslana juntas antes, decidió confiar en Ruslana y le dio una copia de la llave.
Ambos subieron a la habitación, nerviosos y preocupados. Al abrir la puerta, encontraron a Chiara en el suelo, temblando y con la respiración agitada. Ruslana, horrorizada, corrió hacia ella y la abrazó, intentando consolarla, pero su contacto solo pareció aumentar el nerviosismo de Chiara.
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insomnio
RomansaRuslana debe comenzar la universidad, lejos de su familia y amigo. Es lo generaba sentimientos encontrados, por una parte, emocion, ya que por fin iba a estudiar lo que siempre se había querido dedicar, actriz. En cambio también le generaba mucha an...