i've changed every part of me...!!

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04. INSECURITIES AND CHANGES

aquel desafortunado escenario de celos no alejó a mauro de tiago. al contrario, volvió a aparecerse en su vida, una noche lluviosa, tosiendo y borracho, suplicándole perdón, jurando que estaba interesado en él. el corazón de tiago, enternecido e ilusionado por ese enamoramiento, accedió a eso. 

fue en un fin de semana cuando se fueron de picnic, de día de campo, que mauro le aseguró que había superado a su exnovia y que había cortado todo contacto con ella, bloqueándola de redes. le pidió ser su novio, prometiendo que jamás lo haría sentir inseguro o temeroso, asegurándole que sería su relación más duredera.

y tuvo razón en cierta parte. al principio tiago solo vio pequeñas red flags, que decidió ignorar. nadie era perfecto, se dijo, ni quisiera él. y amaba a mauro. empezó con pequeñas críticas que no hacía cuando empezaron a salir, como su forma de reír o comer, en especial cuando estaba fastidiado por haber tenido un mal día.

—no pasa nada, sólo tengo que mejorar... —se decía tiago, cuando estaba a solas, practicando cosas que, en realidad eran muy espontáneas, como el masticar su comida, aunque siempre fue bastante educado con eso, como le había enseñado su madre.

luego llegaron las críticas a su físico y algunas humillaciones durante el sexo. tiago nunca había cuestionado sus habilidades en el sexo que, aunque no eran las mejores, pues no era un adicto a tal descarga de dopamina, sus antiguos amantes —tanto masculinos, como femeninos— nunca se habían quejado de eso.

"mi ex lo hacía mejor"

"a ver, movete de este modo"

"lo hacés re mal"

"me la bajas"

"estás gordo"

con el pasar del tiempo en esa relación, tiago empezó a sentir que podía y quería cambiar cada parte de sí mismo, sólo para complacerlo. si cambiar sus ropas hacían que el mayor gustara más de él, lo hacía. si pintar o cortar su cabello hacía que le importara a mauro, lo hacía; agarraba su máquina y se cortaba el cabello él mismo. 

por él.

si a mauro le hiciera sentir satisfecho el que fuera más educado, trataría de ser como su hermana menor, ámbar, quien era más callada y reservada. si el hecho de actuar menos como un pelotudo hacía que mauro se quedara con él, entonces él hacía eso, aunque poco a poco fuera perdiendo esa esencia que caracterizaba quien era tiago uriel. 

cambió cada parte de sí, hasta parecer un rompecabezas con piezas que no eran de ese juego. solía mirarse en el espejo y no se reconocía. incluso había empezado a utilizar maquillaje muy sutil, al ver que a mauro le gustaban así las chicas. las chicas. las chicas eran el problema, ya que se suponía que mauro estaba saliendo con él, aceptándolo como chico, no porque estaba aburrido y quería probar cosas distintas...

dejaba que mauro tomara cualquier cosa que necesitara de él. todo. le pertenecía y él solo descartaba el resto que no le sirviera de él. paulo trataba de hacerlo entrar en razón, insistiendo en que su vida no podía hacerla girar en torno a su novio, pues mauro estaba consumiendo cada parte de él. 

—pero yo lo amo. 

—entiendo que lo amés, tiago...

—y sé que, si logro ser lo que a él le gusta, él me va a volver a ver cómo me miró esa noche.

—¿esa noche?

le contó ese recuerdo en el que mauro fue a su casa, borracho y bajo la lluvia, a confesarse. paulo no lo encontró tan romántico, pero no le dijo nada, pues los dos se encontraban en la re mierda. al menos, en cuanto a su vida amorosa. 

—a veces desearía que fueras piba —lo escuchaba susurrar a mauro, tras una ronda de sexo, haciéndose el dormido, para no escuchar los reproches de este. 

eso no le gustaba a tiago, quien no veía malo el usar faldas y vestidos, pero que jamás se identificaría como una chica. ya había matado demasiadas partes de sí mismo para complacer y satisfacer a mauro, pero el que este sólo señalara sus defectos y que no le reconociera las cosas lindas que hacía por él, lo estaba empezando a hartar, aunque ese amor que sentía no se iba. 

esa noche, después de haber tenido relaciones y que mauro se fuera, tiago se miró en el espejo, admirando lo cambiado que estaba. había bajado un poco de peso y medio había arrancado en el gym, así que por esa parte estaba bien. pero, a su alrededor, se encontraba su ropa, la cual no era de ese estilo que una vez lo caracterizó. su risa había cambiado e incluso su tono de voz se había reducido. 

—¿cuándo dejé de ser yo mismo? —susurró. 

esta pregunta retumbó en su cabeza, mientras se alejaba del espejo, en el que alcanzó a ver todas las mordidas que mauro le había dejado. luego dirigió sus pasos hacia el baño, para darse una ducha. mientras dejaba correr el agua por su cuerpo, pensó en lo mucho que había cambiado cada esquina de su cuerpo, solo para gustarle a mauro. que si seguía moldeándose a sus deseos, el chico que él amaba, lo amaría de la misma forma en que él lo hacía.

pero la verdad se clavaba en su corazón, como si fuera un cuchillo: mauro no lo amaba de esa forma. no importaba cuánto cambiara, nunca sería suficiente para él. mientras se duchaba, sabía que algo tenía que cambiar, pero a la vez no podía. amaba demasiado a mauro, le dolería mucho. pasó su mano por su cabello, llenándolo de shampoo, sintiendo el corte que se había hecho para agradarle a mauro. 

—¿cuánto más tengo que cambiar para que me ames? —habló en voz alta. 

aun así, el miedo a perder a mauro lo paralizaba. mauro era todo lo que conocía en términos de amor, alguien a quien logró amar de verdad y que "lo había correspondido". podía estar siendo consumido por la relación, pero el tan solo pensar en dejarlo ir, lo aterraba. lo amaba demasiado. 





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𝒔𝒖𝒑𝒆𝒓𝒂𝒄𝒉𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora