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El último día del campamento había llegado, y la mezcla de emociones llenaba el aire. Había risas y llantos, pero sobre todo, un profundo sentido de comunidad. Cada rincón que habíamos hecho nuestro hogar durante este verano parecía brillar con un fulgor especial, como si el lugar mismo supiera que estábamos a punto de cerrar un capítulo importante de nuestras vidas.

Después del desayuno, todos nos reunimos para una jornada de juegos y competiciones. El ambiente era festivo mientras Jack organizaba a los demás en un torneo de voleibol. Zuri y Lu discutían sobre quién debería ser el capitán, pero la tensión había empezado a desvanecerse, y las risas llenaban el aire.

—¡Vamos, Zuri! ¡Deja que Lu dirija esta vez! —gritó Jack, intentando equilibrar una pelota en su cabeza, mientras todos se reían.

—¿Y perder? No, gracias —respondió Zuri, con una sonrisa desafiante.

Me acerqué, sintiendo que la tensión entre ellos había comenzado a disiparse. —¿Qué tal si hacemos un equipo mixto? Así no habrá peleas —sugerí, buscando mantener el ambiente ligero.

—¡Buena idea! —exclamó Lu, y rápidamente comenzamos a organizar los equipos.

Mientras nos preparábamos, noté que Griff estaba entre los espectadores, animando con entusiasmo. Nuestros ojos se encontraron, y sentí una chispa que me llenaba de emoción y nerviosismo a la vez. Sabía que este día sería especial, pero también era consciente de que marcaba el final de algo significativo.

El torneo comenzó, y las risas resonaban en el campo. Jack y Zuri formaban un dúo imbatible, mientras Griff y yo luchábamos por mantenernos a la altura en la carrera de relevos. Cada paso que daba sentía que era un reflejo de lo que habíamos vivido juntos: la adrenalina, la amistad y la promesa de aventuras futuras.

A medida que avanzaba el día, algo en el ambiente cambió. Una nube oscura se cernía sobre el campamento, y el viento comenzó a soplar más fuerte. Los árboles se movían, susurrando secretos que solo el bosque parecía conocer. Aun así, decidimos continuar con las actividades, riendo y disfrutando del momento.

Cuando llegamos al final del torneo, el campamento se reunió alrededor de la fogata para celebrar. Sin embargo, la atmósfera era diferente. La alegría se mezclaba con un leve aire de melancolía. Las historias comenzaron a fluir, y cada uno de nosotros compartió lo que había aprendido durante el verano.

Zuri se levantó y habló sobre lo importante que había sido este verano para ella. —Este lugar y todos ustedes han sido un regalo. He aprendido a ser más valiente y a seguir mis sueños —dijo, y todos la aplaudieron.

Jack, emocionado, se unió a ella. —Zuri, me has inspirado. Quiero que sigamos explorando lo que hemos comenzado.

Sin previo aviso, Jack se inclinó y besó a Zuri, un beso tierno y lleno de promesas. El grupo estalló en aplausos, y ambos sonrieron, sus rostros iluminados por la luz de la fogata.

Mientras todos celebraban el momento, Griff se acercó a mí. Su mirada era seria, pero su voz estaba llena de calidez. —Lola, este verano ha significado mucho para mí. He aprendido a confiar en mis sentimientos.

Sentí que el corazón se me aceleraba. —Yo también siento lo mismo. Este verano ha cambiado todo.

Con una suavidad que me tomó por sorpresa, Griff se inclinó hacia mí y, en un instante que pareció eterno, nuestros labios se encontraron en un beso. Fue un beso lleno de promesas, de risas compartidas y de aventuras futuras. Sentí que todo se detenía, y el mundo a nuestro alrededor se desvanecía.

Sin embargo, justo cuando nos separamos, un fuerte viento azotó el campamento, apagando la fogata y llenando el aire con un murmullo inquietante. Todos nos miramos, y la risa se desvaneció.

—¿Qué fue eso? —preguntó Ema, su mirada preocupada.

Xander, que siempre era el más calmado, se puso de pie. —Probablemente solo es una tormenta que se aproxima. Deberíamos llevar las cosas a las cabañas —dijo, tratando de mantener la calma, pero había un brillo de preocupación en sus ojos.

La idea de una tormenta inminente añadió una capa de tensión a la despedida. Mientras recogíamos nuestras cosas, el cielo se oscureció y un rayo iluminó el horizonte, creando un ambiente casi dramático. Era como si la naturaleza estuviera reflejando nuestros sentimientos encontrados sobre la inminente despedida.

Una vez que nos refugiamos en las cabañas, el ambiente se tornó más serio. Estábamos todos juntos, y la preocupación se podía sentir en el aire. A medida que el viento soplaba con fuerza, decidimos que era el momento de hablar de lo que realmente significaba este verano para cada uno de nosotros.

Ema se levantó, mirando a todos con seriedad. —Quiero que todos sepamos lo que significan para mí. Este lugar y ustedes han sido una parte fundamental de mi vida.

Xander asintió, tomando su mano. —Estamos comprometidos a mantenernos en contacto. No quiero que esto se acabe aquí. —Y entonces, en un tono más íntimo, añadió—: A pesar de lo que pueda pasar, quiero que sepas, Ema, que te veo en mi futuro.

Los ojos de Ema se iluminaron, y los demás aplaudieron, sintiendo la conexión que había crecido entre ellos.

Zuri sonrió, pero había un destello de tristeza en sus ojos. —Tal vez deberíamos planear un viaje juntos. Algo que nos mantenga unidos, sin importar la distancia.

Jack, siempre el optimista, se puso de pie. —¡Sí! Podemos hacer un viaje de campamento en el próximo receso. ¡Esto no termina aquí!

Mientras discutíamos sobre el futuro, Griff tomó una profunda respiración antes de hablar. —Lo que hemos compartido es especial. Prometamos no dejar que la distancia nos separe. Vamos a apoyarnos en nuestras aventuras, sin importar dónde estemos.

Cuando todos asentimos, sentí una oleada de gratitud. Este grupo no era solo un conjunto de amigos; éramos una familia que se había encontrado en un rincón del mundo.

En medio de la conversación, Xander miró a sus amigos con sorpresa. —Nunca pensé que mis dos hermanos pequeños, aquí presentes, encontrarían a alguien tan especial este verano. Siempre pensé que seríamos los tres solos por un tiempo.

—Es cierto —dijo Lu, sonriendo a su hermano mayor—. Pero encontrarte con Ema ha sido diferente. Hemos compartido tanto y he aprendido de ella.

Ema sonrió y asintió. —La verdad es que todos ustedes han hecho que este verano sea inolvidable. Nunca imaginé que encontraría un lugar donde encajar tan bien.

Mientras la conversación continuaba, la lluvia comenzó a caer suavemente, un sonido relajante que me acompañaría mientras reflexionaba sobre todo lo que habíamos vivido. Finalmente, mientras el ruido de la tormenta comenzaba a disminuir, cada uno de nosotros compartió un último deseo para el futuro. Zuri deseó tener el valor de seguir sus sueños; Jack, ser capaz de tocar un gran escenario; Ema y Xander, construir una vida juntos; y yo, descubrir quién era realmente.

Griff, con una mirada profunda, dijo: —Yo deseo que cada uno de nosotros encuentre su camino y que siempre recordemos este verano como el inicio de algo grande.

Cuando finalmente nos despedimos, la lluvia comenzó a caer más fuerte, y el viento sopló con furia, creando un ambiente casi épico. Nos reunimos bajo el refugio del porche, donde la lluvia caía suavemente.

—Prometamos que esto no es un adiós, sino un hasta luego —dijo Ema, y todos asintieron, abrazándose en un último gesto de unidad.

Con el viento y la lluvia como telón de fondo, me sentí afortunada de haber compartido este verano con ellos. Sabía que las despedidas nunca eran fáciles, pero con amigos como estos, el camino por delante sería emocionante, lleno de nuevas aventuras y descubrimientos.

Mientras nos alejábamos, una sensación de esperanza me envolvía. Este capítulo podría cerrarse, pero las páginas por venir estaban llenas de posibilidades. Estaba lista para lo que el futuro me deparara, con el corazón abierto y la certeza de que, aunque el campamento terminara, nuestras historias continuarían entrelazadas.

Cuando el verano acabe || Griff Jones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora