Frances no había sido sutil en lo absoluto. Ahora Alexander debía constar a John que se había quedado prácticamente mudo. "Le he dado mala vida", "He sido mal marido" decía. Alexander a veces le trataba de explicar que ella no había sido una mujer muy buena tampoco, era lo que tenían los matrimonios arreglados. Tanto tiempo en silencio que Alexander empezó a recordar muchas cosas y con suerte pod8a hacerlo hablar. -¿Recuerdas cuando te capturaron?
-¿Cómo voy a olvidarlo?- dijo John.
-En algún momento empezaste a ser diferente. Me di cuenta entonces, cuando me dijiste que tenias miedo de morir- aseguró el pelirrojo. -Siempre había pensado que te importaba poco y que no pensabas las cosas dos veces.
-Era un niño estúpido con ansias de honor y ahora... no tengo nada de honor- aseguró. -No soy un general glorioso como Washington, ni he estado en el campo de batalla lo suficiente.
-Has enviado tropas a Polonia, Francia... lo has hecho bien- aseguró Alexander. -Lafayette está muy agradecido contigo. Siempre crees que todo lo has hecho mal.
-Sólo considero que podría haber hecho las cosas mejor. Si hubiese sido más atento, Beth seguro estaría aquí.
-No podías ser más atento. Has estado enfermo, te has estado sanando y necesitabas que ella estuviese contigo. Podría haber estado aquí a tu lado... no lo ha hecho. No te culpes de su crueldad.
-Le grité cuando peleamos. Me molesté más de la cuenta con todos- afirmó. -Sólo estaba dolido por lo de mi hijo, ¿sabes?
-Sí... lo siento. No fue sensato de mi parte. Ella vino a hablar conmigo, se torció la situación... Sabes como soy.
-No me importa quien fuese su padre, solo siento que he perdido un hijo. También he perdido a casi todos mis hermanos, mis padres, mis esposas... Qué voy a contarte a ti... No tenias familia y ahora tienes una mucho más completa que la mía, yo que tanto tenía y mira, me estoy quedando solo en el mundo.
-Una familia no implica muchos miembros es tener alguien que te quiera, ¿sabes? Has sido todo lo que necesitaba durante muchos años, antes que mi familia. Se puede decir que has sido mi primera familia en Estados Unidos. Te preocupabas por mí y porque comiese algo y siempre me decías que si no me comía el puré se lo ibas a dar al perro de Lee.
-De eso hace muchos años- dijo. -Si pudiese volver a ese entonces cambiaría tantas cosas que no imaginas. Sería más sincero.
-No puedes vivir arrepentido del pasado. ¿A caso debería estar lamentándome toda la vida de haber robado unos libros a un pobre hombre para poder llegar hasta aquí? Tal vez no debí haberle tirado piedras a ese alumno de la universidad, ni escribir el panfleto, ni acostarme con tu mujer... Bueno, aquí seguimos.
-Sí... tienes razón... Tú también has sido estúpido y sigues aquí. Eso de la selección natural no funciona.
-Qué tonto eres, Jack- al menos se iba animando un poco el decaído ambiente. Puede que John estaba medio ebrio y eso ayudaba en algo. -Tú también besaste a mi mujer.
-Fue un accidente.
-Sí, te caíste y la besaste.
-Y tú te tropezarse y concebiste un hijo con mi esposa- farfulló John.
-A veces te tengo envidia. Eliza dice que eres mejor padre y marido que yo.
-Lo de marido podemos discutirlo- dijo por lo bajo.
-Bueno, solo no conectaste con ella. ¿Qué ibas a hacer? Prefieres a Eliza, ¿verdad?
-No prefiero a tu mujer, Alex.
-Ella se preocupa por ti. Supongo que eres importante para ella.
-Porque soy tu amigo- respondió acomodándose en la cama y mirando al techo.
-También eres el suyo, ¿sabes? A veces prefiere hablar contigo que conmigo. Dice que das mejores consejos.
-¿Yo? Si todo lo soluciono a golpes.
-Bueno, lo mio son golpes verbales. No sé qué es más inteligente, Jackie- respondió. -Igual he estado pensando que... no parece desagradarte Eliza.
-Por supuesto que no me desagrada. ¿Qué quieres decir con eso?
-Que... me debes una noche de bodas- añadió el pelirrojo.
-Alex, un poco de respeto a mi mujer. Estamos de luto por ella- afirmó mirando a las pecas de su amigo.
-Lo sé, y aún debes recuperarte. Sólo quiero que nos tengas en cuenta por si nos necesitas o te apetece algo.
-¿Y qué opina Eliza?
-¿Qué crees? Si ya lo sabes- respondió. -La única negativa siempre ha sido por parte tuya.
-No quiero meter las narices donde no me llaman- dijo y Alexander asintió. -Y aún me siento traicionado.
-¿Traicionado?
-¿Cómo se que puedo volver a confiar en ti?
-Ya hablamos de esto, sabes cuanto siento lo del panfleto. Estaba bajo presión y sabes que no sé pensar en estas situaciones.
-No sólo lo contaste, adjuntaste toda la evidencia para que me colgasen. Tanto recuerdas cuando estuve prisionero y no como temía ser condenado a muerte. Acabar como John André y casi eres tú quien me hace terminar así.
-Sí hubiese sabido que iban a colgarte, créeme que nunca hubiese escrito nada. Y si alguien lo hubiese intentado te prometo que yo te sacaba de ese juicio. Espero que algún día puedas perdonarme completamente. Yo pensaba que ya estábamos bien.
-Lo estábamos, pero la muerte de Beth me hace desconfiar de ti- reconoció y aunque al principio Alexander guardó silencio porque se sentía ofendido pudo entenderlo y no le quedó más que jurar que no tenía nada que ver.
Por la tarde se encontró mejor y estuvo organizando algunas cosas del funeral junto a Kinloch. El entierro se realizó el viernes, por lo que John retomó sus funciones aquel día, un poco antes de lo esperado. -Es bueno verte de nuevo aunque sea en estas circunstancias- dijo Jefferson. Hasta parecía que el mundo sabía que era un día triste, en seguida la lluvia empezó a caer u tuvieron que retirarse pronto. Cuando llegaron, se sentó a trabajar, sebia ponerse al día lo antes posible. Alexander se quedó a su lado a ayudarle, aunque volvían a estar en silencio trabajando. Normalmente trataría de hablarle, pero entendía que no se encontraba bien para hacerlo.
-¿Quieres café?- Preguntó Alexnader.
-No... pero si me traes una botella te lo agradezco.
-¿De qué?- Preguntó levantándose y dejando algunos papeles en el escritorio de John.
-De lo que encuentres.
-¿Te duele mucho? Aún deberías estar acostado- Preguntó acercándose por detrás a acariciarle el cabello.
-Sí... duele- dijo dejando de escribir. -Gracias- le tomó la.mano y le hizo una pequeña sonrisa antes de que se marchase. Esperaban unos días duros: misas, trabajo, preguntas... no quería saber nada.
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Donde el viento no susurra | Lams
Historical FictionJohn y Alexander se encuentran muy apegados hasta que un bebé se interpone en su camino en el ejército de Washington. Ambos pasarán el suceso por alto e intentarán mantener su relación con normalidad