31. La Taberna

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Alexis tenía el don de liderar, posiblemente no sabía sobre esto, lo mismo con Iván, quien se dió cuenta muy tarde

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Alexis tenía el don de liderar, posiblemente no sabía sobre esto, lo mismo con Iván, quien se dió cuenta muy tarde.

"¡El rey Alexis sabía cuando estaban perfectos y listos!" Le decía una mujer desesperada de rodillas frente al rey. "¡Por favor, su alteza, todas las semillas fueron plantadas para el gran banquete del reino y ahora no tenemos ni un sólo tomate apto para comer!"

"¡El pueblo está pasándola mal, mi señor, necesitamos ayuda!" Pedía un hombre mayor.

"¡Las hierbas medicinales se secaron y es lo único que mantenía a mi madre estable sin dolor!" Este era un joven que no pasaba de los veinte.

Iván estaba volviéndose loco. Habían pasado días desde que Alexis se había marchado, el reino estaba de mal en peor. Había gente que rompía cosas y encendían hogueras en forma de protesta contra el rey por la supuesta muerte de su rey anterior, casi nadie le tenía respeto y estaban es todo el derecho de estar enojados. Personas enfermas, gente con hambre y animales casi tan delgados como un papel, todo por el orgullo de Iván.

"¡Necesitamos respuestas!" Gritó un anciano.

"¡Y no se las daré!" Gritó el rey levantándose de su trono para marcharse, estaba furioso por el mismo tema de que no podía mantener su reino como lo era antes.

La gente se revelaba y lo desesperaban como si nunca antes fue un rey, queriendo gritar de la desesperación se encerró en sus aposentos sin querer ver a nadie más.




[...]



El viaje fue tan largo por distintas razones, la primera era que Alexis se emocionaba en cada pueblo que pasaban y se debían detener para ver y explorar. La segunda razón era por que Micha se escapó y pasaron días hospedados en un gran pueblo buscándole y correteando, al final, la encontraron. Miles de pequeñas y tontas razones se sumaban, pero no se iba a recalcar.

"¡Es ahí!" Exclamó Alexis señalando por la ventana del carruaje el pueblo que se aproximaba. "¡Es mi pueblo, Roberto, es ahí!" Repitió para aplaudir feliz, misma felicidad contagió a el moreno.

El carruaje no tardó en adentrarse llamando la atención de varias personas debido a su elegancia. Al llegar a su destino no dudó en saltar para correr a la puerta sin esperar por nadie, con sus palmas empujó la puerta entrando de golpe. Todo estaba como lo recordaba y eso le hacía feliz, muy feliz.

"Bienveni—" Una mujer no tan mayor y pelinegra le iba a dar la bienvenida, pero al verlo calló con sus ojos abiertos de par en par.

"¡Mamá!" Chilló Alexis corriendo a ella.

"¡Alexis, mi niño!" La mujer no dudó en extender sus brazos para atraerle en un abrazo fuerte. "¡Que alegría!" Chilló.

El chico se fundió en el pecho de su madre con lagrimas en sus ojos, mismos que comenzaron a llorar cuando vió a su padre dejar lo que hacía para correr a ellos, también se sumó al abrazo.

Por fin, sus padres estaban con él...



[...]



La taberna resonaba con música y gente cantando, muchos bailaban y otros bebían con felicidad. Era una fiesta de bienvenida para el hijo de la familia, mismo que les explicó todo lo sucedido en el reino, su coronación, su libertad al ser rey, sus amistades y mucho más (obviamente omitió unos detalles). Sus padres comprendieron y no tardaron en llevarle a su habitación para que descansara un poco, al ser una taberna con habitaciones para viajeros se le dió una de las habitaciones de abajo para Roberto con sus cosas, fue suficiente para estar cómodo.

Música, bebida, comida y risas era lo que se escuchaba. Casi todo el pueblo estaba allí bailando y disfrutando del ambiente, esto hacía que Alexis se sintiera feliz. El pelinegro estaba en una de las mesas sentado con su bebida, no era alcohol, sólo jugo. Veía todo con una sonrisa sin darse cuenta que sus modales de realeza nunca se fueron y que se encontraba de piernas cruzadas con una postura recta, esto les pareció llamativo a algunos alrededor, pero nadie dijo nada.

Entre todas las personas una se hizo presente abriéndose camino para llegar a la mesa de el pelinegro, al este verle frunció el ceño, le reconocía.

"¿Una fiesta de bienvenida?" Preguntó aquel hombre mayor. "No se supone que estés aquí."

"Pero lo estoy." Respondió Alexis sin titubear, ese hombre fue quien se encargó de venderlo hace unos años atrás.

"Les perteneces al reino de los Buhajeruk, es ese lugar dónde debes estar." Le dijo alzando un poco la voz, para su sorpresa, el chico ni se inmutó.

"Ya. Esto es sobre el dinero, ¿no?" El hombre le miró con el ceño fruncido, esto hizo que Alexis negara. "Siempre lo es, sobre todo para personas inseguras que no pueden ser nada sin algo de este." Con un suspiró se llevó un mechón a la parte trasera de su oreja, esta acción le hizo saber la poca interés que le tenía, y eso lo hizo enfurecer.

El hombre le tomó de la muñeca tirando de él, alzó su brazo contrario en un evidente gesto de que le golpearía, pero esto no llegó. Con el gesto fue suficiente para que Roberto supiera que se debía acercar, no dudó dos segundos antes de ir corriendo a socorrer a su rey.

"¡Hey, hey!" Le gritó al hombre empujándole para alejarlo de la mesa. "Respete a su majestad." Le dijo alzando la voz. "¡No tiene derecho ni de tocarlo!"

"¿Su majestad?" Bufó el hombre. "¡Es sólo una zorra que vendí por mucho dinero!" Soltó para señalar a Alexis, quien suspiró negando.

Roberto no dudó ni un segundo para soltar un golpe directo a la nariz del tipo haciéndole sangrar. Esto llamó la atención de los presentes que rápidamente detuvieron lo que hacían.

"¡Ten más respeto!" Dijo el moreno alzando la voz para mirar a los presentes. "Este hombre agredió a mi señor." Le señaló. Fue cuestión de segundos para que unos hombres grandes agarraran a el mencionado arrastrándolo hasta eventualmente tirarle fuera de la taberna.

Alexis vió todo y con un suspiro, no podía evitar no sorprenderse, ya ningún comportamiento de ningún hombre le sorprendía.

"Su majestad, ¿está bien?" Preguntó Roberto yendo a donde el rey con preocupación.

"Sí, gracias." Sonrió un poco el chico. "No sabía que peleabas." Soltó con intriga.

"Oh, bueno..." El mayor se tomó la nuca para sentarse junto a su rey. "Iba a ser un guerrero, pero por mi estatura no pude. No califiqué."

"Que lástima, con tu dedicación y firmeza en lo que amas hubieras sido un gran guerrero." Le apoyó Alexis con una suave sonrisa.

Roberto sonrió ante sus palabras, pero no respondió. "Iré a buscar una bebida, ¿quiere algo?"

"No, gracias."

Roberto se marchó para buscar un poco de cerveza dejando atrás a Alexis. Viendo todo lo que sucedía a su alrededor le hacía pensar que no extrañaba para nada el olor a humo y sudor, extrañaba sus días cálidos en el castillo pero no podía volver, no ahora.

 Viendo todo lo que sucedía a su alrededor le hacía pensar que no extrañaba para nada el olor a humo y sudor, extrañaba sus días cálidos en el castillo pero no podía volver, no ahora

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Heartless tyrant [Spreeckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora