Único

1.5K 168 109
                                    

La convivencia es difícil. 

Y lo es aún más cuando decides mudarte con tu pareja a un lugar como la Isla de El Ded, donde cada día es una aventura con nuevos retos y peligros. Pero eso se había oído como el lugar perfecto para Conter y Spreen. 

Especialmente para Conter, que llevaba meses rogándole para que al fin vivieran juntos. No era una persona que le gustara presionar a su pareja, pero ya no podía tragarse las excusas de que "era muy pronto" cuando llevaban más de cuatro años juntos. Tampoco solía ser la persona más empalagosa del mundo estando en una relación, pero mierda, Spreen era muy diferente a todas las personas que había conocido. Nunca antes había tenido una conexión tan fuerte con alguien como lo hizo con él la primera vez que pelearon juntos en un torneo, y cada encuentro luego de ese solo aumentó el sentimiento en cantidades abismales hasta que ya no pudo contenerlo.

Qué regalo de los dioses fue descubrir que no era el único que lo sentía. 

Y eso los traía al presente...

— Buenos días. 

Conter no logró escuchar el saludo del híbrido de Oso ya que estaba muy ocupado buscando los encantamientos indicados para su armadura. 

— Buenos días dije. 

Repitió esperando por la respuesta que nunca llegó. Eso fue un grave error. 

En cuestión de segundos, Conter escuchó un gruñido bajo detrás suyo que lo hizo soltar los libros automáticamente para girarse hacia su pareja y encontrarlo con el ceño fruncido mostrando los colmillos. 

— ¿Pasó alg-

— Escúchame una cosa, pedazo de pelotudo. —Exclamó el Argentino con sumo cariño.— Yo me levanté con el pie izquierdo hoy...

El híbrido de conejo rodó los ojos y se apoyó en la mesa de encantamientos listo para un nuevo round de discusiones. 

La convivencia había sido muy fácil los primeros días. "Había sido", tiempo pasado. Conter definiría esos días como los mejores que había tenido en su vida. 

Pero ahora...

Algo pasó con Spreen en el último mes que convirtió esos días en situaciones insufribles para ambos. 

— Sí, Spreen. Estaba súper pendiente de que te hubieras levantado con el pie izquierdo, eh. 

Contestó el albino en un tono sarcástico. Inmediatamente el gruñido del Oso se intensificó y lo calló.

— ¡Escuchá! —Ordenó señalandolo con una de sus garras.— Te digo "buenos días" para que me saludes. ¿Y vos qué hacés? Me ignoras. 

— Siempre estás hablando con putas nutrias de mierda. Yo que iba a saber que estabas hablando conmigo. 

Está bien, siendo honestos la relación de Spreen y Conter nunca fue color de rosa. Cada tanto discutían por una cosa u otra. Incluso antes de convertirse en una pareja. Pero eso es lo que les daba adrenalina. Déjame explicarlo: no todo tiene que ser besos y abrazos, y "Amor, ¿Podés buscar esto?" Y "Claro, mi amor. Lo que sea por ti." iugh, que asco. A ninguno de los dos les gustaba. Exactamente por eso su dinámica era diferente a otras relaciones. 

Pero el problema aquí es que, ahora las peleas se habían vuelto pan de cada día. Y por alguna razón, Conter sentía que era el único culpable. O así se lo expresaba Spreen con mucho amor Todos Los Putos Días.

—... Y te vas a encantarte algo, y me ignorás totalmente. ¿Cómo querés que me sienta yo después de eso? ¿Eh? —En algún punto Conter dejó de argumentar y simplemente decidió escucharlo, limitándose a contestar con algunos suspiros y ceños fruncidos.— ¿Acaso se te cruza alguna idea en ese diminuto cerebro de conejo de mierda que tenés? 

Peleas Maritales | SpreenterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora