Capitulo 7.

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Bajé el auto asombrado por los avances.

Comparé los planos azules con la estructura que tenía en frente y me impresionó el trabajo realizado por los trabajadores, realmente es muy bueno.

La primera impresión que me dió fue que es una estructura firme y limpia. Todo siguiendo las instrucciones, las medidas de los planos y la supervisión de mi papá.

Su trabajo como ingeniero es más o menos limpio, por lo menos esta vez obtuvo un terreno legalmente y dejó en paz a los bellos paisajes verdes.

La estructura ubicada en el centro de la ciudad, un lugar muy transitado y que mi papá meneja fácilmente, pues tiene dos propiedades suyas en esa zona: un centro comercial y un club muy exclusivo. Además tiene muchos contactos de alta sociedad.

La primera vez en mi vida que tengo esta oportunidad... Oportunidad que mi papá quiso para mí desde que tengo memoria.

—¿Dónde está mi papá Francisco? —interrogué al chófer.

—El señor no va a poder venir; tiene una reunión importante en la empresa y lo dejó a usted a cargo de la supervisión.

Es una más de sus pruebas... Solo que esta me dió más miedo que las demás.

«Dios, ayúdame.»

Tanto movimiento me puso nervioso; el ruido de las máquinas me aceleró el corazón; la mente se me puso en blanco...

Suspiré tratando de llenarme de valor.

Observé nuevamente los planos y efectivamente todo está bien. Me relajé al ver que tantos años de estudio han servido de algo.

«Erguido, seguro y sin miedo al diablo.»

Caminé erguido hasta la estructura visualizando todo buscando un error, pero no encontré nada mal.

Todos me veían impresionados. No sabía a qué se debía, me quedé observando a cada trabajador y sus miradas me formaron un nudo en la garganta que me impidió hablar.

«Erguido, seguro y sin miedo al diablo.»

Repetí esa frase en mi cabeza una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... Hasta que me empecé a sentir mal...

Sentí que el estómago se me estaba volteando por dentro. Mi corazón empezó a latir a mil por hora. Traté de mantener el control dentro de mí pero me fué imposible parar mi nerviosismo.

Quise caminar hasta el auto pero me se me congelaron las piernas.

Ví luces alrededor, destellos de colores y un hormigueo intenso invadió mis piernas. Dejé de parpadear cegado por aquellos colores intensos que ocuparon mi vista impidiendo ver mi alrededor.

Lo último que oí antes de derrumbarme fue una voz gruesa decir: —¡Un teléfono!

...

Abrí los ojos sintiéndome mareado. Mi cuerpo pegajoso pidiendo a gritos algo de comida, sentí mi estómago vacío como si no hubiera comido por semanas.

Me sentí débil físicamente, mentalmente agotado, totalmente acabado.

«¿Qué me pasó?»

Mi cuerpo olía a jabón de pasta mezclado con sal marina. Un olor ácido y desagradable para mí nariz.

Giré mi cabeza sintiendo un choque eléctrico que sobresaltó mis músculos.

Mi espalda y cuello adoloridos, supongo que por la caída.

Mi espalda cruje como si de una galleta se tratara, cada movimiento duele, hasta pensar en sentarme duele.

Reconocí el lugar en el que reposaba mi cuerpo; mi cama, mis pósters, el color gris de las paredes, la lámpara de mesa, mi habitación.

Bajo la lluvia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora