IPCx

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No comprendo como la gente no puede verlo;
Es evidente ante mis narices tus movimientos, la manera que capturas las cosas y la manera silenciosa que desatas cabos.
Te miro desde mi ventana, a la orilla del balcón; te observo, el cabello me cae en la espalda baja, el aire me pega y estás ahí, a la distancia- y yo estoy aquí, sentada en un banco, más estás ahí, entre la gente. Cara de confianza, expresión calmada, manos en los bolsillos y mirándoles a ellos hacia abajo.
Soy una chica promedio, quizá no muy alta, pero cuando te veo y cuando te sientas a mi lado me siento pequeña; como si mi estatura y mi edad fuesen nada.
Más ahí estás, entre la gente, observante y decisivo. Te miro, mis ojos brillan en destello y mi boca se abre ligeramente. Estoy anonadada. Porque pestañeas y solo ríes con ironía; mantienes el ambiente social vivo lo suficiente, te ves tan bien y tan confiado, la gente jura y perjura entonces que eres un chico tranquilo más claramente, propenso al desastre.
Nuestras miradas se cruzan, cierro la boca y me ruborizó porque no se que decirte; te miro desde lejos, quiero creer. Más me miras nuevamente; tus ojos me analizan de arriba y abajo, tengo miedo y tiemblo;
Me siento intimidada y no se del todo porque; aún así mantienes esa cara y esa sonrisa en la boca, en la orilla se tus labios. Abro la boca para interactuar y digo,
"¿Por que me miras tanto?" Y tu solo me miras de regreso y sonríes, manos en los bolsillos. No recuerdo en qué momento este balcón se convirtió en una habitación del mismo piso; ambos estaríamos a la altura pero tú eres más alto que yo. Miras hacia abajo. Y yo ahora tengo que mirar hacia arriba.
"Te observó, eso es todo." Y no se si ruborizarme, debatir, más me siento halagada; me trago la lengua, las mejillas se me ruborizan, la boca se me tuerce entre vergüenza, adoración y contemplación; no se porque lo hago pero mira a la derecha. No me mires, me siento tímida. Me haces sentirme tímida.
Y tu solo te ríes y me sonríes. Me dices que soy linda. Y tratas que me relaje-
Porque por algún motivo o razón, tú tienes ese efecto en mi que dentro de mi energía ligeramente ansiosa, que espero que el mundo no mire, tú sabes subsidiar y eliminar.
Hay tanta gente aquí y tú miras a todos lados pero aún así me miras; sonrió lenta y genuinamente, con adoración y vinculación de admiración propia;
Nunca había visto a alguien tan seguro de sí mismo manejar una bola de gente de una manera tan casual; mis ojos brillan, hay destello al observarte porque no se si me siento entorpecida o halagada con tu mirada, la manera que te ríes, la manera que hablas; los comentarios sarcásticos, la audacia, la rapidez y agilidad mental.
Wow. Me siento mareada. Son demasiadas cosas golpeándome a la cabeza. Te miro como un destello de luz; rápido, efímero, veloz, a una velocidad que yo desearía ser capaz de manejarme. Y me mantengo ahí sentada, con mis piernas juntas, el cabello en mi espalda, las manos en el regazo y mis mejillas sonrosadas más mi sonrisa sincera y calmada en la cara; escucho atenta, observó, río y comentó cuándo creo que es necesario o cuando creo que es conveniente. Yo no grito; más por alguna razón mi presencia había sido lo suficientemente alta para que te sientas cautivado y tomar la iniciativa y sin dar dos brincos, te lanzas a cuatro pasos y me tomas de la mano, me preguntas si quieres que estemos solos y si estoy aburrida. Yo estoy anonadada, mis mejillas están rojas y mi corazón palpita; no entiendo que sucede aquí, no entiendo que he hecho para que captures tu interés hacia a mi; más accedo con la cabeza; tomas mi abrigo y nos vamos.
Estamos solos. Es un silencio extraño, siento que el corazón se me va a salir del pecho y mis mejillas van a explotar de lo rojas que estan; me siento como una niña buena y una niña mala apunto de ser corrupta; más a la vez me siento fascinada por las experiencias inusuales y sobretodo, tu interés me intriga. Me lo dices directo sin conocerme un día completo. Estoy anonada.
Se que al segundo día nos quemamos mutuamente; te reíste tan fuerte y con una satisfacción. Te seguí preguntado el porqué te agradaba y tú no sabías cómo responderme. Solo sabias que era así.
Y los meses han pasado; de tus dedos ser la causa de mis suspiros pesados ante una atracción inmensa solo se que quiero cuidarlos y solo se, entonces, que quiero entrelazarlos como si el mundo se fuera a quemar.
Te miro de reojo; tragó saliva de manera dura y veo tu reflejo de una manera diferente; de creer que no teníamos tantas cosas en común me percató que eres una pieza de rompecabezas que no creí nunca necesitar.
No entiendo como nadie lo ve más yo lo veo;
Y me quedo callada. La textura es tan suave aunque la gente cree que las escamas dan una apariencia agresiva.
Más no lo veo así.
Mis ojos palpitan.
Me relamo los labios y solo se que quiero acurrucarte.
Me pregunto entonces si la gente se ha dado el placer de conocerte.
Y dios, que fortuna es tenerte.

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