Viernes, por fin es viernes y estoy bajando del avión que me lleva de vuelta al reencuentro con ese hombre de sonrisa inmensa y preciosa, con el que ha pagado mis billetes y con el que pasaré un fin de semana en París.
Durante toda mi vida he leído más libros de los que recuerdo sobre historias de amor, historias que me hubiesen encantado vivir e historias que me hacían reír de lo imposibles que me parecían, hasta ahora que en vez de causarme gracia me causa intriga ya que estoy viviendo una bastante parecida a la que salen en los libros y películas.
¿A quien quiero engañar? Esto no es ninguna historia de amor, simplemente somos dos jóvenes que acaban de conocerse y están compartiendo tiempo juntos, pero desde luego que no somos ninguna historia de amor, ¿verdad? Quién sabe, nadie sabe nada de lo que pudiese pasar, lo que sé es que estoy caminando en su dirección y que estoy deseando apagar el teléfono y disfrutar de su compañía durante casi tres días.
Ahí está, tan guapo como siempre y de nuevo, con un tulipán en la mano, al final voy a acostumbrarme a recibir flores por su parte. Acelero el paso hacia el hombre vestido de chándal rojo y parece que él también me ha visto a mí porque ahora sonríe y me saluda con la mano.
-¡Hola!-digo abrazándole.
-Hola-me responde.
Nuestro abrazo dura un par de segundos y nos ponemos en marcha hacia su coche. Como era de esperar, Antoine lleva mi maleta para que yo no tenga que cargar con ella.
-Si te parece bien, pasaremos lo que queda de día en mi apartamento, mañana tengo que trabajar y quiero descansar-me dice.
-Me parece bien, claro que sí-respondo.
-Puedes venir conmigo. He hablado con mis superiores y me han dicho que no hay problema si quieres pasar el día en el parque mañana, así no tienes que quedarte en casa, el domingo tengo el día libre así que podemos hacer lo que te apetezca.
¿Pasar el día de nuevo en Walt Disney Studios? Perfecto. Pero... ¿Poder estar allí mientras veo cómo Antoine trabaja? Mejor todavía. Por supuesto que acepto su propuesta encantada, estoy deseando volver a mi lugar favorito y más si la compañía es él, aunque no vayamos a estar todo el día juntos, al menos puedo verle un poco más que si me quedase en casa. Me cuenta que podrá darme un carnet para evitar que haga cola en las atracciones y su horario por si quiero ir a verle.
Montamos en su coche y dejamos el aeropuerto de Orly atrás, hasta dentro de unos días. No tardamos más de media hora en llegar a nuestro destino.
Me quedo asombrada cuando veo que Antoine tiene su apartamento al lado de Disney, literalmente puede verse el castillo desde aquí.
-Todo tiene explicación, a los trabajadores nos alquilan viviendas más baratas por trabajar en el parque, por eso vivo aquí-me dice.
-¿No tenías casa antes de trabajar aquí?
-Si, pero es una historia larga y no quiero aburrirte con ella.
-No me aburrirías-le digo mirándole.
-Quizás en otro momento, ¿vale?-dice sacando las llaves del apartamento.
Sospecho que no me está diciendo la verdad o al menos no del todo, su forma de expresarse y de callarse las cosas no es muy confiable. Imagino que la historia que guarda no le debe ser fácil de contar o simplemente no le gusta hablarlo. Es un libro cerrado, casi nunca quiere hablar de él salvo de cosas de trabajo.
Entramos al apartamento y me lo imaginaba más común o pequeño, pero me sorprende para bien. Lo primero es el salón, tiene una tonos color rojos teja, muebles básicos como sofá, mesa, televisión y una mesa de comedor para comer. Continuamos el pasillo y a mano derecha se encuentra la cocina con una pequeña terraza. La siguiente puerta es el baño, que incluye una bañera por lo que es espacioso. Al fondo del pasillo hay una puerta que lleva a la habitación de Antoine.
-Vaya...-digo.
Una gran cama de matrimonio en el centro de la habitación, las paredes llenas de cuadros, plantas decorando la habitación, un gran armario, un espejo en la pared y una gran cristalera que lleva a la misma terraza que conecta con la cocina. Es increíble. El color de la habitación es en su mayoría gris, aunque hay algún tono negro también.
-Bueno, aquí duermo yo y ahora tú también, aunque el sofá se hace cama por si quieres que me vaya a dormir y tú te quedas con la cama-me dice.
¿Acaba de ofrecerme su cama para irse él al sofá? No podría aceptarlo aunque me sorprende su amabilidad y su forma tan correcta de ser.
-No, bueno si a ti no te importa, podemos dormir los dos aquí y en todo caso, yo me iría al sofá-digo.
-No permitiría que mi invitada se fuese al sofá a dormir, así que olvídalo, o juntos o yo en el sofá-me dice.
-Siempre tan servicial...-digo poniendo los ojos en blanco.
-Ponte cómoda, voy a preparar la cena-dice dejándome sola en la habitación.
Las dudas y la curiosidad de cotillear sus cosas pueden conmigo, pero no lo hago. Me limito a ponerme mi pijama rosa con un osito de peluche en la parte de arriba y unas zapatillas cómodas de color rosa también. Me desmaquillo y me hago una coleta alta.
-¡Que pijama más bonito!-dice vacilándome.
-¡Oye! Mi pijama es adorable, sé que tienes envidia, si quieres puedo comprarte uno igual-le digo dando un golpecito en su hombro mientras prepara la cena.
ESTÁS LEYENDO
Si decides quedarte.
Novela JuvenilNatasha ha dedicado su vida a trabajar y viajar a partes iguales. Siempre ha tenido el mundo a su disposición y la vida resulta. Reina del orden y la tranquilidad, ese ha sido siempre su lema. Un viaje a Paris, una familia no común y la reina de la...