8 - El horizonte del hogar

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El viento soplaba suavemente mientras Zoroark frenaba su paso y se detenía frente a una vasta pradera que se extendía hasta la base de las montañas. Charcadet, Ralts, y Buneary se levantaron del cálido pelaje de Zoroark, estirando sus cuerpos tras el trayecto rápido y cómodo. Zoroark se agachó, permitiendo que el pequeño grupo bajara con cuidado al suelo.

-Este es el punto más cercano al que puedo llevarlos -dijo Zoroark con una voz tranquila-. Nosotros tenemos que tomar otro camino, pero estas montañas deberían guiarte a tu hogar, Ralts.

Zorua, que aún se encontraba junto a su madre, miró al trío con una mezcla de tristeza y gratitud. Habían pasado por mucho juntos en tan poco tiempo, y ahora era hora de despedirse.

-Gracias por todo -dijo Zorua, su mirada sincera-. Espero que encuentren lo que están buscando. ¡Y cuídense!

Buneary sonrió, inclinando ligeramente la cabeza.

-Lo mismo digo. Cuídense mucho, ustedes dos.

Charcadet observó cómo Zoroark y Zorua se alejaban, desapareciendo lentamente en la distancia. Los tres amigos se quedaron mirando en silencio mientras los dos Pokémon se desvanecían entre los árboles, dejando una ligera sensación de vacío. Habían compartido una experiencia intensa, y aunque sus caminos ahora se separaban, sabían que nunca olvidarían lo que vivieron juntos.

Después de un momento, Charcadet rompió el silencio, señalando hacia las montañas imponentes que se elevaban ante ellos.

-Oye, Ralts, ¿te suenan esas montañas? -preguntó Charcadet, entrecerrando los ojos para observar mejor el paisaje.

Ralts, que aún estaba perdido en sus pensamientos, levantó la mirada hacia las montañas. De repente, algo se encendió en su memoria. El orbe oscuro... el recuerdo de su hogar, los campos de flores, y en el horizonte, esas mismas montañas se divisaban en la lejanía.

-Sí... -murmuró Ralts, con los ojos llenos de una mezcla de nostalgia y emoción-. Las vi en la visión que me mostró el orbe. Son las mismas montañas... ¡Estoy seguro de que estamos en el camino correcto!

La emoción brillaba en los ojos de Ralts mientras se giraba hacia sus compañeros. Charcadet sonrió, viendo cómo el entusiasmo de Ralts crecía con cada paso que daba hacia adelante. Buneary también parecía animada, saltando ligeramente con cada paso.

-¡Vamos, entonces! -exclamó Charcadet, sintiendo una nueva energía a pesar del agotamiento. Sabía que el viaje sería difícil, pero con la determinación de Ralts liderando el camino, todo parecía un poco más fácil.

Con las montañas como su objetivo, el trío comenzó a avanzar, sabiendo que, en algún lugar más allá o detrás de ellas, encontrarían el hogar que Ralts había perdido. La travesía aún era larga, pero ahora tenían un destino claro en mente.

Con el cielo teñido de un profundo azul oscuro y las estrellas empezando a brillar, el trío de compañeros continuaba su camino, sintiendo el cansancio acumulado tras un largo día. Charcadet, Ralts, y Buneary sabían que no podían seguir caminando sin descansar, y la noche cada vez se hacía más fría y oscura.

-Necesitamos encontrar un lugar para dormir -dijo Charcadet, observando los alrededores con cuidado.

Después de un rato de búsqueda, Charcadet finalmente encontró una pequeña cueva a lo lejos. Se acercaron con cautela, asegurándose de que no hubiera ningún otro Pokémon en su interior. La cueva era lo suficientemente pequeña y acogedora, perfecta para refugiarse durante la noche. No había signos de peligro, y la entrada estaba bien cubierta por una serie de rocas y matorrales que les proporcionaban una especie de barrera natural.

"𝑀𝑎́𝑠 𝑎𝑙𝑙𝑎 𝑑𝑒́... 𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑘𝑒𝑚𝑜𝑛"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora