La noche de la fiesta de 15 años de Adriana llegó, un evento que marcaba su transición hacia la adultez. El salón estaba decorado de manera deslumbrante, con candelabros brillando sobre los invitados de la nobleza y la realeza. La música suave llenaba el aire, y las risas y conversaciones resonaban en todo el lugar.
Adriana, vestida con un majestuoso vestido azul con perlas y diamantes, se veía deslumbrante, pero su corazón estaba dividido. Sabía que, al terminar esa noche, no solo habría celebrado su mayoría de edad, sino que habría consolidado el acuerdo con Noah.
La sala de baile estaba bañada en una luz cálida y tenue, con velas que brillaban en los imponentes candelabros de cristal. La música suave, delicada, comenzaba a llenar el ambiente mientras los invitados se movían con elegancia por el salón. Los murmullos de la nobleza eran interrumpidos solo por el suave roce de los vestidos contra el suelo, pero todos sabían que el momento más esperado de la noche estaba por llegar: el primer baile de Adriana con su futuro esposo, Noah.
Adriana, de pie cerca del trono, vestía un hermoso vestido blanco que brillaba bajo las luces del salón. Aunque su postura era perfecta, su rostro reflejaba una mezcla de nerviosismo e incomodidad. Ella odiaba todo lo que esta noche representaba: la consolidación de un compromiso que nunca pidió ni deseó. Noah, por su parte, estaba en una esquina, hablando brevemente con su padre, el rey de Canadá. Su mirada se deslizaba de vez en cuando hacia Adriana, pero no había entusiasmo en sus ojos. Sabía que este baile simbolizaba algo mucho más grande que un simple encuentro de cuerpos moviéndose al ritmo de la música.
Finalmente, la música cambió a los primeros acordes de "Love Story" de Indila. Los murmullos en la sala se desvanecieron mientras Noah se acercaba a Adriana con pasos medidos. Cada paso suyo resonaba en los oídos de Adriana como un eco de las cadenas que la ataban a un destino que no deseaba. Pero cuando él estuvo frente a ella, estiró su mano y habló en un tono bajo, educado pero frío.
Noah: "¿Me concederías este baile, princesa Adriana?"
Adriana lo miró con una mezcla de desdén y resignación. No podía negarse, no delante de todo el reino, pero tampoco iba a fingir estar feliz por ello.
Adriana: "Supongo que no tengo opción, ¿verdad?"
Noah mantuvo su mirada fija en ella, impasible, mientras extendía su mano hacia la suya.
Noah: "No más opción de la que tengo yo."
Adriana se sorprendió por la franqueza de sus palabras. Era la primera vez que Noah mostraba alguna emoción detrás de su máscara de príncipe. Tomó su mano con un gesto firme, y sin más palabras, la condujo hacia el centro de la pista de baile.
La música comenzó a sonar con más fuerza, y los dos jóvenes se encontraron girando lentamente al compás de la melodía. Al principio, el ambiente entre ellos era tenso, incómodo, como si ambos estuvieran soportando una obligación que les resultaba insoportable. Noah mantenía su postura perfecta, su mano apoyada en la cintura de Adriana, mientras que ella, a regañadientes, seguía sus pasos.
Noah: "Sé lo que estás pensando."
Adriana levantó la vista, sorprendida por su comentario.
Adriana: "¿Ah, sí? ¿Y qué estoy pensando?"
Noah: "Estás pensando que todo esto es una farsa. Que no tienes control sobre tu vida. Que tu abuela te ha condenado a una vida que no deseas."
Adriana lo miró fijamente, sin saber cómo responder al principio. Era como si Noah hubiera leído sus pensamientos.
Adriana: "¿Y si es cierto? ¿Acaso no estamos ambos atrapados en esto? Tú tampoco querías esto, ¿verdad? Se nota en tu cara, Noah. No te interesa este matrimonio más que a mí."
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El Amor de una Princesa: Entre el Deber y el Corazón
RomanceAdriana, la heredera al trono, se debate entre su deber real y un amor por Noah, un príncipe de Canadá. ¿Podrá encontrar la felicidad sin renunciar a su corona?