12. Fotografías y extorsión.

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Lando regresó a su habitación, sonriendo de oreja a oreja por la valiosa información que acababa de obtener, había tomado una foto por supuesto, él siempre tomaba fotos de todo y todos, sabía que todo, tarde o temprano le iba a servir.
 

Esta gente comerciaba en apariencias, tener fotografías en posiciones comprometedoras valía demasiado.
 

El mundo quizá querría ver al próximo magnate de los bienes raíces neoyorquinos inhalando cocaína del abdomen del niño dorado de Mónaco, o al perfecto lord inglés completamente borracho, medio desnudo y tirado en un pasillo siendo jalado por una mujer rubia sin ropa alguna, la cual no era su novia.

Sus fotos contaban historias reales, pero historias que deberían mantenerse privadas, sin embargo, todo era moneda de cambio, Estos niños eran los próximos amos del universo y él los tenía en las palmas de sus manos, no solo traficaba droga, también traficaba secretos.
 
Absolutamente todos tenían algo que ocultar, y no es que se los confiaran, él solo los observaba, he incluso los alentaba a “portarse mal", la información siempre fue su mejor arma.
 
Encendió su computadora para enviar las imágenes su servidor personal, cuando le llegó un mensaje, era su padre.

“¿Te estas divirtiendo? Te recuerdo que deberías estar trabajando, ¿cuánto has movido?”
 
Lando volteo los ojos, ya sabia lo que tenía que hacer, no le gustaba que le estuvieran recordando, él sentía que la extorsión dejaría más dinero que las drogas, su padre no lo entendía, el no se movía libremente por el mundo que Lando ahora conocía, su padre no entendía que tener a las personas poderosas en sus manos valía más que mil kilos de producto, así que contestó con un simple número, uno lo suficientemente grande como para mantenerlo calmado por el resto del verano, esta noche saldrían a un club famoso de la región, así que no mentía, movería mercancía suficiente para complacer a su padre.
 

 Max tocó la puerta del baño un par de veces y le dijo con el tono más dulce que encontró y sin mentir, de verdad quería hacer las paces

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Max tocó la puerta del baño un par de veces y le dijo con el tono más dulce que encontró y sin mentir, de verdad quería hacer las paces. -Sergio, perdón, no quise hacerte enojar, vamos bonito, déjame entrar, te puedo enjabonar la espalda.
 

Pero Sergio estaba en su celular, esperando la respuesta al mensaje que le había mandado a Charles hace unos minutos, “Charlie amor, tenemos que hablar, en serio esta vez, tu madre me volvió a escribir.” Pero Charles no contestó.  

Dejo su teléfono a un lado, resignado, abrió la puerta y salió del baño.
 

-Ok Maxie, ¿cómo me vas a contentar? - Preguntó Sergio pegándose al cuerpo de Max, ambos seguían desnudos, Sergio atrapó en una mordida el labio inferior de Max mientras se pegaba más a él tomándolo fuertemente por la cintura, pero fueron interrumpidos por alguien tocando a su puerta.

- ¿Quién es? - Gritó Sergio volteando los ojos, molesto por la interrupción.

-No abras bonito, quédate conmigo- Protestó Max mientras besaba su cuello, y acariciaba su espalda.
 
-Sergio, mi niño, la asistente de tu padre llamo, él viene en camino, no tarda en llegar - Gritó Vittoria del otro lado de la puerta.
 

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